Alpujarra Almeriense
El fértil valle de la Alpujarra Almeriense tiene el agua como elemento protagonista. El río Andarax cruza toda esta comarca que se sitúa en la parte occidental de la provincia. No es de extrañar que este fuese el paraje del que se quedaron prendados los musulmanes siglos atrás.
Los pequeños pueblos blancos que conforman los 22 municipios de esta comarca dominarán el paisaje a tu paso. Los primeros datos históricos de la Alpujarra Almeriense se remontan a la llegada de los árabes en el año 711. A partir del siglo XI, se convirtió en un importante centro para la producción de seda. Cuando el dominio musulmán se redujo al reino nazarí de Granada, se construyeron castillos en cada uno de los municipios de esta comarca.
El punto de mayor tensión se alcanzó con la rebelión morisca encabezada por Aben Humeya, en el siglo XVI, contra las tropas de Felipe II. Con la expulsión definitiva de los moriscos en 1610, la comarca de la Alpujarra cayó en el olvido. Sin embargo, hoy su rico patrimonio se pone de nuevo en valor como una zona altamente recomendable para el turismo rural. Sus espectaculares paisajes de montaña y sus encantadores pueblos son motivos suficientes para emprender alguna de las numerosas rutas de senderismo que existen en la zona.
Entre los pueblos más destacados se encuentra Laujar de Andarax, donde podrás visitar, entre otros monumentos, la iglesia de la Encarnación, conocida popularmente como la ‘Catedral de la Alpujarra’. Los restos de la Alcazaba musulmana evidencian su importancia en esa época. Boabdil la eligió como residencia tras su exilio, y Aben Humeya también tuvo aquí una corte provisional. Las fuentes, llamadas pilares, son una constante en toda la localidad, poniendo de manifiesto una vez más el protagonismo del agua.
Si quieres respirar la paz y la tranquilidad propia de la Alpujarra Almeriense, puedes dirigirte a Alcolea, otro de los pueblos más típicos de la comarca. Con una población de apenas 800 habitantes, los preciosos panoramas de la sierra invaden su territorio. Es un destino perfecto para el turismo rural.
En Almócita el pasado árabe sigue muy presente, tanto en sus calles como en sus construcciones. Contempla el antiguo lavadero, que data de finales del siglo XIII, y que es en realidad un aljibe originario de la época nazarí.
En la Alpujarra Almeriense hay lugar también para la arquitectura monumental, como ocurre en Huécija. Su edificio más insigne es el convento de los Agustinos, que además es uno de los ejemplos más sobresalientes de arquitectura barroca en toda la provincia.
Si andas a la caza de parajes que enamoren, no puedes quedarte sin visitar Padules. En este municipio hallarás los conocidos Canales de Padules, todo un recorrido de pequeñas lagunas y gargantas que el río Andarax ha ido creando a su paso. No olvides llevar calzado adecuado para caminar por el agua y disfrutar de las increíbles pozas naturales de este precioso lugar.
La gastronomía de esta comarca, una de las más destacadas de Almería, será una tentación constante durante tu viaje. Carnes, quesos, dulces y vinos –hay varias bodegas que puedes conocer in situ–, conquistarán tu paladar. Seguro que ya te sobran motivos para lanzarte a descubrir la Alpujarra Almeriense.
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