Curated Itinerary: ruta por Benidorm y alrededores con Marta Travels
La viajera y creadora de contenidos Marta Travels (@imartatravels) traza esta guía de tres días por los pueblos más bonitos de Alicante desde la ciudad de Benidorm. Rincones con encanto, naturaleza, los mejores planes gourmets y un hotel donde quedarse a vivir
Si estás pensando en hacer una escapada corta pero llena de buenos momentos, Alicante es un destino que lo tiene absolutamente todo. Desde paisajes naturales hasta pueblos llenos de historia y encanto, pasando por playas espectaculares. Uno de esos lugares que combina lo mejor del Mediterráneo con una oferta cultural y gastronómica que sorprende.
En esta ruta de tres días tuve la oportunidad de desconectar por completo y reconectar con lo esencial: el mar, la calma y el placer de descubrir rincones únicos. Me dejé llevar por carreteras secundarias cada parada fue un regalo. Paseé por pueblos mágicos donde el ritmo de vida es otro, probé sabores auténticos en pequeñas tabernas locales y me perdí entre paisajes que parecía sacados de una postal.
Esta ruta por pueblos de Alicante es perfecta si quieres hacer un viaje en solitario
Para completar la experiencia, me alojé en un lugar que fue clave para disfrutar aún más de esta escapada: el hotel Barceló Benidorm Beach. Ubicado en primera línea de playa, fue el refugio perfecto después de cada jornada de exploración. Amanecer con vistas al mar, bajar a desayunar con el sonido de las olas de fondo y terminar el día viendo el atardecer desde la terraza hicieron que este viaje tuviera ese toque especial que se queda contigo mucho después de volver a casa.
Vistas desde el hotel Barceló Benidorm Beach
Calpe y Altea, mar y tradición (a 35 min de Benidorm)
Empecé la aventura en Calpe, subiendo al Peñón de Ifach, una de las rutas más impresionantes de la Costa Blanca. La subida tiene su esfuerzo, pero las vistas desde lo alto son absolutamente increíbles: el azul del mar, la costa a lo lejos y el aire fresco del Mediterráneo lo convierten en un lugar que hay que visitar al menos una vez en la vida. Dato importante: llevar buen calzado porque hay un tramo que las piedras resbalan.
¡En la cima del Peñón de Ifach!
Después, hice una breve parada en la iglesia ortodoxa Rusa de San Miguel Arcángel, que sorprende por sus cúpulas doradas y su arquitectura tan distinta a lo que esperas encontrar en esta zona. Muy fotogénica y diferente. La entrada cuesta 3 euros.
La Iglesia de San Miguel Arcángel
La tarde la pasé en Altea, el pueblo que es conocido por ser el Santorini español y uno de los más bonitos de la Costa Blanca. Calles empedradas, fachadas blancas llenas de buganvillas, tiendas de artesanía, galerías de arte y ese ambiente relajado de pueblo costero que invita a caminar sin prisa y dejarse llevar.
Altea tiene una esencia muy especial. Su casco antiguo, ubicado en lo alto de una colina, conserva todo el encanto mediterráneo. Subir por sus callejuelas hasta llegar a la Plaza de la Iglesia es como entrar en una postal: la cúpula azul y blanca de la Iglesia de Nuestra Señora del Consuelo destaca entre las casas encaladas y el mar de fondo.
El mirador junto a la iglesia es una parada obligatoria al atardecer: las vistas al Mediterráneo, la sierra y el skyline de Benidorm a lo lejos son simplemente espectaculares. Además, es un lugar perfecto para sentarse, tomarse algo y disfrutar del ambiente mientras cae el sol.
De paseo por la bella Altea
Día 2: Guadalest y las Fuentes del Algar (a 30 min de Benidorm)
El segundo día lo dediqué a conocer el interior. Empecé por Guadalest, un pueblo que parece sacado de una postal. Está construido en lo alto de una montaña y tiene un castillo con vistas impresionantes al embalse y al valle. Subí al Castillo de San José, una antigua fortaleza del siglo XI desde donde se obtienen unas vistas espectaculares del valle y del pantano. Pasear por sus calles empedradas, entre casas de piedra, miradores y pequeñas tiendas artesanales, es como retroceder en el tiempo. Es de esos lugares que conservan su esencia.
