Coliseo
La zona de la capital italiana donde se ubica el célebre Coliseo no constituye un barrio en sí misma, sino que ocupa diferentes sectores de tres rioni (los distritos en los que se distribuye el centro de Roma): Campitelli, Ripa y Sant’Angelo. Así pues, cuando nos referimos a la zona turística del Coliseo o Colosseo (en italiano) hablamos, en realidad, de un pequeño sector urbano comprendido entre la via di San Gregorio, la via dei Fori Imperiali, el Circo Máximo y la vía del Teatro di Marcello.
El entorno del Coliseo se caracteriza por ser una de las zonas del centro de Roma con menos residentes y, al mismo tiempo, por contar con un repertorio espectacular de bienes patrimoniales. A consecuencia de ello, la abundancia de turistas siempre está asegurada.
Lógicamente, lo que nos mueve hasta aquí es la presencia del anfiteatro más famoso del planeta, que fue levantado en época del emperador Vespasiano (72 d.C.) para convertirse en el gran complejo de entretenimiento de los romanos. Allí tuvieron lugar, entre otros eventos, luchas de fieras, batallas navales y los míticos juegos de gladiadores. Con capacidad para 50.000 espectadores, aún hoy, cuando ha perdido buena parte de su fachada, sigue impresionando al mundo por sus dimensiones y su elegancia clásica.
Tras abandonar el Anfiteatro Flavio (como se conocía inicialmente al Coliseo), vale la pena adentrarse en los Foros Romanos para avanzar entre sus ruinas y tratar, con un poco de imaginación, de reconstruir mentalmente las calzadas y edificios que integraban el corazón del Imperio romano; de igual manera que los relieves que decoran algunos de sus arcos —como el de Tito y Septimio Severo— rememoran las hazañas acontecidas bajo sus gobiernos. Las habilidades constructivas de los romanos se evidencian inmediatamente al contemplar las ruinas de edificios tan espectaculares como la basílica de Majencio, el circo Máximo o el mercado de Trajano.
Las inmediaciones del Coliseo también albergan rincones que hablan de la elegancia adquirida por la capital romana durante la Edad Moderna. Es el caso de la plaza del Campidoglio, cuya reestructuración urbana, ordenada por el papa Pablo III, corrió a cargo del mismísimo Miguel Ángel Buonarroti. En ella se encuentran los Museos Capitolinos, los cuales custodian, entre otras muchas piezas de interés, la conocida escultura de la Loba capitolina, animal que, según la tradición, amamantó a Rómulo y Remo, los fundadores de Roma.
Junto a la plaza del Campidoglio se encuentra también el imponente monumento a Víctor Manuel II, una construcción que en su momento generó muchísima polémica a causa de su impacto urbanístico. Lo que también provocó fue mofas entre los romanos, quienes no tardaron en bautizar a esta mole de mármol blanco como “la máquina de escribir” o “la tarta nupcial”.
Antes de abandonar el corazón de la antigua Roma, toca cumplir con una de las tradiciones turísticas de la ciudad: la de introducir la mano en la Boca della Verità. Y es que, según la tradición, esta curiosa escultura situada en la iglesia de Santa María in Cosmedin muerde la mano a quienes no dicen la verdad. ¿Te atreverás?