Centro-Sagrario
El barrio Centro-Sagrario es el corazón del casco histórico de Granada, un lugar que ha estado rebosante de vida y actividad comercial desde el siglo VIII. Habitado actualmente por unos 16.000 vecinos, acoge cada día a miles de turistas en busca de los vestigios históricos de esta ciudad milenaria. Y es que en Centro-Sagrario cada rincón ha sido testigo del devenir de los años, comenzando por la Catedral, que fue construida por orden de los Reyes Católicos sobre la antigua Mezquita Mayor tras la conquista cristiana de la ciudad en 1492. En la Capilla Real, anexa al templo, descansan los restos de estos monarcas que cambiaron la historia de Granada y, de paso, la universal.
Atravesado por la célebre Gran Vía de Colón, el barrio linda por el este con el Albaicín en la Plaza Nueva y la Puerta de Elvira -la primera que dio acceso a la medina árabe-, y está separado al sur de la antigua judería del Realejo por la Plaza de Isabel la Católica y la calle Reyes Católicos. Tres barrios que representan a las tres civilizaciones que han marcado el destino de Granada.
Al lado de la catedral encontramos la Alcaicería, el antiguo mercado de la seda árabe, donde hoy proliferan las tiendas de artesanía y souvenirs. Y el Palacio de la Madraza, que una vez fue el emplazamiento de la universidad árabe de Granada, la primera de la ciudad, hasta que el cardenal Cisneros la clausuró y saqueó su biblioteca en 1499. Unos libros que, por cierto, acabaron en la cercana Plaza de Bib Rambla, quemados en una hoguera pública bajo la acusación de ser todos coranes contrarios a la fe cristiana. Como veis, en el distrito centro una cosa lleva a la otra y podemos saltar de lugar en lugar tirando del hilo de apasionantes historias.
Como la del Monasterio de San Jerónimo, que se levanta al norte del barrio desde principios del siglo XVI. Allí reposa junto a su esposa Gonzalo Fernández de Córdoba, apodado para la posteridad el Gran Capitán por sus heroicas gestas militares durante la guerra de Granada que supuso el final de la dinastía nazarí. Se dice que se hizo amigo del rey Boabdil tras hacerle prisionero, y que fue él quien le convenció para que se rindiera y entregara las llaves de la ciudad.
Si queremos reponer energías después de tanta cultura, la Plaza de la Trinidad es un buen sitio para probar las tapas granadinas sin salir del centro. Un ambiente ecléctico en el que las tabernas de toda la vida conviven con bares de estética Indie, un movimiento muy popular en Granada. Eso sí, todos alineados con ese ritual casi sagrado de la ciudad: con cada caña, una generosa tapa gratis.
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