En el barrio histórico de Ulus, donde las calles empedradas resguardan siglos de historia, se alza la Mezquita Arslanhane, un tesoro arquitectónico que transporta a sus visitantes al esplendor de la Anatolia medieval. Este templo, erigido en el siglo XIII durante el dominio selyúcida, es una de las pocas mezquitas de madera que aún perviven en Turquía, un vestigio singular de la maestría artesanal de la época. Su nombre, que significa «Mezquita de la Casa del León», proviene de la escultura de un león tallado en piedra que aún se conserva en su patio, una imagen que evoca la fuerza y la nobleza de la civilización que la construyó. Más allá de su valor histórico, la Mezquita Arslanhane es un refugio de tranquilidad en medio del bullicio de la capital turca. Sus columnas de madera de enebro, sostenidas por capiteles tallados con intrincados motivos geométricos, narran una historia de devoción y paciencia, donde cada detalle ha sido concebido para reflejar la armonía del universo según la visión islámica.

  1. Historia de la Mezquita: Arslanhane, testigo de la Anatolia medieval
  2. Información de interés para la visita: un refugio de quietud en  mitad de Ankara que hay que respetar
  3. Qué podrás ver en su interior: un bosque de madera de enebro y luz
  4. Otros monumentos religiosos en Ankara, una ciudad movida por la fe

Historia de la Mezquita: Arslanhane, testigo de la Anatolia medieval

La historia de la Mezquita Arslanhane se remonta a finales del siglo XIII, cuando Ankara aún formaba parte del Sultanato de Rum, el gran reino selyúcida que dominaba Anatolia. En ese tiempo, la ciudad era un crisol de culturas, donde las influencias bizantinas, árabes y persas se entrelazaban en su arquitectura y vida cotidiana. Fue en este contexto de efervescencia cultural que un grupo de artesanos y eruditos locales impulsaron la construcción de esta mezquita, buscando un equilibrio perfecto entre espiritualidad y estética. El templo también es conocido con el nombre de Ahi Şerafettin, un prominente sufí turco y líder de la Orden Ahi que construyó la mezquita, una organización similar a un gremio de artesanos y comerciantes. 

A diferencia de muchas mezquitas construidas en piedra, Arslanhane destaca por su innovador uso de la madera. Sus columnas, vigas y techo fueron esculpidos a partir de enebro, un material conocido por su resistencia al paso del tiempo y por el delicado aroma que desprende, impregnando el ambiente con una fragancia sutil incluso después de siglos. Este detalle no es menor: los selyúcidas creían que los materiales utilizados en la construcción de lugares sagrados debían no solo perdurar, sino también enriquecer la experiencia sensorial de los fieles.

El mihrab, elaborado en mármol y adornado con inscripciones coránicas en caligrafía cúfica, es otro de los elementos distintivos de la mezquita. Sus relieves muestran una exquisita combinación de geometría y arabescos florales, una firma artística de los selyúcidas que más tarde influiría en la arquitectura otomana.

Durante la era otomana, Arslanhane fue objeto de varias restauraciones que respetaron su diseño original, pero añadieron toques decorativos característicos del nuevo imperio. Sin embargo, su esencia selyúcida permaneció intacta, convirtiéndola en una de las pocas mezquitas de madera que han sobrevivido hasta nuestros días.

A lo largo de los siglos, este lugar ha sido testigo de incontables rezos, reuniones y enseñanzas religiosas. Su ubicación, en una colina cercana a la Ciudadela de Ankara, le ha otorgado un papel central en la vida espiritual de la ciudad. Aún hoy, los muros de Arslanhane guardan el eco de los sermones y las conversaciones que han moldeado la identidad religiosa y cultural de la región.

Información de interés para la visita: un refugio de quietud en  mitad de Ankara que hay que respetar

Ubicada cerca de la Ciudadela de Ankara, en el barrio de Ulus, es fácilmente accesible para quienes exploran el centro histórico de la ciudad. La entrada es gratuita, lo que la convierte en una parada obligada para turistas y locales interesados en la historia y la arquitectura.