Además, Guadalest es famoso por sus peculiares museos. Hay uno de miniaturas, otro de microminiaturas, y hasta un museo de instrumentos de tortura medieval. Algunos son curiosos y originales, perfectos para una visita diferente si tienes tiempo. La tranquilidad que se respira, junto con la belleza del entorno natural, hacen que este pueblo sea una parada imprescindible para quienes buscan una escapada con encanto. Ideal para dedicarle toda una mañana o una tarde con calma.
Guadalest y su castillo a vista de dron
Después, para refrescarme, fui a las Fuentes del Algar, un paraje natural que me sorprendió muchisimo. El entorno es precioso: lleno de vegetación, con pequeñas cascadas y pozas de agua cristalina que invitan a bañarse. El agua está bastante fría, pero merece totalmente la pena meterse. Si no te apetece, puedes caminar por los senderos habilitados, parar en cualquier rincón para mojarte los pies o simplemente sentarte a disfrutar del sonido del agua, es muy relajante. La entrada cuesta 6 euros, y sinceramente, lo considero un precio muy justo por lo bonito y bien cuidado que está todo el espacio. Si te gusta la naturaleza, este es un lugar que no te puedes perder.
Tomando un descanso en las Fuentes del Algar
Día 3: Benidorm con calma y vistas increíbles
El último día lo pasé en Benidorm, pero quise disfrutarlo de una forma diferente. En vez de la típica playa concurrida, empecé la mañana en la Cala Tío Ximo, una pequeña cala escondida con aguas tranquilas y cristalinas. Luego, subí al Mirador el Balcón del Mediterráneo, desde donde se puede ver toda la bahía. Un sitio ideal para hacer una pausa y contemplar el paisaje.
Y finalmente subimos al mítico Mirador de la Cruz, desde dónde tienes las mejores vistas de todo Benidorm.
El famoso Mirador de la Cruz de Benidorm
Mi hogar estos días fue...
Durante esta escapada me alojé en el hotel Barceló Benidorm Beach, y la verdad es que no puedo estar más contenta de haber podido disfrutar de este pedazo hotel. Es un hotel solo para adultos, lo que lo hace especialmente tranquilo, y está justo frente a la playa de Levante. La ubicación es perfecta para ir caminando a todos lados, y desde la habitación tenía unas vistas al mar.
Viviendo la vida que merezo en el hotel Barceló Benidorm Beach
Una de las cosas que más disfruté fue el desayuno buffet. Me sorprendió mucho porque, además de ser muy completo, apuestan por productos locales y de proximidad. Desde frutas frescas, embutidos de la zona, quesos, y además te preparan los huevos a tu gusto. El desayuno está todo cuidado al detalle.
Para la comida, reservé en el restaurante La Santa María, dentro del propio hotel, y fue todo un acierto. Su propuesta es una fusión de cocina latinoamericana servida en formato de tapas. Probé varias especialidades: ceviche, tacos, etc con sabores exóticos que me encantaron. Lo mejor de todo es que cada plato viene acompañado de un cóctel especialmente creado para realzar los sabores, así que la experiencia se convierte en un pequeño viaje gastronómico sin salir del hotel. Es una comida divertida, diferente y muy sabrosa. Además tuvimos la suerte de que ese día había música en directo.
La agradable terraza de La Santa María
Otro rincón que me encantó del hotel fue el rooftop B-Heaven, una terraza en la azotea con vistas panorámicas de Benidorm. Tiene una piscina que invita a relajarse mientras ves cómo el sol cae sobre el mar. Ideal para tomar algo al atardecer, ya sea un cóctel, un vermut o un simple café con vistas.
Tres días me bastaron para volver con la sensación de haber desconectado de verdad. Desde los paisajes del interior hasta la calma de las calas y la gastronomía de altura, esta ruta por Alicante me dejó con ganas de volver. Y alojarme en este hotel fue la guinda perfecta: descanso, buena comida y vistas inolvidables.
Piscina del hotel Barceló Benidorm Beach