Qué ver en el Empordà: una guía por los pueblos más bonitos
Viajar al Empordà es encontrarse con la esencia del Mediterráneo: paisajes que enamoran, pueblos con alma y una tradición que sigue viva. Una tierra que lo tiene todo para convertirse en uno de esos destinos que permanecen en la memoria
Entre el Pirineo y el Mediterráneo se despliega el Empordà, una de las comarcas más bellas y diversas de Cataluña, conocida en castellano como Ampurdán. Este territorio está marcado por contrastes: la tramontana soplando con fuerza en el norte, calas escondidas en la Costa Brava, pueblos medievales en los que el tiempo parece haberse detenido y viñedos que dibujan un paisaje infinito. Viajar al Empordá es hacerlo a una región que concentra lo mejor del Mediterráneo en un puñado de kilómetros, entre mar, montaña, historia, gastronomía y cultura.
Situado en la provincia de Girona, el Empordà, en Cataluña, se divide en dos áreas bien diferenciadas: el Alt Empordà, que linda con Francia y está ligado al genio surrealista de Salvador Dalí, y el Baix Empordà, una zona de suaves colinas, calas transparentes y pueblos medievales que han conservado su esencia a pesar del paso del tiempo. En esta guía recorreremos tanto el norte como el sur de la comarca para descubrir qué ver en el Empordá y por qué es un destino que cautiva a todo aquel que lo visita.
El pintoresco pueblo de Pals
Qué ver en el Alt Empordà: tramontana, surrealismo y pueblos con carácter
El Alt Empordà ocupa la franja norte de la comarca, desde la frontera con Francia hasta el Golfo de Roses. Es una tierra marcada por la tramontana, ese viento fuerte que moldea su paisaje y su carácter, y que ha inspirado a generaciones de artistas y escritores. Aquí se mezclan pueblos de interior con cascos medievales perfectamente conservados y una costa salvaje que culmina en el Cabo de Creus, uno de los parajes naturales más espectaculares del Mediterráneo. Además, el legado de Salvador Dalí está muy presente: su universo surrealista se entiende mejor recorriendo los escenarios de su vida y obra en Figueres, Portlligat o Púbol.
Cadaqués
Cadaqués es, sin duda, el pueblo más icónico que ver en el Alt Empordà. Su bahía en forma de concha, las casas blancas reflejadas en el agua y las callejuelas empedradas lo convierten en un lugar inolvidable. Este antiguo pueblo de pescadores fue refugio de artistas como Dalí, Miró o Picasso, que encontraron en su luz una fuente inagotable de inspiración. El ambiente bohemio sigue vivo en sus galerías de arte, bares y pequeñas librerías. Muy cerca se encuentra Portlligat, donde se ubica la Casa-Museo de Salvador Dalí, una visita imprescindible para entender cómo el paisaje influyó en su obra. Al atardecer, caminar por el paseo marítimo o cenar en un restaurante frente al mar es una experiencia única.
Cadaqués
Roses
Roses es un destino que combina la historia con la vida marinera. La Ciutadella, fortificación del siglo XVI, conserva restos griegos, romanos y medievales, testigos de su importancia estratégica a lo largo de los siglos. Hoy, sus playas amplias son un atractivo para familias, mientras que desde su puerto parten excursiones hacia el Parque Natural del Cap de Creus. Este espacio protegido es un espectáculo geológico y natural, con acantilados que parecen esculpidos por el viento y calas recónditas a las que solo se llega a pie o en barco.
Vista aérea del fuerte Trinity que protege la bahía de Roses
Castelló d’Empúries
En la Edad Media, Castelló d’Empúries fue capital del condado y todavía conserva su aire señorial. Su basílica de Santa María, conocida como la “catedral del Empordá”, domina un casco histórico lleno de callejuelas, plazas y rincones con encanto. La judería y los restos de murallas hablan de su pasado, mientras que cada año, en septiembre, el festival Terra de Trobadors revive el esplendor medieval con música, teatro y mercados históricos.
Figueres
Más allá de ser la capital del Alt Empordá, Figueres es mundialmente famosa por el Teatro-Museo Dalí. Este edificio, concebido por el propio artista, es un recorrido por su universo surrealista y uno de los museos más visitados de España. Pero Figueres ofrece mucho más, como su animado mercado, infinidad de bares donde degustar la rica cocina local y la imponente fortaleza de Sant Ferran, una de las más grandes de Europa. Un lugar ideal para combinar cultura, historia y ocio a la vez que descubrir la verdadera esencia del Empordà.
