Así suena el Caribe
Así suena el Caribe: Costa Rica, epicentro de la música latina en América.
Sus ritmos y melodías sacuden nuestras caderas, animan a bailar, o al menos moverse al compás. Entre México y Chile las canciones suenan optimistas y allí, todo se ve de otro color. Pero si en algún país convergen todas, ese es Costa Rica.
El ritmo caribeño era otra cosa (mejor)
Sólo dos recomendaciones antes de seguir leyendo este artículo. La primera es que busques a través de tu app de música favorita el nombre ‘Putumayo’. La segunda, o bien que te pongas auriculares si vas en transporte público (gracias de antemano), o que subas el volumen de la música si estás en un lugar que te permita hacerlo.
La música que suena, pegadiza, rítmica y optimista, es la que el empresario Dan Storper ponía en su tienda de ropa y productos artesanales hace ya 25 años. Los recopilatorios (hoy listas de Spotify) de lo que él llamó ‘músicas del mundo’ gustaban tanto a todos los que entraban a curiosear a su negocio que pasó algo inesperado: sólo unos años después de la apertura, en 1997, acabó cerrando el local, vendió la empresa y centró toda su atención en el negocio de la música. Además, convenció a la ilustradora inglesa Nicola Heindl para que formara parte de este proyecto. Por supuesto aceptó y terminó haciendo más de 100 portadas de discos que ha lanzado esta especie de discográfica, todas coloridas y sencillas a través de las cuales representa la cultura que se esconde detrás de cada álbum.
Así nació Putumayo World Music –su nombre hace referencia al río que atraviesa Colombia, Ecuador, Brasil y Perú-, como negocio y para rendir su particular tributo a la música caribeña y africana con una promesa para sus oyentes: sus ritmos, aseguran, te harán sentir bien.
¿Sabrías diferenciar sus ritmos?
Una de las maneras a través de las cuales mejor se expresa el centro y el sur de América es justamente a través de la música, un lenguaje que forma parte de su ADN Y que está tan arraigado a su cultura popular casi más que el café a Costa Rica o el dulce de leche a Argentina.
A no ser que seas un asiduo a las clases de baile los viernes por la noche, tu nivel de conocimiento de ritmos latinos será más bien normal, tirando a bajo. Con estos puntos, y sobre todo sus ejemplos, serás capaz de al menos empezar a distinguir qué tipo de música suena en cada momento.
Uno de los compases más conocidos y extendidos aquí y allá por sus canciones pegadizas es la salsa. Según cuentan, se llama así porque una marca de salsa patrocinaba la sección de la radio en la que se emitían estas canciones, y sea así o no, lo cierto es que es tan adictiva como la mayonesa. Con rasgos de jazz y son cubano, algunos de sus instrumentos son timbales, maracas, piano y trompeta, entre otros. Escucha Pedro Navaja, de Rubén Blades, un clásico que te hará mover los pies.
Procedente de Colombia, pero famosa en América Latina en particular, y en el mundo en general, la cumbia se baila en parejas, nunca en grupo o en fila. Aunque tiene muchas versiones como la mexicana, peruana o venezolana, en la tradicional podrás distinguir tambores, gaitas colombianas, flauta de milo o el maracón. Con millones de visitas en YouTube, Alberto Barros es uno de los reyes de la cumbia. Dale al play y márcate unos pasos.
La rumba catalana es la de los maestros Peret y El Pescaílla, pero la tradicional vino de Cuba en el siglo XIX y así lo registró la UNESCO cuando nombró este género Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Los tambores y la percusión de origen africano son sus principales signos de distinción, y bailarla como lo hacen los cubanos es tan complicado como fascinante. Con el grupo Los muñequitos de Matanzas y canciones como Rumba pa’los rumberos se te irán los pies. Pruébalo.
Si uno asocia el concepto merengue con cantantes internacionalmente conocidos como Juan Luis Guerra o Elvis Crespo el punto de partida es otro. Con un ritmo más rápido que la rumba, es de los más bailados en el Caribe por su alegría y buen rollo. Lo distinguirás por el acordeón, saxo, piano y trompeta. Date el gusto de escuchar una vez más La Bilirrubina.
Quedarse con uno solo de los ritmos es tarea complicada, pues todos animan al movimiento frenético de caderas. Y aunque Costa Rica tiene su propio folclore, todas las músicas latinas convergen en este punto de Centroamérica en el que la naturaleza campa a sus anchas como en pocas partes del mundo.
Si viajas hasta la capital en busca de uno de los cafés más famosos del mundo y te hospedas en el Barceló San José podrás comprobarlo, pues el mejor plan para después de la cena es tomar un cóctel con música en directo en El Bosque Bar.
Haz del hotel tu centro de operaciones y recorre la ciudad en busca de los mejores clubes para poner en práctica lo aprendido. Mientras preparas tu viaje tienes tiempo de escuchar al menos tres o cuatro álbumes de Putumayo y, si vas con niños, ponerles a ellos la versión Kids, todo un aprendizaje de lo diferentes y ricas que son las culturas del mundo.