Es Castell (o Villacarlos)
De entre los ocho municipios que componen la geografía menorquina, el de Es Castell —Villacarlos, en castellano— es el más pequeño de todos. También presume de ser el municipio situado más al este no sólo de Menorca, sino de toda España, por lo que entre los castellencos es costumbre decir, con una mezcla de orgullo y broma, que Es Castell es el primer lugar en ver nacer el sol cada día. Por si fueran pocos los títulos que atesora, Es Castell también goza de ser la población menorquina que más palpable hace su pasado británico, a través de su interesante historia y su bien conservado legado arquitectónico.
Asomado a la orilla sur del Puerto de Mahón —uno de los puertos naturales más grandes del mundo—, el territorio que ocupa Es Castell ha sido codiciado desde tiempos inmemoriales por las principales naciones europeas, dado su alto valor estratégico. El núcleo primitivo del municipio, desplazado del actual tan sólo uno pocos kilómetros, data del siglo XVI, cuando el hoy casi extinto Castillo de San Felipe fue mandado construir por Felipe II a fin de repeler los ataques piratas otomanos. Alrededor del mismo se gestó el llamado s´Arrabal de Sant Felip, un conjunto de casas pertenecientes a las familias de los soldados encargados de la defensa del castillo.
Durante la dominación británica de la isla en el siglo XVIII, dicho arrabal fue derribado por su excesiva cercanía a los muros del castillo; y en su lugar, su población fue desplazada a unos pocos kilómetros más al norte, entre Cales Fonts y Cala Corb. Allí se fundó, con trazado ortogonal y una espaciosa plaza de armas, el pueblo de Georgetown, el cual sería rebautizado más tarde como “Villacarlos” tras la definitiva reconquista española de la plaza en 1802. Sólo a partir de 1985 el pueblo pasará a llamarse Es Castell, su actual denominación.
Tal y como adelantábamos antes, hoy en día el pueblo de Es Castell ofrece al visitante numerosos vestigios de su pasado británico. Su urbanismo militar de calles rectas alberga, además, numerosas casas blancas con reminiscencias de la arquitectura victoriana, tales como las ventanas con cierre de guillotina o los boinders, balcones cubiertos de vidrieras por los tres lados de su estructura. La plaza de la Esplanada, ubicada en el mismísimo centro del pueblo a orillas de Cala Corb, nos ofrece edificios de origen colonial tan característicos como el del Ayuntamiento o el del Museo Militar, este último con gran variedad de piezas de la historia bélica menorquina en su haber. Todos ellos están pintados de “rojo inglés” —por imitar el color del típico ladrillo británico—, lo cual confiere a Es Castell un toque inconfundible. Cabe destacar también la iglesia del Roser, datada de finales del siglo XVII.
El resto del municipio atesora otros tantos atractivos turísticos. Al mencionado Castillo de San Felipe, del que tan sólo se conservan las ruinas de algunas torres y baterías, se le han de sumar el resto de fortificaciones militares ubicadas en las orillas del puerto de Mahón —la fortaleza de La Mola, el Fuerte Marlborough o la Torre d´en Penjat—. Además, el municipio posee dos islotes con larga historia a sus espaldas: la isla del Rey, hogar de un antiguo hospital militar británico; o la isla de la Cuarentena, llamada así desde finales del siglo XV por ser allí donde iban a parar las ropas de los tripulantes de barcos infectados.
Por último, el municipio de Es Castell también acoge el encantador puerto pesquero de Cales Fonts. Antigua zona de muelles y lonjas, hoy en día esta pequeña bahía —integrada en la localidad de Es Castell — alberga una de las zonas más marchosas del municipio. Bares de copas y restaurantes con platos típicos se encargar de medir el pulso de la zona durante todas las horas del día.
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