Es importante recordar que, al ser un lugar de culto activo, los visitantes deben respetar las normas de etiqueta. Se recomienda vestir de manera modesta, cubriendo hombros y rodillas, y las mujeres deben cubrirse la cabeza con un pañuelo. Además, es necesario descalzarse antes de entrar, por lo que llevar calcetines puede ser una buena idea para mayor comodidad.

La mezquita está abierta al público todos los días, pero es aconsejable evitar las horas de oración, especialmente el mediodía del viernes, cuando la afluencia de fieles es mayor. Las mañanas suelen ser momentos más tranquilos para una visita relajada y contemplativa.

Qué podrás ver en su interior: un bosque de madera de enebro y luz

Atravesar la puerta de la Mezquita Arslanhane es como entrar en otro tiempo. Lo primero que llama la atención es su techo de madera oscura, sostenido por una serie de 24 columnas de enebro. Estas columnas, dispuestas en simetría perfecta, crean la sensación de un bosque petrificado, donde la arquitectura y la naturaleza se fusionan en un solo espacio. Cada una de ellas está rematada con capiteles finamente labrados, que exhiben patrones geométricos inspirados en las enseñanzas islámicas sobre la perfección matemática del universo.

El mihrab, ubicado en la pared sur, es una obra maestra de la talla en piedra. Su estructura de mármol está decorada con motivos entrelazados que evocan el infinito, mientras que los versículos coránicos esculpidos en su superficie reflejan la maestría caligráfica selyúcida. A su lado se encuentra el minbar, el púlpito desde donde el imán dirige los sermones. Hecho de madera, este elemento sorprende por su delicado trabajo de marquetería, con incrustaciones de nácar y motivos geométricos que simbolizan el orden divino.

La luz juega un papel fundamental en la atmósfera de la mezquita. En lugar de grandes ventanales, Arslanhane cuenta con pequeñas aberturas decoradas con celosías, que filtran la luz del exterior y la proyectan en formas cambiantes sobre el suelo y las paredes. Este efecto, que varía con las horas del día, da al espacio un aire de recogimiento y contemplación.

Otro detalle que no pasa desapercibido es la fragancia que impregna el ambiente. A diferencia de las mezquitas de piedra, donde la acústica y la temperatura suelen ser más frías, el uso de madera en Arslanhane genera un entorno más cálido y acogedor. El enebro, con su aroma característico, aporta una dimensión sensorial única, haciendo que el visitante no solo vea y escuche, sino que también huela la historia de este lugar.

En un rincón del interior, una pequeña fuente de abluciones recuerda la importancia del agua en la tradición islámica, no solo como elemento de purificación, sino también como símbolo de vida y renovación espiritual.

Otros monumentos religiosos en Ankara, una ciudad movida por la fe

Ankara, más allá de su faceta moderna como capital administrativa, alberga una rica colección de monumentos religiosos que narran la diversidad y profundidad de su patrimonio espiritual. Uno de los más destacados es la Mezquita de Kocatepe, una estructura monumental que domina el horizonte de la ciudad. Construida entre 1967 y 1987, su diseño combina elementos tradicionales otomanos con toques contemporáneos, ofreciendo espacio para más de 24,000 fieles. Sus cuatro minaretes y su amplia cúpula central la convierten en un punto de referencia inconfundible en Ankara.

Otro sitio de interés es la Mezquita Hacı Bayram, situada en el barrio de Ulus. Construida en el siglo XV en honor al poeta y místico Hacı Bayram Veli, este templo es un ejemplo exquisito de la arquitectura otomana temprana. Su proximidad al Templo de Augusto y Roma, un vestigio de la era romana, resalta la continuidad histórica y la convivencia de diferentes tradiciones religiosas en la ciudad.

Además, el Mausoleo de Atatürk, conocido como Anıtkabir, aunque no es un monumento religioso en el sentido tradicional, es un lugar de peregrinación nacional. Este majestuoso complejo alberga la tumba de Mustafa Kemal Atatürk, el fundador de la República de Turquía, y es un símbolo del secularismo y la modernidad que él promovió.