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Si Marruecos es la puerta de entrada a África, las medinas son la puerta de entrada a Marruecos. No hay mejor forma de empaparse de la cultura local que alojarse en los Barceló Hotels & Resorts en Marruecos antes de zigzaguear por cualquiera de las empinadas calles de sus ciudades imperiales. Guardando sus límites, el Sáhara se extiende majestuoso ofreciendo paisajes existentes solo en el desierto más grande del mundo.
Patrimonio de la Humanidad desde 2012, Rabat tardó en liberarse de complejos ante sus vecinas Casablanca, Marrakech o Fez. Sin embargo, lugares como la Kasbah de los Udayas –con su puerta de Bab el-Kébir—, la Plataforma del semáforo o sus jardines andalusíes son más que un motivo de orgullo cultural.
En el otro extremo, Marrakech y su plaza principal: Jemaa el Fna, es ese lugar cambiante que animan toda clase de acróbatas, magos y músicos, donde uno quisiera ni tener que parpadear. Tampoco es necesario hacerlo: desde los Barceló Hotels & Resorts en Marruecos la estancia ofrece el disfrute pausado de todos los encantos exóticos del lugar.
Aunque la ciudad no acoge ninguno de emblemáticos escenarios de la película Casablanca, sí posee una arquitectura repleta de edificios moriscos y de estilo art-decó. Alojarse en los Barceló Hotels & Resorts en Casablanca, cerca de la mezquita de Hassan II—la más grande del mundo después de La Meca—es una experiencia solo a la altura de la paz que inspira entrar en la Medina.
En la primera ciudad imperial de Marruecos, la medina casi intacta convive con la mezquita de una de las universidades más antiguas del mundo. Desde Barceló Hotels & Resorts en Fez, el viajero logra sumergirse en este pasado y el de la ciudad santa de Moulay Idriss, antes vetada a los extranjeros.
Las puertas de un país de contrastes se abren a nuestros hoteles en Marruecos, convirtiendo el destino en mucho más que un simple viaje.