Rumbo a Fez: Marruecos en estado puro
La ciudad imperial más antigua de Marruecos es un destino donde cada rincón parece sacado de otra época entre madrasas, zocos y curtidurías. Descubre ahora sus imprescindibles y los lugares que no deberás pasar por alto durante tu visita
Fez un viaje directo a la Edad Media, un laberinto de calles estrechas, puertas monumentales, aromas intensos y artesanos que trabajan como lo hacían hace siglos. Si alguna vez te has preguntado qué ver en Fez, la respuesta es sencilla: casi todo, porque en esta ciudad cada esquina parece detenida en el tiempo.
Fundada en el siglo VIII y considerada la más antigua de las ciudades imperiales de Marruecos, su Medina -Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO- es la mayor zona peatonal del mundo. Aquí no hay ruido de motores, solo el murmullo de los zocos, los martillazos de los artesanos y el bullicio de quienes viven su día a día dentro de las murallas.
El zoco en Fer
La Medina: el corazón palpitante de Fez
Entrar en la Medina es aceptar que vas a perderte, y eso es precisamente parte de la experiencia. Lo mejor de pensar en qué hacer en Fez es asumir que el simple hecho de caminar por sus callejuelas ya es un plan en sí mismo. Desde el icónico Bab Boujeloud (la puerta azul, azul por un lado y verde por el otro) empiezan las avenidas principales, que se van ramificando en callejones repletos de tiendas, talleres y aromas de especias.
La puerta azul de Fez
Muy cerca encontrarás la Madrasa Bou Inania, una joya de la arquitectura meriní del siglo XIV que aún hoy funciona como escuela y mezquita. A diferencia de otros espacios religiosos, se puede visitar casi en su totalidad y su minarete verde se ha convertido en símbolo de la ciudad.
Minarete de la Madrasa Bou Inania
Otro punto imprescindible es el Funduq al-Nejjarin, antiguo caravansar restaurado que hoy acoge un museo dedicado a la madera. Su patio de tres pisos con galerías de cedro tallado es uno de esos lugares que sorprenden incluso a quienes ya creen haberlo visto todo.
Patio del Funduq al-Nejjarín
Y si hablamos de tradición, hay que mencionar la Universidad de Al-Qarawiyin, considerada la más antigua en funcionamiento del mundo. Aunque la mezquita no está abierta a no musulmanes, su biblioteca y la vida que gira alrededor de la plaza Seffarine —donde los caldereros golpean el cobre con un ritmo hipnótico— sí que merecen una visita.
Exteriores de la Universidad de Al-Qarawiyin
La medina de Fez se divide en dos mitades, separadas por el río Oued Fes y formadas por diferentes oleadas de inmigración: en la orilla occidental se encuentra el distrito de Adwat al-Qarawiyyin , y en la oriental, el distrito de Adwat al-Andalus , fundado por los moros expulsados de Córdoba por los Omeyas en el siglo IX. Estos trajeron consigo su arte y arquitectura típicos, y de hecho, los edificios de Adwat al-Andalus recuerdan mucho a la arquitectura morisca de Andalucía. En general, los edificios aquí son algo más sencillos y menos impresionantes que en Adwat al-Qarawwiyyin, por lo que a veces se omite esta parte de la medina. Sin embargo, es sin duda una visita interesante que también incluye importantes lugares de interés en Fez, como la Mezquita Andalusí .
La impresionante medina de Fez
Un viaje a Fez no está completo sin acercarse a la curtiduría de Chouara, uno de los lugares más fotografiados de Marruecos. Dado que las curtidurías se han convertido con el tiempo en una atracción turística, es comprensible que haya que pagar una pequeña propina para admirar las artesanías desde las terrazas de las tiendas de cuero de los alrededores . Se recomienda colocar una ramita de menta bajo la nariz, ya que las curtidurías desprenden un olor muy penetrante. Por supuesto, Fez también es un lugar ideal para comprar productos de cuero hechos a mano, tanto en las tiendas especializadas como en los coloridos zocos de la ciudad.
