Elevándose sobre la colina más alta de la urbe, el Castillo de Ankara, más que una simple fortaleza medieval, es un reflejo del crisol de civilizaciones que han gobernado Anatolia a lo largo de milenios. Este imponente recinto amurallado ha sido testigo del paso de hititas, romanos, bizantinos, selyúcidas y otomanos, cada uno dejando su huella en su arquitectura y en la historia de la ciudad. Su estructura, reforzada y ampliada a lo largo de los siglos, ofrece un fascinante viaje en el tiempo, con vistas panorámicas que abarcan toda la capital turca, revelando el contraste entre el casco antiguo de Ankara, con sus minaretes y casas de tejados rojos, y la modernidad creciente de la metrópoli. Pasear por sus callejuelas empedradas y explorar sus imponentes murallas es adentrarse en un pasado de conquistas y transformaciones que han dado forma a la Ankara moderna.
- Historia del Castillo de Ankara: testigo del auge y la caída de civilizaciones, desde los hititas a los otomanos
- Dónde se encuentra y qué podrás ver: explorando la fortaleza y sus alrededores
- Recomendaciones para la visita: lo que necesitas saber antes de ir
Historia del Castillo de Ankara: testigo del auge y la caída de civilizaciones, desde los hititas a los otomanos
Los cimientos del Castillo de Ankara se hunden en una historia que se remonta más de 3.000 años atrás. Aunque sus orígenes exactos siguen envueltos en el misterio, se sabe que los hititas establecieron los primeros asentamientos en la colina, aprovechando su posición estratégica para la defensa de la región. Más tarde, con la llegada de los frigios y los lidios, la fortificación comenzó a tomar forma, pero fueron los romanos quienes, en el siglo II d.C., levantaron las primeras murallas de piedra con una estructura organizada para la defensa de la ciudad.
Durante la época bizantina, especialmente en los siglos VII y IX, el castillo fue reforzado con muros más altos y gruesos, diseñados para resistir los ataques árabes y persas que amenazaban la estabilidad del Imperio. Las imponentes torres cuadradas que hoy aún se pueden ver datan en gran parte de esta fase de construcción. Sin embargo, la fortaleza no pudo evitar caer en manos de los selyúcidas en el siglo XI, quienes añadieron elementos arquitectónicos característicos de su estilo, transformándolo en un bastión adecuado para sus nuevas estrategias militares.
El dominio otomano, consolidado en el siglo XIV, trajo consigo una nueva era para el castillo. Aunque su función defensiva fue perdiendo importancia con el desarrollo de artillería más avanzada, su papel como símbolo del poder otomano en Ankara se mantuvo firme. En el interior de la ciudadela, las casas de madera que aún se conservan recuerdan la vida en la Ankara otomana, cuando el castillo no solo era un enclave militar, sino también el corazón de la comunidad. En sus calles vivieron mercaderes, artesanos y soldados, creando un microcosmos dentro de los gruesos muros de piedra.

A pesar de las guerras y el desgaste del tiempo, la fortaleza ha logrado mantenerse en pie, con restauraciones que han permitido conservar su esencia y su valor patrimonial. Hoy, el Castillo de Ankara no es solo un recordatorio de su pasado militar, sino también uno de los símbolos históricos más importantes de Ankara.
Dónde se encuentra y qué podrás ver: explorando la fortaleza y sus alrededores
El Castillo de Ankara se levanta sobre una colina en el distrito de Altındağ, dominando el horizonte de la ciudad. Su ubicación estratégica ofrece una de las mejores vistas panorámicas de la capital turca, lo que hace que la subida hasta sus muros sea una experiencia obligatoria para cualquier viajero.
La estructura está dividida en dos secciones principales: la ciudadela interior y la ciudadela exterior. La parte interna, la más antigua y mejor conservada, alberga las murallas originales y torres defensivas que han resistido el paso de los siglos. Aquí se encuentra la torre principal, desde cuya cima se obtiene una vista inigualable de Ankara, con sus barrios históricos y modernos desplegándose en todas direcciones.
Paseando por el recinto, el visitante descubre calles empedradas bordeadas por casas de madera de la época otomana, muchas de ellas restauradas y convertidas en tiendas de artesanía o cafeterías con encanto. Dentro del castillo también se encuentran varias estructuras históricas de interés, como una pequeña mezquita del periodo selyúcida, antiguas cisternas utilizadas para almacenar agua en tiempos de asedio y restos de inscripciones romanas reutilizadas en la construcción de los muros, un testimonio del eclecticismo arquitectónico que define la historia de Turquía.

Muy cerca del castillo, en el barrio de Hamamönü, se pueden explorar antiguas residencias otomanas restauradas, así como el Museo de las Civilizaciones de Anatolia, uno de los más importantes del país, donde se exhiben tesoros arqueológicos que abarcan desde la época hitita hasta el período otomano.
Recomendaciones para la visita: lo que necesitas saber antes de ir
Para disfrutar plenamente de la visita al Castillo de Ankara, es recomendable llevar calzado cómodo, ya que la subida es empinada y las calles empedradas pueden resultar resbaladizas. La mejor hora para visitarlo es al atardecer, cuando la luz dorada del sol transforma las piedras de la fortaleza y las vistas de Ankara se tiñen de tonos cálidos.
La entrada al castillo es gratuita, y aunque no hay una señalización extensa, la exploración por sus murallas y pasadizos es una experiencia única para quienes disfrutan descubriendo rincones históricos a su propio ritmo. Además, en los alrededores hay numerosos cafés tradicionales donde es posible degustar un té turco acompañado de baklava o algún otro dulce local mientras se disfruta del ambiente del casco antiguo.
Si se desea profundizar en la historia del lugar, lo ideal es combinar la visita con un recorrido por el Museo de las Civilizaciones de Anatolia, situado a poca distancia. Este museo complementa la experiencia del castillo, ofreciendo contexto sobre los pueblos que dejaron su huella en Ankara a lo largo de los siglos.
