Qué ver en Palma de Mallorca en un día: guía para exprimir la ciudad al máximo

La buena noticia es que todo está a un paso. "Qué ver en Palma de Mallorca en un día" no es una pregunta imposible, sino una invitación a moverse a ritmo pausado, pero sin perder ni un rincón. Desde la imponente catedral hasta los patios escondidos del casco antiguo, pasando por barrios donde la creatividad florece en cada esquina, terrazas con encanto y miradores que te roban el aliento. Aquí va una guía para vivir la ciudad como un auténtico local con alma viajera.

Comienza el día por todo lo alto frente a la Catedral de Santa María de Palma, conocida como La Seu, una obra maestra del gótico levantino que no deja indiferente. Su espectacular rosetón -el mayor del mundo en su estilo- filtra la luz como un caleidoscopio espiritual. Su interior mezcla tradición con modernidad, como demuestra el mural cerámico de Miquel Barceló en la capilla del Santísimo.

Sube a las terrazas para una vista insuperable de la ciudad, el puerto y el mar. Desde aquí, puedes planear el resto de tu jornada mientras entiendes por qué este monumento encabeza cualquier lista de qué ver en Palma de Mallorca en un día.

Justo frente a la catedral, el Parc de la Mar se extiende como un espejo del cielo mallorquín. Su gran estanque artificial refleja la silueta de La Seu mientras el mar se insinúa al fondo. Es el lugar perfecto para sentarte en un banco, observar a los locales paseando con calma y sentir cómo late la ciudad sin prisas.

Camina por el paseo junto a la muralla medieval, donde ciclistas y runners comparten espacio con turistas y palmesanos. Desde aquí, puedes acceder a las calles del centro histórico o seguir hasta el puerto para admirar los yates que dan un aire cosmopolita a la ciudad.

El casco antiguo de Palma es un laberinto de callejuelas empedradas, arcos góticos y palacios renacentistas, siendo uno de los más  más grandes de Europa. Aquí te parecerá que el tiempo se ha detenido, especialmente al descubrir los patios interiores mallorquines, muchos de ellos abiertos al público. Recorre las calles del Call, el antiguo barrio judío, donde la tranquilidad se mezcla con la historia.

Tómate un respiro en alguna cafetería con terraza, prueba un llonguet (el pan típico de la ciudad) y déjate llevar hasta la Plaza Mayor o la Plaza Cort, con su olivo milenario frente al Ayuntamiento. Aquí es donde Palma te susurra que su verdadera belleza se descubre sin prisa, paso a paso.

También en el corazón del casco antiguo, a pocos pasos de la iglesia de Santa Eulalia, se alza Can Vivot, una de las casas señoriales más emblemáticas y mejor conservadas de la ciudad. Este palacio, cuyos orígenes se remontan al siglo XIV, es declarado Monumento Histórico-Artístico y Bien de Interés Cultural y destaca por su imponente patio de estilo gótico y una arquitectura que refleja la evolución histórica de Palma. El interior del palacio conserva mobiliario original, frescos y una biblioteca que testimonian la vida de la nobleza mallorquina. 

La hora de comer es la excusa perfecta para adentrarte en el Mercat de l’Olivar, corazón gastronómico de Palma. Entre puestos de pescado fresco, frutas de temporada y charcuterías tradicionales, se esconden pequeñas barras donde probar ostras, tapas y vinos mallorquines.

Si prefieres sentarte, busca alguna de las tascas cercanas y pide un frito mallorquín, una coca de trampó o un arròs brut. Comer bien es también parte fundamental de qué ver en Palma de Mallorca en un día: aquí, los sabores cuentan historias.

Una vez saciado el apetito, dirígete al barrio de Santa Catalina, donde el alma bohemia de la ciudad se da la mano con el diseño contemporáneo. Lo que fue un barrio marinero es hoy una mezcla vibrante de tiendas vintage, cafés orgánicos y pequeños restaurantes con cocinas del mundo.

El Mercado de Santa Catalina, aunque más pequeño que el de l’Olivar, mantiene su esencia local y es perfecto para una pausa ligera o un café. Piérdete entre sus calles llenas de arte urbano y fachadas de colores. Aquí Palma se muestra en su versión más creativa y espontánea.

Súbete al Castillo de Bellver, una construcción del siglo XIV que sorprende por su planta circular, única en España. Rodeado de un bosque de pinos y con el mar de fondo, el castillo ofrece una de las mejores panorámicas de Palma y su bahía.

Además de las vistas, en su interior se encuentra el Museo de Historia de la Ciudad, ideal para entender la evolución de Palma desde su origen romano hasta la actualidad. Al atardecer, este lugar se convierte en uno de los más románticos y fotogénicos de la isla.

En el barrio de Cala Major, muy cerca del centro, se encuentra la Fundación Miró Mallorca, una joya para los amantes del arte contemporáneo. Fue el último taller del artista catalán, que vivió sus últimos años en la isla. Hoy, sus obras, bocetos y espacios creativos conviven en armonía con el entorno natural.

Además del valor artístico, el lugar transmite una atmósfera de calma inspiradora. Si estás explorando qué ver en Palma de Mallorca en un día, este rincón artístico es una parada que te conecta con el lado más introspectivo y sereno de la isla.

Los Baños Árabes son una de las pocas huellas que quedan de la época musulmana de la ciudad. Se encuentran escondidos en una tranquila calle del casco antiguo y datan del siglo XI. Pequeños, sí, pero poderosos en historia y simbolismo.

El jardín que los rodea es ideal para una pausa a la sombra de las palmeras, mientras te imaginas cómo era la vida en la Palma islámica. Esta visita breve, pero reveladora, te añade una capa más de profundidad al viaje.

El edificio de La Lonja, una joya del gótico civil, te dejará con la boca abierta por su elegante arquitectura de columnas helicoidales y su historia ligada al comercio marítimo. Situado junto al puerto, marca el inicio de una zona perfecta para pasear, cenar y disfrutar del atardecer.

Al caer la noche, los alrededores se llenan de vida con bares de vinos, restaurantes de cocina creativa y terrazas desde donde ver cómo la ciudad cambia de ritmo.

Si el tiempo acompaña, date un chapuzón en Can Pere Antoni, la playa urbana de Palma, a solo 15 minutos a pie del centro. Sus vistas a la catedral mientras te tumbas en la arena la convierten en una de las más especiales del Mediterráneo urbano.

Es perfecta para cerrar el día con los pies en la arena y el sonido del mar de fondo. Porque sí, también se puede incluir una playa en tu lista de qué ver en Palma de Mallorca en un día.

Por último, y no menos importante, si buscas un alojamiento que combine diseño contemporáneo, tranquilidad y vistas privilegiadas al mar, el Barceló Illetas Albatros – Adults Only es una elección que no defrauda, sobre todo si viajamos sin niños. Situado en primera línea de mar en la exclusiva zona de Illetas, este hotel ofrece acceso directo a una cala natural, dos piscinas exteriores, un spa con piscina interior climatizada y jacuzzi, y un ambiente ideal para desconectar tras un día explorando Palma. Además, está a solo 7 km del centro histórico, con una parada de autobús justo frente al hotel, lo que permite moverse cómodamente sin renunciar a la paz de un entorno más relajado.