Alzándose 330 metros sobre el Campo de Marte, la Torre Eiffel, postal eterna de París, es un manifiesto de modernidad que nació para sorprender en la Exposición Universal de 1889 y acabó desafiando el tiempo. Durante sus primeros días, recibió insultos y críticas feroces de escritores y artistas que la llamaban “monstruo de metal”, pero en apenas unas décadas se transformó en símbolo de elegancia y progreso. Desde sus cuatro patas ancladas sobre el Sena, la torre ha visto pasar guerras, celebraciones y millones de historias de amor. Ha servido como antena de radio en la Primera Guerra Mundial, como laboratorio científico para experimentos con el viento y hasta como pista de descenso para paracaidistas. Hoy, subir a sus plataformas es entrar en un teatro de vistas que cambia con cada hora del día: desde el dorado suave del amanecer hasta el parpadeo mágico de sus 20.000 bombillas nocturnas.

  1. La historia de la Torre Eiffel: del escándalo al emblema eterno de París
  2. Cuándo se construyó: una carrera contra el tiempo y las críticas
  3. Quién hizo la Torre Eiffel: el ingeniero que se jugó su reputación
  4. Arquitectura y datos curiosos: un rompecabezas de hierro y viento
  5. Información para visitar la Torre Eiffel: horarios, accesos y consejos prácticos
  6. Qué podrás hacer dentro de la torre: más allá de las vistas
  7. Mejores vistas a la Torre en París: encuadres para llevarse a casa

La historia de la Torre Eiffel: del escándalo al emblema eterno de París

Pocas construcciones han nacido entre tanto ruido y tanta polémica como la Torre Eiffel. Su origen se remonta a la Exposición Universal de 1889, un evento que buscaba conmemorar el centenario de la Revolución Francesa y mostrar al mundo los avances técnicos de la nación. El proyecto fue encargado a la empresa de Gustave Eiffel, un ingeniero que ya había destacado por obras de puentes y estructuras metálicas de precisión casi quirúrgica.

Cuando se presentó la maqueta, París estalló en protestas. Un grupo de artistas y escritores firmó una carta publicada en Le Temps calificando la torre de “esqueleto monstruoso” que afearía la ciudad. Sin embargo, la construcción siguió adelante. La primera piedra se colocó el 28 de enero de 1887 y, en apenas 26 meses, la torre se alzó sobre el cielo de París.

Originalmente, su vida útil estaba pensada para 20 años, pero la llegada de la radio y las antenas de transmisión la salvó de la demolición. En la Primera Guerra Mundial se usó como estación de comunicaciones militares, interceptando mensajes cruciales. Con el tiempo, la estructura que una vez fue objeto de burlas se convirtió en el icono más fotografiado del planeta, recibiendo hoy más de 7 millones de visitantes al año.

Cuándo se construyó: una carrera contra el tiempo y las críticas

La construcción comenzó en 1887 y finalizó en marzo de 1889, justo a tiempo para la inauguración de la gran Exposición Universal. No era solo una proeza estética: cada una de las más de 18.000 piezas metálicas fue prefabricada en un taller y ensamblada in situ con más de dos millones y medio de remaches. La precisión fue tal que el margen de error entre piezas no superó los 0,1 milímetros, algo impensable para la época.

El trabajo avanzó a una velocidad sorprendente: se levantaban cuatro metros de estructura por semana. Los obreros trabajaban a alturas vertiginosas sin los arneses modernos, protegidos únicamente por cinturones y cuerdas. Aun así, el número de accidentes graves fue mínimo, algo que Eiffel destacaba como un triunfo de la organización y la seguridad.

Quién hizo la Torre Eiffel: el ingeniero que se jugó su reputación

Gustave Eiffel, nacido en Dijon en 1832, ya tenía una carrera consolidada antes de poner su nombre a la torre. Había diseñado puentes metálicos como el de Garabit y colaborado en proyectos como la estructura interna de la Estatua de la Libertad. Sin embargo, la Torre Eiffel fue su obra más ambiciosa, no solo por el tamaño, sino por el riesgo personal: invirtió parte de su propio dinero y asumió la concesión de explotación durante 20 años.

