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Los viajeros que se alojan en los hoteles de Guatemala comprueban rápidamente que este país, el más poblado de Centroamérica, es un lugar lleno de contrastes. La capital, Ciudad de Guatemala, o Guate, como se la conoce, está situada en un alto valle central de casi mil quinientos metros sobre el nivel del mar. Combina un clima fresco de montaña y un terreno llano que permite agradables paseos por sus calles, llenas de fascinantes monumentos históricos. Si miran al horizonte, los viajeros verán un anillo de picos dentados que incluye cuatro volcanes. De vez en cuando estos volcanes arrojan algo de lava, para el deleite de los guías locales y de los huéspedes de los hoteles en Guatemala, que quedarán impresionados por el bello espectáculo del fuego ardiente.
Guatemala conoció una guerra horrible y ahora celebra una paz que le costó mucho tiempo lograr. El país sufrió un brutal conflicto civil de 36 años, en el que una serie de dictadores eliminaron sin piedad a los combatientes de la oposición y a los ciudadanos disidentes. Muchos estaban “desaparecidos”, por lo que su destino sigue siendo desconocido. La guerra terminó con un acuerdo de paz en 1996, un logro que se conmemora cada mañana con una ceremonia en el Palacio Nacional de la Cultura, en la plaza central de Ciudad de Guatemala, donde un guardia retira una rosa blanca de una escultura de manos levantadas y se la da a un visitante; en su lugar coloca una rosa fresca para celebrar otro día de paz.
Los viajeros que se alojan en los resorts de Guatemala tienen una gran variedad de opciones para visitar un volcán. Uno de los mejores y más accesibles es El Pacaya. Una caminata de tres kilómetros permite ver otros tres picos volcánicos: Agua, Fuego y Acatenango. También es posible contemplar el interior del cráter del Pacaya, con columnas de vapor hirviendo y, en ocasiones, lava. Una estupenda excursión de un día sin tanta escalada es la del Lago Atitlán, un cráter lleno de agua azul brillante que refleja las montañas circundantes y los campos de flores silvestres. En sus costas abundan pequeños pueblos mayas, cada uno con su propio carácter y estilo. El pueblo de Panajachel es el mejor valorado por los turistas de los resorts de Guatemala, ya que tiene grandes tiendas de textiles de fabricación local, cerámica, joyería y artículos de cuero. Contemplar la puesta de sol en el agua azul brillante del lago es una experiencia inolvidable. Otros lugares cercanos e imprescindibles son Las Cataratas de El Tzala, el mirador de La Piedra del Sape y la Reserva Natural de San Buenaventura, muy popular entre los observadores de aves.
Cualquier persona que desee conocer cómo fue la vida hace siglos verá su deseo cumplido cuando visite Antigua Guatemala. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la ciudad cuenta con excelentes ejemplos de arquitectura de los siglos XVII y XVIII, en un estilo único que utiliza el estuco para la ornamentación, tanto dentro como fuera de los edificios. Las estructuras son robustas y de poca altura, ya que la zona es propensa a terremotos. Tiene arcos enormes y nichos profundos que son especialmente bellos cuando están iluminados por la noche. Las plantaciones de café se extienden por los alrededores del casco antiguo. Guatemala es el principal productor de frijoles de toda Centroamérica.