Hoya de Huesca
La Hoya de Huesca —Plana de Uesca, en aragonés— concentra en pocos kilómetros un sorprendente legado patrimonial en el que se dan cita el románico, el gótico y el modernismo. Para disfrutarla como se merece, lo mejor es recorrer sus edificaciones, museos y montañas sin prisas, dejándose seducir por una tierra especialmente idónea para desconectar, deleitarse con su gastronomía y profundizar en su historia.
Comenzando por la capital de la provincia, en el casco antiguo de Huesca sobresale su catedral, erigida en un solar que previamente había sido ocupado por la mezquita aljama de la ciudad y, más tarde, por una iglesia románica. Fue el rey Jaime I el Conquistador quien promovió su adaptación al lenguaje estilístico gótico, destacando en ella el fantástico retablo de alabastro del altar Mayor, obra del escultor valenciano Damián Forment, así como su fachada principal, pues los expertos aseguran que la suya es la mejor portada gótica labrada de la comunidad aragonesa.
Frente a la misma se halla el edificio del Ayuntamiento de Huesca, un elegante palacio renacentista presidido por una amplia galería, la cual se encuentra escoltada por dos torres esquineras. Más allá de su valor arquitectónico, la construcción es célebre por albergar en el salón de la Justicia el famoso lienzo La Campana de Huesca, de José Casado Alisal.
Por su parte, la iglesia de San Pedro el Viejo resulta perfecta para aproximarse al románico oscense sin necesidad de dirigirse a Jaca o a San Miguel de Foces. En dicho templo, de tres naves y cubierto con bóvedas de cañón, se conservan los sepulcros de Alfonso I el Batallador y Ramiro II el Monje. No dejéis de asomaros a su claustro para contagiaros de su paz y contemplar el interesante muestrario de capiteles historiados. Eso sí, tened en cuenta que muchos de ellos son réplicas, para ver los originales tendréis que acudir al Museo Provincial.
Junto al templo románico se halla la antigua plaza del Mercado, en cuyos soportales os toparéis con el establecimiento La Confianza, el ultramarinos más viejo de España, y, un poco más adelante, con el edificio modernista del Casino de Huesca, una construcción levantada a inicios del siglo XX y que, a juzgar por sus estancias y su mobiliario, el tiempo parece haberse detenido en ella. A 100 metros del Casino (o Círculo Oscense) se localiza el parque Miguel Servet, un pulmón verde en el centro de Huesca ornamentado con las esculturas de Felipe Coscolla y Ramón Acín, entre las que destacan Las Pajaritas de este último, pues se han convertido en uno de los emblemas de la localidad.
Más allá de la capital, la Hoya de Huesca presenta otras propuestas turísticas igualmente atractivas con museos como el Planetario de Aragón y el Centro de Arte y Naturaleza, al que merece la pena acercarse para disfrutar del sinuoso edificio proyectado por Rafael Moneo. Finalmente, en el norte de la comarca aguardan el Salto de Roldán, dos impresionantes formaciones rocosas que ejercen de puerta de entrada a la sierra de Guara, así como la colegiata de Santa María la Mayor de Bolea y el cinematográfico castillo de Loarre, en el que se rodaron algunas de las escenas de la película El reino de los cielos.