Municipio de Teguise
El municipio de Teguise, uno de los siete que componen actualmente el territorio de Lanzarote, es por varias razones el que goza de más tradición e historia. Debido a su emplazamiento geográfico central y a su situación en altura, los aborígenes majos dispusieron aquí uno de sus mayores núcleos de población: la Gran Aldea de Acatife. Más tarde, con la llegada de los conquistadores españoles, dicho poblado sirvió de base para la construcción de una nueva ciudad colonial. El lugar recibió el actual nombre de Teguise en honor a una princesa del mismo nombre, hija del último rey majo de la isla, que se casó con Maciot de Bethencourt, el sobrino del conquistador normando de Lanzarote Jean de Bethencourt. A partir de este momento Teguise se convertirá rápidamente en capital lanzaroteña, acogiendo instituciones principales de la isla como el Cabildo y la Escribanía; así como importantes centros religiosos como la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe e imponentes baluartes defensivos como el Castillo de Santa Bárbara. En este sentido, la ciudad de Teguise también será objeto de numerosos ataques piratas, siendo el del corsario otomano Morato Arráez el más mortífero, tal y como demuestra su evocación, todavía hoy, en forma de cuentos de acampada. En 1852, Teguise cede el título capitalino a la ciudad portuaria de Arrecife, quedando relegado a un segundo plano.
No obstante, son muchos quienes han visto en esta pérdida de la capitalidad la razón de su actual encanto. La gran crisis económica de aquellos años hizo que su desarrollo urbano se detuviera en el tiempo, anclando la arquitectura de su casco antiguo entre los siglos XVIII y XIX. En este sentido, es destacable la antigua Plaza de San Miguel, ubicada en el centro de Teguise, y desde la que se despliegan numerosos ejemplos de casa señorial urbana ligados a familias nobles de la época, como el Palacio Spínola —antaño sede insular de la Inquisición—, la Casa Torres, la Casa Don Eligio, la Casa Perdomo o la Casa Herrera y Rojas. Y si se quiere apreciar Teguise en todo su conjunto, la Ermita de San Rafael, ubicada en la loma homónima, permite una maravillosa y tranquila vista de la ciudad.
Sin embargo, el municipio de Teguise es mucho más que su capital. Así lo demuestran zonas tan dispares como El Jable, con sus arenas móviles de origen marino que recorren el centro de la Isla; o el Archipiélago Chinijo, con su extraordinaria biodiversidad faunística y florística. A propósito, este conjunto de islas puede contemplarse desde otro de los enclaves estrella de Teguise: la Playa del Risco, la cual se extiende, a lo largo de cinco kilómetros, desde el precioso pueblo pesquero de La Caleta hasta los vertiginosos acantilados de Famara.
Desde la caldera volcánica de Guanapay, sobre la cual se erige el mencionado Castillo de Santa Bárbara, es posible divisar todos los demás núcleos de población que componen el municipio de Teguise. En Tahíche, por ejemplo, se puede visitar la Fundación César Manrique, establecida en la propia casa que el artista canario construyó en su afán por fundir arquitectura y naturaleza en una sola obra. También en el cercano pueblo de Guatiza es posible contemplar una de sus últimas intervenciones en Lanzarote, su Jardín de Cactus: una selección de 4.500 ejemplares de 450 especies diferentes llegados desde los cinco continentes del mundo.
Por su parte, con una vocación más turística, no debemos olvidar el núcleo vacacional de Costa Teguise, levantado a principios de los años setenta en la costa suroeste de Lanzarote; o el pueblo de Charco del Palo, actualmente constituido como una colonia nudista cohabitada por ciudadanos de toda Europa.
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