La Ribagorza
La comarca de La Ribagorza está situada en el extremo nororiental de Huesca, lindando con la frontera francesa y la provincia catalana de Lleida. La misma surgió con entidad propia allá por el siglo IX, en forma de condado dependiente de los condes de Tolosa, y en la actualidad se encuentra salpicada por pequeñas aldeas y caseríos en los que se distribuyen sus cerca de 15.000 habitantes.
La baja densidad demográfica no impide que La Ribagorza sea un foco de atracción turístico importante para la zona. A ello contribuyen sus estaciones de esquí, los bellos paisajes comprendidos en el monumento natural de los Glaciares Pirenaicos y el parque natural de Posets-Maladeta, así como la presencia de centros de espiritualidad como el santuario de Torreciudad o el Centro Budista Vakrayana Dag Shang Kagyü.
Al sur de la comarca se encuentran sus dos “capitales”. Nos referimos a Graus, capital administrativa cuyo casco antiguo conserva casas señoriales de interés y monumentos destacables (como el portal de Chinchín, la colorida plaza Mayor y la basílica de la Virgen de la Peña); y a Benabarre, la capital cultural de la comarca, donde destaca el castillo de los Condes de Ribagorza, de origen musulmán y declarado bien de interés cultural.
En la franja central de la comarca encontramos asimismo pequeñas localidades de gran valor patrimonial, como Roda de Isábena, una hermosa villa medieval situada a 1.052 metros de altitud, que, sorprendentemente, alberga una excatedral. Se trata, de hecho, de la localidad más pequeña del país con sede catedralicia. El templo, que fue levantado entre los siglos XI y XII de acuerdo a los cánones del románico —si bien se realizaron reformas considerables en el siglo XVIII—, está ornamentado con pinturas murales y posee una atípica cripta descubierta. Además, en su antiguo refectorio, al que se ingresa por el claustro, se ha instalado un restaurante en el que se pueden degustar platos típicos de la gastronomía aragonesa.
Otro de los grandes reclamos de La Ribagorza es el pueblo de Benasque, foco de atracción turística por excelencia al ser la puerta de entrada al valle homónimo, donde se encuentra la mayor concentración de picos que superan los 3.000 metros de altitud de todo el Pirineo, y a las estaciones de esquí de Cerler y Llanos del Hospital. Más allá de su entorno, el núcleo urbano de Benasque posee el encanto de las poblaciones de montaña, al tiempo que alberga bellas casas señoriales y edificios tan notables como el palacio renacentista de los Condes de Ribagorza.
Sin embargo, hay que poner rumbo hacia el sureste de la comarca para descubrir sus dos rincones más mágicos: el itinerario, no apto para personas con vértigo, de las pasarelas de Montfalcó y la Muralla de Finestres, más conocido como la “Muralla China” aragonesa, una maravilla geológica conformada por dos paredes de roca caliza que escoltan la ermita de San Vicente y un castillo medieval. ¡No te los puedes perder!