Qué ver y hacer en León en un fin de semana

Alójate en el corazón de la ciudad para poder comenzar tu viaje en el lugar más icónico: la Catedral de Santa María de León, una joya del gótico europeo conocida como la “Pulchra Leonina”. Sus vidrieras (más de 1800 metros cuadrados de luz filtrada) son un espectáculo a cualquier hora, pero, si puedes, visítala por la mañana, cuando el sol atraviesa los cristales y tiñe de colores la piedra. Subir a las torres o recorrer el museo catedralicio merece la pena, sobre todo si te interesa el arte medieval. Y, después, desde la Plaza de Regla, donde se levanta la catedral, puedes tomar un café mientras observas cómo la ciudad se despereza con calma.

Situado frente a la Plaza Mayor, es un magnífico ejemplo de arquitectura renacentista civil en Castilla y León. Construido en el siglo XVI por los Guzmanes, señores de la ciudad, destaca por su imponente fachada de sillería y su elegante patio interior con columnas y arcos que reflejan la influencia italiana del Renacimiento.

Hoy alberga la Diputación de León, pero gran parte del edificio se puede visitar, incluyendo el patio y la escalera principal, que permiten apreciar de cerca la maestría de su diseño. 

A apenas unos minutos a pie de la catedral se encuentra otro imprescindible: la Basílica de San Isidoro, uno de los conjuntos románicos más importantes de España. No te pierdas el Panteón Real, con sus frescos del siglo XI. Si se conoce como “la Capilla Sixtina del Románico” debe haber una razón, ¡tienes que verlos!

Además de su valor artístico, el conjunto tiene una atmósfera especial, sobre todo al atardecer, cuando el sol cae sobre la piedra dorada del edificio y las campanas marcan el final del día.

El Convento de San Marcos es otro de los imprescindibles que ver en León y una de las grandes joyas del Renacimiento español. Construido en el siglo XVI gracias a una donación de Fernando el Católico, su aspecto monumental y su historia lo convierten en un emblema de la ciudad. Desde 1964 alberga el Parador Nacional de Turismo de León, aunque una parte del conjunto sigue abierta al público. No dejes de visitar su impresionante iglesia gótica, donde se encuentra el Museo de San Marcos, con valiosas colecciones arqueológicas y obras de arte de distintas épocas.

Quizás te sorprenda, pero Gaudí dejó una de sus huellas fuera de Cataluña precisamente aquí, con la construcción de la Casa Botines. Se trata de un edificio de estilo neogótico con detalles modernistas fruto de la increíble imaginación del arquitecto. Hoy también es un museo que combina arte, diseño y explica la historia de la propia construcción.

Como todas las obras de Gaudí parece sacada de un cuento y, aunque la arquitectura no sea lo tuyo, merece la pena verla.

El arte de León también mira al presente, y su mejor ejemplo es el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC). Su imponente fachada multicolor, inspirada en las vidrieras de la catedral gótica, se ha convertido en uno de los iconos arquitectónicos más reconocibles de la ciudad y en una metáfora perfecta del diálogo entre tradición y vanguardia que caracteriza a León.

Inaugurado en 2005, el MUSAC es mucho más que un espacio expositivo: es todo un punto de encuentro entre creadores, público y nuevas corrientes estéticas. En su interior, el visitante puede recorrer un conjunto de salas donde el arte contemporáneo se manifiesta en todas sus formas -pintura, escultura, vídeo, instalación, performance o arte digital-, con una programación dinámica que da protagonismo tanto a artistas nacionales consolidados como a jóvenes talentos internacionales

Sus exposiciones temporales, siempre innovadoras y provocadoras, invitan a reflexionar sobre los desafíos del presente y el papel del arte en la sociedad actual. Además, el museo organiza talleres, conferencias, proyecciones y actividades educativas que acercan el arte contemporáneo a todos los públicos y a familias, por lo que si viajas con niños, bien merece una visita.

Después de sumergirte en el arte, es momento de disfrutar de un poco de aire libre. El paseo del río Bernesga atraviesa León de norte a sur y se convierte en un refugio perfecto para pasear, hacer deporte o simplemente sentarte a leer y dejar que el tiempo pase despacio. A lo largo de sus orillas encontrarás zonas ajardinadas, bancos y rincones tranquilos donde relajarte mientras contemplas el agua y la vida cotidiana de la ciudad.

