Villa Farnesina es, sin duda, menos conocida que la célebre Villa Borghese (vincular a URL correspondiente), pero comparte con ésta algunos valores fundamentales que permiten comprender la importancia del Renacimiento en Roma y en toda Italia.

Para empezar, desvela la forma de vida de una familia acomodada, los Chigi, en una época donde bien pocos podían acceder a ciertos lujos y comodidades. A continuación, la importancia de mecenas y banqueros en el desarrollo del arte y de los artistas durante aquella época (siglo XVI).

Hoy, Villa Farnesina supone un remanso de paz en el bullicioso barrio del Trastevere (vincular a URL correspondiente) y un catálogo de los temas más recurrentes del Renacimiento: la mitología clásica y la extraña forma en que los artistas de ese periodo supieron entroncarla con la iconografía cristiana.

Es decir, Villa Farnesina es un buen ejemplo de las contradicciones de una cultura que anhelaba convertir a Roma tanto en el reflejo de la Atenas clásica, como en una Jerusalén moderna, siendo como era la capital de la espiritualidad en Europa.

La Villa Farnesina de Roma

La Villa Farnesina está muy próxima a la iglesia de Santa María de Trastevere, en uno de los barrios con más personalidad y vida nocturna de la Roma histórica. Nada que ver con ese ambiente que se respiraba aquí durante la época en que se construyó la villa (principios del siglo XVI). Por aquel entonces, esta era una zona de extramuros, muy probablemente dedicada a la agricultura, aprovechando la proximidad al río.

Según algunos historiadores, en los terrenos en los que se levantó la Villa Farnesina, ya existía en los tiempos de Julio César una residencia campestre. Según la leyenda (o quizás sea una historia real), el propio César se la ofreció a la emperatriz Cleopatra durante su estancia en Roma. De esta forma, evitaba el general tanto el encuentro de la monarca egipcia con su propia mujer (dado que César y Cleopatra eran amantes), como respetar la prohibición de que los dirigentes extranjeros se alojasen dentro de Roma.

Nada se sabe de la estructura de aquella villa romana, aunque seguro que estaba rodeada de un jardín bastante más extenso del que hoy muestra la Villa Farnesina.

Por lo demás, el cuerpo de la villa es un edificio rectangular de dos plantas y con dos pequeñas alas en los extremos. Toda la fachada está cubierta de ventanas y puertas simétricas, de acuerdo con los parámetros que el Renacimiento asumió a partir de la arquitectura clásica.

Orígenes de Villa Farnesina

Quien mandó construir Villa Farnesina fue el banquero sienés Agostino Chigi, como sede de sus operaciones en Roma y también como su residencia. Como buen toscano, Chigi era un gran amante y promotor de las artes. Por eso llamó a algunos de los más grandes pintores y escultores de la época para decorar los muros de esta construcción.

Entre ellos, Baldasarre Peruzzi, que fue quien diseñó tanto la planta de la villa como la distribución de los diferentes salones y la integración del edificio principal en el entorno de jardines. Aquí también intervinieron otros autores de la talla de Rafael, Sebastiano del Pombo, Giovanni da Udine, Giulio Romano, Giovanni Francesco Penni o el pintor conocido como “Sodoma”.

¿Que por qué Villa Farnesina se llama así y no Chigi, el nombre de su promotor? Pues porque tras la muerte del banquero, la villa fue adquirida por el cardenal Alejandro de Farnesio. La familia de éste la mantuvo en su poder durante siglos, hasta que otros célebres personajes la tomaron en propiedad o residieron en ella durante largas temporadas.

Entre ellos, la reina Isabel de Farnesio, consorte de Felipe V de España, el cardenal Richelieu y otros embajadores de Luis XIV de Francia, y la reina Cristina de Suecia. También fue la residencia de Salvador Bermúdez de Castro, embajador de España, que la reformó y enriqueció hasta adquirir su aspecto actual.

Las joyas de la Villa Farnesina

Los artistas que intervinieron en Villa Farnesina dejaron sobre sus muros algunos de los mejores ejemplos de la pintura renacentista. Cada sala tiene su propia temática, que incluye desde el pavimento hasta las bóvedas. Los espacios más destacables son los siguientes:

  • Sala de las Perspectivas: es la estancia más grande de la primera planta. Se dedicaba tanto a sala de espera de los invitados como a lugar para grandes celebraciones (por ejemplo, la boda del banquero Chigi). De su decoración se encargó el propio Baldasarre Peruzzi, que jugó con las perspectivas falsas. De ahí, su nombre.
  • Salón de las Bodas de Alejandro Magno: se llama así por el fresco principal que preside esta habitación, que fue el dormitorio del banquero. La decoración se la encargó el sienés a Giovanni Antonio Bazzi, “Sodoma”.
  • Logia de Galatea: aunque es conocida por el motivo del fresco que realizó en ella el gran Rafael Sanzio, lo cierto es que en este pasillo también intervinieron Peruzzi y Sebastiano del Pombo. Éste pintó, también con la técnica del fresco, la desgarbada figura de Polifemo, amante de Galatea.
  • La logia de Amor y Psique: Peruzzi y Chigi concibieron este espacio como lugar para representaciones escénicas. De la decoración se encargó el taller de Rafael, que pintó sobre los muros escenas relacionas con la historia de Apuleyo y el Asno de Oro.
  • Habitación Pompeyana: nada tiene que ver la decoración de esta habitación con las anteriores. De hecho, fue realizada entre 1861 y 1863, en el periodo del embajador español Salvador Bermúdez de Castro, emulando motivos encontrados en algunas viviendas de la malograda ciudad de Pompeya.
  • Los jardines de la villa: de los magníficos jardines que rodeaban a este edificio en su orígenes hoy queda solo una franja en la zona norte. En la parte sur también está el llamado Jardín Secreto, separado del Jardín Representativo mediante un alto seto vegetal. El diseño de estos espacios corresponde al de las reestructuraciones acometidas durante los siglos XVIII y XIX.