La pequeña localidad de Szentendre es una de las excursiones más lógicas y cercanas desde Budapest. Un lugar con muchos encantos y reclamos monumentales, culturales, gastronómicos y de ocio y con una gran carga histórica.
Una visita a este pueblo te permitirá conocer, además, un poco más la forma de vida y la estética húngara más allá de las grandes ciudades. Con su agradable fisonomía, sus calles empedradas, sus casas pintadas en vivos colores y el agradable ambiente que se respira en ellas te seducirán en cuanto poses los pies en Szentendre.
Muy interesante es también la oferta gastronómica, con muchos restaurantes, cafés y cervecerías, donde degustar la suculenta cocina local y centroeuropea.
Historia de Szentendre
La historia de Szentendre se remonta, como mínimo, a la época del Imperio Romano. Tuvo un periodo de esplendor al final de la Edad Media (siglo XIV) y luego otro mayor a finales del siglo XVII cuando, por su carácter fronterizo, se convirtió en el refugio de numerosos serbios. Éstos (muchos de ellos aristócratas e intelectuales) habían huido de su país durante la Gran Guerra Turca (1683-1699) y trajeron con ellos su cultura y tradiciones, estableciendo en Szentendre una auténtica capital en el exilio. Junto a ellos llegaron también numerosas personas procedentes del resto de los Balcanes y de Grecia, ante el envite del mismo enemigo común.
En esa época la localidad experimentó la coexistencia de diferentes culturas, etnias y religiones y nacionalidades generándose un ambiente de de libertad y un buen caldo de cultivo para la creación artística. Muchas de las obras, en forma de monumentos o alojadas en los museos de Szentendre, han llegado a nuestros días para disfrute de sus habitantes y de quienes se animan a visitarlas.
Los incendios sufridos por Szentendre durante el siglo XIX, así como la epidemia de filoxera, supusieron su declive del que ha salido la localidad, sobre todo desde la Caída del Muro (1989) y la integración de Hungría en la Unión Europea (2004).

Qué ver en Szentendre
Lo más interesante que ver en Szentendre es el casco histórico, distribuido en torno a la Plaza Mayor. Ésta, de planta triangular, está presidida por una característica Cruz de la Peste, Kalmar, frente a la iglesia Blagovestenska y su llamativa torre del campanario. En esta zona hay varias tiendas heredadas por los descendientes de los serbios y griegos establecidos aquí desde finales del siglo XVII.
Muy recomendable es la visita a la llamada Catedral de Belgrado, templo que, efectivamente, fue la sede del obispado de esa ciudad y de la iglesia ortodoxa serbia en el exilio. Es del siglo XVIII y su fachada está pintada en rojo y blanco. Del interior llama la atención la división en dos zonas, en función del género.
Junto al casco histórico está la colina fortificada del Templo, a la que se llega desde un callejón que sale de la propia Plaza Mayor. La iglesia a la que hace referencia el nombre de esta zona es la de San Juan Bautista, que es la más antigua del pueblo. En esta barrio elevado está también el pequeño museo dedicado al artista Béla Czóbel.
Merece un paseo la calle Dumtsa Jenő utca, que es la principal vía comercial de la localidad, flanqueada por tiendas y cafés y que está dedicada a su alcalde más popular.
Si se visita Szentendre los miércoles o sábados por la mañana, entonces hay que ir al mercado que se instala a orilla del riachuelo Bükkös, con frutas y verduras, miel, queso, huevos y otros ingredientes elaborados o cultivados por la población local y vecina.
Las mejores vistas de Szentendre se consiguen desde el monte Szamár, en concreto desde la iglesia Preobrazhensky y su Cruz de los Curtidores. Ésta, de estilo Rococó, está levantada con bloques de piedra y hierro forjado.
El Paseo del Danubio
Szentendre es la puerta de entrada a la llamada Curva del Danubio. Es decir, la manera en que el río se ha visto obligado trazar su curso para abrirse paso entre los montes Visegrád, PIlis, Cserhát y Börzsöny que lo flanquean. A lo largo de esta curva hay varias localidades históricas, entre ellas la propia Szentendre.
En este pueblo, las riberas del Danubio son ideales para el paseo, entre mansiones de estilo mediterráneo (construidas por los refugiados serbios, croatas y griegos) y árboles de varias especies. También hay aquí una playa fluvial en verano, la de Postás, que el resto del año es un agradable parque con abundante vegetación.