Eiffel no se limitó a poner su firma. Supervisó personalmente el ensamblaje, ideó sistemas para compensar la dilatación del metal con los cambios de temperatura y defendió la torre con un discurso memorable, donde la comparó con las grandes obras de ingeniería que habían marcado cada época. Cuando en 1900 se le retiró la concesión, había recuperado con creces su inversión.

Arquitectura y datos curiosos: un rompecabezas de hierro y viento

La Torre Eiffel mide 324 metros incluyendo las antenas, y su peso ronda las 10.100 toneladas. Lo más sorprendente es que el hierro de su estructura no es macizo: son piezas huecas, diseñadas para resistir el viento con una flexibilidad que le permite oscilar hasta 12 centímetros en condiciones extremas.

Torre Eiffel Detalle

Su color no siempre fue el actual “marrón torre Eiffel”. Originalmente era rojizo, luego se pintó de amarillo y más tarde en un degradado que iba del marrón oscuro en la base al más claro en la cima. Se repinta cada siete años, en un proceso que dura más de un año y requiere unas 60 toneladas de pintura.

Entre sus curiosidades destaca un pequeño apartamento privado en la cima, que Eiffel utilizaba para recibir invitados ilustres, como Thomas Edison. Hoy, este espacio está recreado con figuras de cera y se puede ver desde una pasarela interior.

Información para visitar la Torre Eiffel: horarios, accesos y consejos prácticos

La torre está abierta casi todo el año, de 9:00 a 24:00 en temporada alta y hasta las 18:30 en invierno. El precio de la entrada varía según el acceso: escaleras hasta el segundo piso (14,50€), ascensor hasta la cima (36,10€) o combinaciones (escaleras + ascensor: 27,50€). Para evitar colas, se recomienda reservar con semanas de antelación, especialmente si se quiere subir al anochecer, cuando París se enciende y la torre brilla con sus 20.000 bombillas durante cinco minutos cada hora.

Los accesos principales están en el extremo norte del Campo de Marte. La seguridad es estricta, con controles de bolsos y mochilas. Se permite llevar agua y pequeños tentempiés, aunque dentro hay cafeterías y tiendas de recuerdos en cada nivel.

Qué podrás hacer dentro de la torre: más allá de las vistas

En el primer piso, a 57 metros, hay un suelo de cristal que permite caminar sobre el vacío y observar las columnas y remaches desde un ángulo vertiginoso. También se encuentra el restaurante Madame Brasserie, con una cocina contemporánea y ventanales panorámicos.

El segundo piso ofrece quizás la mejor vista de París, pues permite apreciar de cerca monumentos como el Louvre, los Inválidos o Notre Dame. Aquí se ubica el célebre Le Jules Verne, un restaurante con estrella Michelin dirigido por Frédéric Anton, donde la experiencia gastronómica se mezcla con un servicio de sommelier que marida la carta con champanes franceses de pequeños productores.

En la cima, a 276 metros, el viento y el silencio sorprenden. Además del apartamento de Eiffel, hay un pequeño bar de champán, ideal para un brindis mientras la ciudad se extiende como un mapa vivo a tus pies.

Mejores vistas a la Torre en París: encuadres para llevarse a casa

Aunque subir a la torre es obligatorio, verla desde fuera es otra experiencia. El Trocadéro ofrece el encuadre más clásico, especialmente al amanecer, cuando la luz dorada envuelve la estructura. Desde la Rue de l’Université se obtiene una perspectiva más íntima, con la torre enmarcada por fachadas haussmannianas.

Para una vista diferente, se puede tomar un crucero por el Sena al atardecer. Desde el agua, la torre parece emerger de los árboles del Campo de Marte, y al encenderse las luces, su reflejo se ondula sobre el río. Otra opción es la cúpula de la basílica del Sacré-Cœur, desde donde la torre se ve como una aguja solitaria sobre el horizonte parisino.