La llegada a cualquiera de las dos entradas al campo de concentración es muy solemne e impresionante. Es un paseo por el infierno, por uno de los peores episodios que ha protagonizado la humanidad, pero también una lección de historia de la que aprender para que no se repita nunca.
- Historia y contexto de Auschwitz
- Auschwitz I y II
- Exposiciones y monumentos
- Información de visita (horario, etc)
- Visitas en los alrededores
Historia y contexto de Auschwitz
El complejo de Auschwitz, que contaba con un campo de trabajos forzados, otro de esclavos y un tercero de exterminio, empezó a construirse en mayo de 1940 a las afueras de la ciudad de Oświęcim, que había sido anexionada por los alemanes en su expansión hacia el este.
Los primeros prisioneros fueron unos centenares de polacos a los que se consideraba presos políticos, pero en los años que estuvo en funcionamiento se cree que más de 1.250.000 personas perdieron la vida, la mayoría judíos, aunque también había prostitutas, prisioneros de guerra, homosexuales, gitanos y comunistas.
El 27 de enero de 1945, cinco años después, el campo de Auschwitz fue liberado por las tropas soviéticas. Se encontraron a menos de 3.000 hombres deambulando que pudieron salvarse de los últimos asesinatos nazis que trataban de borrar sus huellas.
Auschwitz I y II
El campo se divide en dos partes, Auschwitz I y Auschwitz II. El primero fue el campo de concentración original y donde en barracones de ladrillos se levantó el centro administrativo desde donde se dirigía todo el complejo. Es en la puerta de esta parte del campo donde se puede leer el famoso cartel “Arbeit macht frei” (“El trabajo hace libre” en alemán”), un lema que podría hacer pensar a los prisioneros que en algún momento saldrían de ahí.
Pero este campo de concentración fue el más mortífero de todos los que creó el Tercer Reich y la mayoría de los que cruzaron ese umbral jamás lograrían salir de las alambradas.
El campo estaba dividido en bloques y el más famoso, tristemente, era el 11, llamado también “bloque de la muerte” porque era donde se encerraban a los prisioneros en celdas más pequeñas y se les dejaba morir.
La segunda parte del complejo, Auschwitz II o Birkenau, era el más grande y fue construido un año después en la zona más próxima a esta población que está situada a unos tres kilómetros de lo que fue el origen del campo de concentración.
Esta parte fue levantada para cumplir con el plan de exterminio de los judíos y es aquí donde se instalaron los cinco hornos crematorios y las cámaras de gas donde se podían asesinar de una sola vez hasta a 2.500 personas.
Esta parte estaba dividida en secciones, separadas por verjas electrificadas donde se repartían los prisioneros en función de si iban directos a la muerte, al campo de trabajo o a participar en experimentos médicos.
Hasta 1942, Auschwitz II no empezó a recibir mujeres que fueron igualmente asesinadas u obligadas a los experimentos de esterilización que llevaron a cabo los médicos nazis.
Exposiciones y monumentos
Nada más cruzar la puerta, en el centro de visitantes, se puede ver un pequeño documental que coloca el campo en su contexto y explica cuál era su funcionamiento.
En los barracones de Auschwitz I se han adaptado algunas partes para organizar exposiciones en las que se muestran las pésimas condiciones de vida de los prisioneros y muchos objetos personales de los miles y miles de personas que pasaron por ellos antes de ser asesinados. De esta forma se puede ver botas, maletas, enseres personales para el afeitado, gafas y hasta pelo que era vendido para fabricar abrigos.
También se pueden ver las vías del tren que llevaban a los prisioneros de un lado a otro del campo y en Auschwitz II quedan los restos de los hornos crematorios y de las cámaras de gas con las que los nazis mataron a más de 1,1 millones de judíos en el complejo.
Queda en pie una de las torres de vigilancia, a la que se puede acceder para tener una vista de todo Birkenau, además de la alambrada que marcaba la vida de los prisioneros y algunas viviendas de los militares nazis.
Información de visita (horario, etc)
El campo de concentración abre de lunes a domingo, todos los días del año menos el Domingo de Pascua, Navidad y Año Nuevo. Se recomienda estar entre dos y tres horas porque las distancias entre ambas zonas son largas.
El horario va variando según los meses del año para adaptarse a la caída de la noche. La última visita siempre se tiene que hacer una hora y media antes de la hora del cierre.
La apertura es a las siete y media de la mañana, pero cierra a las dos del mediodía en diciembre, a las tres en enero y noviembre, a las cuatro en febrero, a las cinco en marzo y en octubre, a las seis en mayo y septiembre y a las siete los meses de verano, junio, julio y agosto.
En los meses de otoño e invierno hace mucho frío en la zona del campo ya que hay pocas edificaciones en pie y refugios, por lo que hay que ir muy abrigado.
No es una visita muy recomendable para hacer con niños aunque no está prohibida. Si vas acompañado de menores lo mejor es pasar más rápido la zona de exposición de fotografías y objetos personales de los que murieron asesinados en Auschwitz.
Visitas en los alrededores
Una de las ciudades próximas a Auschwitz que merece mucho la pena es Cracovia. Su centro histórico está lleno de rincones plagados de encanto como la Plaza del Mercado, la Basílica de Santa María o la Lonja de Paños. También se recomienda visitar el barrio judío en el que murieron muchos de sus vecinos, o subir a una colina a ver el Castillo de Wawel, del siglo XIV, que guarda en su interior el Museo Catedralicio Juan Pablo II y el Palacio Real, la primera residencia de los reyes de Polonia.
Muy cerca de Cracovia están las famosas Minas de sal de Wieliczka, donde en más de 300 kilómetros de túneles se muestran las distintas etapas de la minería en Europa a 327 metros de profundidad.