Fachada el Teatro-Museo Dalí
Peralada
Con su castillo, sus jardines y su festival internacional de música, Peralada es sinónimo de elegancia. Su casco histórico, pequeño y cuidado, invita a pasear sin prisa. El claustro románico de Sant Domènec es un tesoro arquitectónico, mientras que las bodegas de Peralada son un plan perfecto para los amantes del vino. Aquí se combina la tradición vinícola con propuestas culturales, convirtiendo a Peralada en una parada imprescindible en el Alt Empordà.
El imponente castillo gótico de Peralada
El Baix Empordá: calas mediterráneas y pueblos medievales
El Baix Empordà es la postal perfecta del Mediterráneo: calas escondidas, pueblos de piedra, caminos de ronda que bordean la costa y un ambiente relajado que enamora al viajero. Es en esta zona donde encontramos algunos de los pueblos más bonitos no solo de Cataluña, sino de toda España. Atentos a esta ruta por sus pueblos más bonitos y que no deberás pasar por alto en tu itinerario por la región.
Pals
Elevado sobre una colina, Pals ofrece una de las vistas más impresionantes de los arrozales y llanuras del Bajo Ampurdán. Su casco medieval, con calles empedradas y casas de piedra dorada, es un viaje al pasado. La Torre de las Horas, de origen románico, es su emblema. En los alrededores, los campos de arroz dan identidad a la gastronomía local, con platos que combinan tradición y producto de proximidad. Sin duda, uno de los pueblos más bonitos del Baix Empordà.
Casco histórico de Pals
Peratallada
Entre murallas, torres y casas de piedra, Peratallada parece congelada en el tiempo. Este pueblo medieval es uno de los mejor conservados de Cataluña, con un trazado que aún recuerda a la Edad Media. Tiendas de artesanía, restaurantes de cocina catalana y plazas encantadoras completan la visita. Caminar por Peratallada es como entrar en un decorado histórico donde cada esquina invita a detenerse.
Terrazas en Peratallada
Calella de Palafrugell
Calella de Palafrugell es un rincón marinero lleno de encanto, con casas blancas y barcas varadas en la arena. Sus playas pequeñas y su ambiente relajado hacen de este pueblo uno de los más queridos del Empordà. Cada verano, el festival de habaneras reúne a locales y viajeros en la playa de Port Bo, un evento que combina música, tradición y mar. Además, desde Calella se puede recorrer el Camino de Ronda hasta Llafranc, disfrutando de un paseo junto al mar con vistas espectaculares.
Calella de Palafrugell
Palamós
Conocida por su lonja y su famosa gamba roja, Palamós combina gastronomía, tradición marinera y playas familiares. El Museo de la Pesca permite comprender la importancia del mar para la comarca, mientras que el casco antiguo conserva calles estrechas con mucho encanto. Es también un punto de partida para rutas de senderismo por el litoral y excursiones en barco.
Casitas tradicionales de pescadores en Palamós
Monells
Monells es un pequeño tesoro escondido en el interior del Baix Empordá. Su plaza mayor porticada es una de las más bonitas de la comarca y ha servido de escenario para películas como “Ocho apellidos catalanes”. Pasear por sus calles empedradas es sentir la calma de un pueblo que parece vivir ajeno al paso del tiempo.
Las históricas calles de Monells
Begur
Con su castillo en lo alto y sus casas indianas, Begur es un pueblo lleno de carácter. Desde el castillo se obtienen vistas espectaculares de la costa y del interior del Empordá. Sus playas, como Sa Tuna o Aiguablava, son algunas de las más hermosas de la Costa Brava, con aguas transparentes y un entorno natural intacto. Begur combina historia, arquitectura y mar en una mezcla irresistible.
Begur
¿Dónde alojarse en el Empordà?
Explorar los pueblos y paisajes del Empordà, en Cataluña es un plan que merece tiempo y calma, y para ello conviene elegir bien la base desde la que moverse. Una de las mejores opciones está en la bahía de Roses, un lugar estratégico tanto para descubrir el Alt como el Baix Empordá. Allí se encuentra el Hotel Roses Platja, un hotel frente al mar que combina la comodidad de estar en plena playa con la posibilidad de llegar en pocos minutos a calas escondidas, parques naturales y pueblos medievales.
El hall del Hotel Roses Platja
Su ubicación es perfecta para quienes buscan alternar jornadas de turismo activo con momentos de descanso junto al Mediterráneo. Después de un día de visitas a joyas como Peratallada o Cadaqués, nada mejor que volver al hotel, relajarse en la piscina o pasear por el paseo marítimo al atardecer. Más que un simple lugar para dormir, se convierte en un punto de partida ideal para saborear todo lo que el Empordá tiene por ofrecer.