Cività di Bagnoregio no es solo un lugar en el mapa, es una ventana al pasado que resiste heroicamente las embestidas del tiempo y la naturaleza. Suspendida sobre un promontorio de toba volcánica en la región italiana del Lacio, esta «ciudad que muere» fascina con su aislamiento, sus callejuelas medievales y una atmósfera casi onírica. Fundada por los etruscos hace más de 2.500 años, Cività se enfrenta al constante peligro de la erosión que amenaza con borrar su existencia. Sin embargo, su encanto perdura, atrayendo a viajeros de todo el mundo que buscan ser testigos de su belleza única. Descubrirla es adentrarse en una cápsula del tiempo, rodeada de colinas verdes y un silencio que cuenta una historia de varios siglos.
- La historia de Cività di Bagnoregio: siglos sobre la toba volcánica
- Cómo llegar desde Roma: un viaje hacia el remoto pasado
- Qué podrás ver en tu visita: arte sacro, vistas a los ‘calanchi’ y encanto medieval en cada esquina
- Información de interés: lo que necesitas saber antes de ir
La historia de Cività di Bagnoregio: siglos sobre la toba volcánica
La historia de Cività di Bagnoregio está escrita en la piedra que la sostiene y en las cicatrices del tiempo que moldearon su paisaje. Su origen se remonta al período etrusco, alrededor del siglo VII a. C., cuando estos se asentaron en la región aprovechando la posición estratégica de la meseta. La proximidad del río Tíber convirtió a Cività en un núcleo comercial y agrícola crucial para los etruscos, quienes también construyeron un complejo sistema de drenaje para controlar las lluvias y proteger la meseta de la erosión.
Con la llegada de los romanos en el siglo III a. C., Cività se integró en su vasto imperio, adoptando su arquitectura y costumbres. Durante la Edad Media, la ciudad vivió su máximo esplendor como un centro religioso y cultural. Se construyeron iglesias, plazas y palacios que reflejaban el poder y la riqueza de sus habitantes. Sin embargo, la ubicación que antes había sido su fortaleza se convirtió en su condena: los movimientos sísmicos y la erosión comenzaron a desgastar la base de toba volcánica, aislándola del resto de Bagnoregio.

En el siglo XVII, un terremoto devastador aceleró el deterioro, provocando el éxodo masivo de la población. Desde entonces, Cività ha sido conocida como «la ciudad que muere». Paradójicamente, su vulnerabilidad se ha convertido en su mayor atractivo, atrayendo a viajeros, artistas y escritores que buscan capturar su esencia antes de que la naturaleza se cobre su última victoria.
Cómo llegar desde Roma: un viaje hacia el remoto pasado
Llegar a Cività di Bagnoregio desde Roma es una travesía que añade emoción a la experiencia de descubrir esta joya medieval. El trayecto, de unos 120 kilómetros, puede realizarse en coche, autobús o tren, cada uno con su particular encanto y retos.
La opción más práctica es alquilar un coche y tomar la autopista A1 en dirección norte hacia Orvieto. Desde allí, una carretera secundaria lleva hasta Bagnoregio, el municipio al que pertenece Cività. La última etapa es exclusivamente peatonal: un puente de 300 metros conecta el mundo moderno con esta reliquia del pasado, ofreciendo unas vistas espectaculares que justifican el esfuerzo.
Si prefieres el transporte público, toma un tren desde Roma a Orvieto o Viterbo. Desde estas localidades, los autobuses locales llegan a Bagnoregio, donde puedes continuar a pie. Es importante planificar el viaje con antelación, ya que las conexiones no son frecuentes, y verificar los horarios según la temporada. Sea cual sea tu elección, el viaje en sí es un anticipo de la experiencia mágica que te espera al llegar.
Qué podrás ver en tu visita: arte sacro, vistas a los ‘calanchi’ y encanto medieval en cada esquina
Cività di Bagnoregio es pequeña en tamaño pero gigantesca en carácter. Su entrada, marcada por la Porta Santa María, transporta inmediatamente a otra época con sus relieves medievales y su estructura imponente. Este acceso es la puerta a un laberinto de callejuelas adoquinadas, donde cada esquina es una postal y cada casa, un testimonio de siglos de historia.
En el corazón de la ciudad se encuentra la Plaza de San Donato, que ha sido el centro de la vida social y religiosa desde la Edad Media. La iglesia homónima, que domina la plaza, mezcla elementos románicos y renacentistas, y conserva reliquias de gran valor, incluido un crucifijo procesional del siglo XV.4

No puedes perderte los miradores que bordean el perímetro de la ciudad. Desde allí, las vistas de los «calanchi», las formaciones geológicas que rodean Cività, son sobrecogedoras. Estas colinas erosionadas, con su paisaje árido y surrealista, son un recordatorio del frágil equilibrio que mantiene a la ciudad en pie.
Otra parada imprescindible es el Museo Geológico y de las Fracturas, donde se exploran las razones científicas detrás de la erosión que amenaza a Cività y las iniciativas para preservarla. Además, muchos de los antiguos palacios se han reconvertido en encantadoras posadas, talleres de artesanos y restaurantes donde saborear la gastronomía local.
Información de interés: lo que necesitas saber antes de ir
Para disfrutar plenamente de tu visita, ten en cuenta algunos detalles prácticos. La entrada a Cività di Bagnoregio es de pago (5 euros), un gesto simbólico para contribuir a su conservación. Los meses de primavera y otoño son ideales para evitar el calor del verano y disfrutar de las mejores condiciones climáticas.
Es recomendable llevar calzado cómodo, ya que las calles adoquinadas y el puente de acceso pueden ser desafiantes. Finalmente, reserva tiempo para explorar el entorno, ya que los alrededores de Cività ofrecen rutas de senderismo que te acercarán a los «calanchi» y a otros rincones menos conocidos de la región.
