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Descubre con Jesús Terrés la belleza y poesía que esconde el paraíso de Formentor en Mallorca. Además, el periodista se aloja en uno de los mejores hoteles.


Periodista e influencer, este experto en estilo de vida y placeres terrenales sabe de lo que habla. Tras pasar unos días en Formentor, a Royal Hideaway Hotel, en Mallorca, nos habla de la belleza única  de lugar, la misma que no quiere olvidar.

El Formentor más íntimo de Jesús Terrés

La llegada a Formentor oscila entre el asombro y la fábula, ¿cómo es posible tanta belleza? Porque uno llega, qué ingenuos somos tantas veces, creyendo conocer el mundo porque ya ha leído mucho —y porque lo has visto mil veces en cada fotografía, en cada fragmento de cada página y cada fotograma de cada red social- pero nada más lejos de la verdad: el mundo (el de verdad) es otra cosa infinitamente más bella y sorprendente. Es cierto lo que dicen: viajar es la única cosa que puedes comprar que, de verdad, te hace más rico.

Uno llega a Formentor, a Royal Hideaway Hotel y la vida se detiene ante el desfile lento (parece una sinfonía, un baile que no cesa) de pinares, acículas, buganvilias y veleros. De atardeceres imposibles y barcos allá a lo lejos — ¿Qué historia se esconderá tras cada cubierta? Mi Formentor (porque si hay un lugar en el mundo capaz de construir infinitas versiones de uno mismo para cada persona, es éste) está pegado a la naturaleza, a las aguas turquesa del Mediterráneo cobijado bajo la sombra de los pinos.

Imagen tomada y facilitada por Jesús Terrés

Mágico fue su nacimiento, en 1929, de la mano de Adán Diehl en aquella fiesta donde se bailaron tangos y descorcharon cientos —esto no lo sé, pero lo intuyo— de botellas de champán. Mi Formentor, insisto, camina discreto de la mano de la literatura y el placer: ¿qué es este hotel, sino un canto a la belleza?

En 1959 Camilo José Cela convoca la primera de tantas Conversaciones Poéticas en este rincón aislado de esta isla rendida al negro sobre blanco: “Mallorca es el paraíso, si puedes resistirlo”, le dijo Gertrude Stein a Robert Graves y bien podría ser Formentor el Macondo de tantos escritores, de tanto talento enamorado de la Isla: Julio Cortázar, Julio Verne, Llorenç Villalonga, Màxim Huerta o Josep Pla.

Siempre he pensado que tenemos dos vidas. Una es la real; la del día a día, el run run de los quehaceres y los compromisos; la segunda es la emocional, esa que sucede entre el corazón y los recuerdos. La primera vida tiene un momento y un lugar: ahora. La segunda sucede tantas veces como veces la sientes; por eso nunca olvidaremos un lugar inundado de belleza, aquel primer beso o el olor de la cocina de tu madre. En ésta vida la vives a cada momento (la emoción a flor de piel escuchando esa canción…) y si la felicidad tiene un color, es el de esa vida: la que late en el corazón y la memoria.

Yo sé que será imposible olvidar este lugar. Quizá un día vuelva (quizá no), pero tras cada playa recordaré aquella playa, todas las calas serán tu cala y bajo cada pinar recordaré (siempre) aquel paseo de tu mano y aquel beso que escondía todos los besos del mundo.

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