Centrale
El distrito de Centrale no podría entenderse de ninguna manera sin la majestuosa estación que le da nombre. Y es que la Stazione di Milano Centrale no es una más de la red ferroviaria italiana. Basta con contemplar su impresionante fachada de 200 metros de ancho, inspirada directamente en la Union Station de Washington, para comprobar que se trata de una de las terminales de ferrocarril más impresionantes de Europa, valiendo la pena desplazarse hasta ella, si es que no hemos llegado a la ciudad en tren, para recrearse en su arquitectura.
Este efecto —el de impactar en el viajero que llegaba o abandonaba la ciudad— no fue en ningún caso improvisado. Todo lo contrario: respondía a una clara voluntad por parte de Benito Mussolini de asociar el carácter monumental del edificio con la fortaleza del régimen fascista; de ahí que durante su mandato se modificara considerablemente el proyecto inicial de una estación llamada a sustituir a la antigua Estación Central de Milán, la cual, a inicios del siglo XX, se estaba quedando pequeña ante el aumento del tráfico ferroviario.
El dictador era consciente de que las estaciones (uno de esos espacios de paso o “no lugares”, como los definió el antropólogo francés Marc Augé) eran, y siguen siendo, enclaves especialmente efectivos para impactar en el viajero, pues en muchos casos constituyen la primera imagen que obtiene el visitante de la ciudad y en otros, la única.
Más allá de las razones que motivaron su imagen definitiva, es conveniente adentrarse en su amplio hall y traspasarlo para contemplar la monumental bóveda de acero y cristal que resguarda los 24 andenes de la misma. Allí, entre los viajeros recién llegados, las despedidas y las prisas, podréis comprobar que la Stazione de Milano Centrale tiene entidad propia y se erige como una suerte de ciudad que centraliza las comunicaciones de la capital lombarda. Pero si aún os faltan razones para visitarla, los bibliófilos debéis saber que en ella se encuentra La Feltrinelli Express, considerada librería más grande del país.
En el otro extremo de la Piazza Duca d’Acosta se alza la Torre Pirelli, un colosal rascacielos que acoge actualmente la sede del Consejo Regional de Lombardía y que en su momento fue una de las construcciones más elevadas de Europa. Erigida entre 1956 y 1960 por el arquitecto Gio Ponti, polifacético creador que se declaraba un gran enamorado de su ciudad y que en buena medida fue el culpable de que esta se acabara convirtiendo en el centro del diseño mundial, su planta alta ofrece una de las mejores panorámicas del skyline milanés, en el que destaca por su contundencia la Torre Velasca, uno de los iconos de la arquitectura brutalista.
Finalmente, a corta distancia de Centrale se halla el Corso Buenos Aires, la prolongada avenida que conecta Porta Venezia con Piazzole Loreto, un lugar ideal para ir de compras y conseguir gangas, pues a lo largo de sus 1600 metros de extensión se encuentran numerosos outlets de moda, calzado y complementos.
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