Ciudad Vieja – Staré Město
El Puente de Carlos es una de las construcciones más famosas de Praga debido a su belleza y a su ubicación estratégica, pues conecta dos de los barrios más entrañables de la capital checa: Staré Město y Malá Strana. Ambos distritos parecen dialogar entre sí desde sus respectivas orillas del río Moldava. Los dos con sus correspondientes plazas principales (Malostranské Náměstí y Staroměstské náměstí) ejerciendo de centro neurálgico del barrio, los dos con sus respectivos templos dedicados a San Nicolás…
En esta ocasión, sin embargo, pondremos el foco en la Ciudad Vieja. Un barrio cuyas primeras referencias históricas se remontan al siglo IX y que más tarde se convertiría en ciudad independiente con sus propias murallas y ayuntamiento.
Su urbanismo desordenado y encantador a partes iguales es el testimonio más evidente del origen medieval de Staré Město. De hecho, mientras se pasea sin rumbo fijo por su enrevesado conjunto de calles contemplando las iglesias y elegantes edificios históricos que salpican el barrio es fácil trasladarse a otra época.
Eso sí, aunque el barrio invite a pasear sin mapa ni destino determinado, por nada del mundo deberíais perderos la plaza de la Ciudad Vieja, un escenario mágico compuesto por coloridas fachadas que muestran orgullosas sus particularidades, como si quisieran llamar la atención del paseante, destacando así su entidad propia frente al resto de edificios que completan el conjunto. En el centro de todos ellos sobresale el Monumento a Jan Hus, líder protestante que murió en la hoguera y al que la ciudad de Praga homenajeó, 500 años después de su fallecimiento, erigiéndole un grupo escultórico en tan privilegiado escenario.
Es probable que antes que en él reparéis en el famoso Reloj Astronómico de Praga, una verdadera joya medieval que entretiene a los visitantes en cada cambio de hora, Sus esculturas cobran vida y protagonizan un singular desfile en el que las representaciones de los 12 apóstoles pasan una a una por las dos ventanillas ubicadas en la parte superior.
Otro de los iconos de la plaza de la Ciudad Vieja es la iglesia de Nuestra Señora de Týn, un templo que, pese a no hallarse en la plaza propiamente dicha, acapara muchas miradas por la forma puntiaguda y sumamente atípica de sus elevadas torres. Y hablando de torres, tampoco deberíais pasar por alto la de la Ciudad Vieja, una preciosa construcción gótica que preside la entrada al Puente de Carlos, ni la de la Pólvora, situada en el extremo opuesto del barrio. Junto a la última se encuentra el refinado edificio de la Casa Municipal, considerado una obra maestra del Art Nouveau praguense. La elegancia de su fachada y de sus salones internos demuestra que el barrio de Staré Město puede ofrecer al viajero mucho más que vestigios de su pasado medieval.
Finalmente, los amantes de los libros deben entrar sí o sí en el Klementinum de Praga. Y es que el que fuera un antiguo colegio de los jesuitas alberga una Biblioteca Barroca con más de 20.000 ejemplares en la que es conveniente ingresar tanto para recrearse en su mobiliario de época como en las pinturas al fresco que ornamentan sus paredes.
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