Trabajadores en una curtiduría
Sabores de Fez: un viaje para el paladar
Si hay algo que completa la experiencia en Fez es su gastronomía. Entre las callejuelas de la Medina encontrarás pequeños puestos y restaurantes familiares donde probar clásicos como el tajín de cordero con ciruelas, el cuscús de verduras o la pastela de pollo y almendras, un plato típico de la ciudad que combina lo dulce y lo salado de forma única. Los mercados, como el de R’cif, son una auténtica explosión de aromas y colores, perfectos para probar aceitunas, especias o dulces de miel recién hechos. Si buscas una experiencia más tranquila, hay riads que ofrecen cenas en patios interiores, ideales para disfrutar de la cocina marroquí con calma. Y para quienes quieran un ambiente más cosmopolita, en la Ville Nouvelle abundan cafés modernos y restaurantes con propuestas que fusionan la tradición marroquí con un toque internacional.
Qué ver en Fez más allá de la Medina
Aunque gran parte del tiempo lo pasarás recorriendo la Medina, también hay qué ver en Fez fuera de sus murallas. La Mellah, el antiguo barrio judío, es el mejor conservado de Marruecos. Sus balcones de madera sorprenden porque contrastan con la arquitectura musulmana tradicional, y aún se pueden visitar la sinagoga Ibn Danan y el cementerio judío.
Una calle de Mellah
A pocos pasos está el Palacio Real, cuya fachada monumental es una de las imágenes más fotografiadas de la ciudad, aunque el interior no se puede visitar. Y si buscas una panorámica de Fez, nada como subir a las tumbas meriníes, ruinas en lo alto de una colina desde donde se contempla la Medina en toda su extensión, sobre todo al atardecer.
Las tumbas meriníes
Excursiones desde Fez
Si cuentas con más días, puedes usar la ciudad como base para explorar otros rincones de Marruecos. La cercana Meknès, otra ciudad imperial, se combina fácilmente con una visita a las ruinas romanas de Volubilis y al santuario de Moulay Idriss, el lugar más sagrado del país.
También merece la pena escaparse a Ifrane, conocida como la "Suiza de Marruecos" por su arquitectura alpina y su estación de esquí. Y, para quienes buscan aventura, Fez es el punto de partida perfecto para una ruta al desierto de Merzouga, con noches bajo las estrellas y dunas infinitas.
Cómo organizar tu visita
Decidir qué ver en Fez en dos días puede ser todo un reto. La ciudad tiene tanto que ofrecer que conviene planear un itinerario básico: un día para perderse por la Medina y otro para visitar la Mellah, el Palacio Real y disfrutar de una puesta de sol desde las colinas.
Si te preguntas dónde alojarte en Fez, una buena idea es optar por el hotel Barceló Fès Medina, un hotel con todas las comodidades en el corazón de la ciudad y con una propuesta gastronómica de altura. Cabe destacar sus restaurantes La Dolce Vita, capitaneado por el chef con estrella Michelin Niki Pavanelli; y Le Bistrot, especializado en cocina auténtica marroquí.
Piscina del hotel Barceló Fès Medina
Vivir la esencia de Fez
Lo que hace especial a Fez no es solo su patrimonio monumental, sino su atmósfera. Aquí la vida transcurre como hace siglos, entre talleres, mezquitas, plazas y mercados que mantienen intacta la esencia del mundo árabe medieval.
Pensar en qué hacer en Fez es dejarse llevar: probar un tajín en una terraza escondida, ver cómo trabajan los artesanos del cuero o del cobre, entrar en una madrasa y escuchar la llamada a la oración resonando en los minaretes. Al final, lo importante no es tachar todos los lugares de una lista de qué ver en Fez, sino dejarse impregnar por la energía de una ciudad que parece sacada de un cuento de Las mil y una noches.