Desde este paseo se puede disfrutar de una perspectiva diferente del casco antiguo, con sus tejados, torres y plazas que se revelan entre la vegetación, ofreciendo vistas que sorprenden incluso a quienes ya conocen León. Siguiendo el recorrido, se puede llegar hasta el Parque de Quevedo, uno de los pulmones verdes más importantes de la ciudad, ideal para recorrer sus senderos, disfrutar de un picnic o dejar que los niños jueguen libremente. Entre el bullicio urbano y la serenidad de sus espacios verdes, el Bernesga se presenta como un lugar donde la naturaleza y la ciudad conviven en armonía, invitando a descubrir León desde un ángulo más relajado y contemplativo.

Cuando cae la tarde, el plan está claro: hay que respetar los usos locales e ir de tapas por el Barrio Húmedo. Aquí se mantiene la buena tradición de servir cada bebida acompañada de su tapa, una costumbre que León conserva con orgullo.

El Húmedo, como se suele llamar esta zona, es un entramado de callejuelas que se ha convertido en una institución gastronómica, donde cada bar es conocido por su especialidad. Algunos clásicos son La Bicha, por su morcilla; El Rebote, con sus croquetas míticas; El Flechazo, para probar sus patatas picantes; y La Rua 11, por su selección de vermú.

Eso sí, si prefieres un ambiente más relajado y sofisticado, basta con cruzar al vecino Barrio Romántico. Aquí los locales invitan a disfrutar con calma: vinotecas con propuestas cuidadas, bares de autor con cócteles originales y pequeños espacios con música en directo que crean una atmósfera más íntima. Es el lugar perfecto para cerrar la velada, prolongar la conversación y descubrir otro rostro de León, más pausado y cercano, donde cada rincón tiene su encanto y cada copa se acompaña de historias que invitan a saborear la ciudad de otra manera.

Y, hablando de dónde ir a comer, no podemos dejar de recomendarte los productos más representativos de la zona: la cecina de León, curada con maestría; el botillo del Bierzo, un plato contundente lleno de sabor; la morcilla leonesa, con su textura y aroma inconfundibles; el queso de Valdeón, intenso y delicioso; o las tradicionales mantecadas de Astorga, dulces que no pueden faltar al final de cualquier comida. Pero esto es solo el principio de un recorrido gastronómico que sorprende a cada bocado.

Tampoco puede faltar el cocido maragato, plato emblemático de la comarca de la Maragatería, famoso por servirse “al revés”: se comienza con las carnes, se continúa con los garbanzos y las verduras, y se finaliza con la sopa, una tradición que refleja el ingenio y la personalidad de la cocina leonesa. Cada plato cuenta una historia, cada ingrediente habla de la tierra y de quienes lo elaboran con esmero, transmitiendo un sentido de identidad que se siente en cada comida. Porque si algo define León, además de su patrimonio, es su gastronomía honesta ¡y contundente!

Si tu escapada se alarga o te gusta explorar más allá de la ciudad, hay varios lugares cercanos que merecen el desvío:

●       Castillo Valencia de Don Juan: a unos 40 km, es un castillo perfectamente conservado que ofrece vistas sobre el río Esla.

●       Astorga, a media hora en coche, donde puedes visitar el Palacio Episcopal de Gaudí y probar el mejor chocolate artesanal de la provincia.

●       Las Médulas, Patrimonio de la Humanidad, un paisaje de antiguas minas romanas de oro entre montañas rojizas (a una hora y media, pero merece el viaje).

●       Ya en El Bierzo, a una hora y media de León, está Ponferrada con uno de los castillos templarios mejor conservados de España. Una fortaleza impresionante con vistas al Sil y una historia ligada al Camino de Santiago.

●       Cerca de Ponferrada, Molinaseca es uno de los pueblos más bonitos de la ruta jacobea: calles empedradas, casas de piedra con balcones floridos y un puente medieval que parece detenido en el tiempo. Es el lugar perfecto para pasear sin prisa y cerrar el viaje con calma.