Konya, situada en la vasta estepa anatolia, es conocida como la cuna del misticismo sufí y el hogar de Mevlana Rumi, el gran poeta y pensador persa del siglo XIII. Pero más allá de su fama como centro del sufismo, esta ciudad deslumbra con su patrimonio selyúcida y otomano, sus mezquitas de cúpulas turquesa y sus madrasas decoradas con azulejos que cuentan siglos de historia. En sus calles se suceden animados mercados, caravasares medievales y minaretes que se alzan como testigos de un glorioso pasado. En este viaje a Konya, descubrirás no solo sus monumentos más icónicos, sino también su alma, esa que sigue atrayendo peregrinos y viajeros en busca de algo más que un simple recorrido turístico.

  1. Historia y situación de la ciudad: Konya, el corazón del misticismo y el poder selyúcida
  2. Qué ver en tu visita: de la tumba de Mevlana a los tesoros selyúcidas
  3. Ceremonia de los derviches: el giro místico que conecta con lo divino
  4. Dónde comer: sabores tradicionales de Anatolia
  5. Visitas cercanas: ruinas y paisajes que narran historias ancestrales

Historia y situación de la ciudad: Konya, el corazón del misticismo y el poder selyúcida

Konya es una de las ciudades más antiguas de Anatolia, con una historia que se remonta a más de 4.000 años. Durante la época hitita, fue un asentamiento importante y, posteriormente, pasó a formar parte del Imperio frigio y del Reino de Lidia. Sin embargo, su auge comenzó con los romanos, cuando fue conocida como Iconio, y más tarde con los bizantinos, quienes la fortificaron debido a su ubicación estratégica en la Ruta de la Seda.

El momento de mayor esplendor de Konya llegó en el siglo XII, cuando se convirtió en la capital del Sultanato de Rum, un estado selyúcida que gobernó gran parte de Anatolia tras la llegada de los turcos desde Asia Central. Bajo los selyúcidas, la ciudad floreció como un centro cultural y arquitectónico, con la construcción de madrazas, mezquitas y caravasares que aún pueden verse en la actualidad. Fue en esta época cuando Mevlana Rumi se estableció en Konya y fundó la orden de los derviches giróvagos, cuya danza simboliza el viaje del alma en busca de la verdad. Su mausoleo, convertido en el Museo Mevlana, es hoy uno de los centros espirituales más importantes del mundo islámico y el lugar más visitado de la ciudad.

Konya
Tumba y mezquita de Mevlana en Konya. Vista del Museo Mevlana, Mevlana Celaleddin-i Rumi es un filósofo sufí y poeta místico del Islam.

En el siglo XV, tras la caída de los selyúcidas, Konya pasó a formar parte del Imperio otomano, manteniendo su importancia religiosa y comercial. A lo largo de los siglos, se consolidó como un centro de espiritualidad, atrayendo a peregrinos y viajeros de todo el mundo. En la actualidad, aunque es una metrópolis moderna, sigue conservando su esencia histórica, con bazares tradicionales, monumentos selyúcidas y la atmósfera mística que la ha caracterizado durante siglos.

Qué ver en tu visita: de la tumba de Mevlana a los tesoros selyúcidas

El punto más emblemático de Konya es el Mausoleo de Mevlana, un lugar de peregrinación donde descansan los restos del poeta sufí Rumi. Su cúpula turquesa y sus intrincados mosaicos lo convierten en un icono de la ciudad. En su interior, los visitantes pueden sumergirse en la vida y enseñanzas del maestro sufí, rodeados de manuscritos antiguos, objetos rituales y la hipnótica caligrafía persa.

Muy cerca de allí se encuentra la Mezquita de Alaeddin, la más antigua de Konya, construida en el siglo XIII sobre una colina con vistas a la ciudad. Su estructura refleja la transición entre la arquitectura selyúcida y otomana, con un minarete esbelto y un interior austero pero imponente. Junto a ella, en el Palacio de Alaeddin, descansan los sultanes selyúcidas que hicieron de Konya su capital.

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Tumba de Celaleddin Rumi (Mevlana) y su familia

Otro de los tesoros de la ciudad es el Karatay Medresesi, una antigua escuela coránica fundada en 1251, ahora convertida en museo de cerámica y arte selyúcida. Sus mosaicos de tonos azul cobalto y su cúpula decorada con estrellas celestes evocan la grandeza de la cultura islámica medieval. No menos impresionante es la Madrasa Ince Minare, que destaca por su minarete ornamentado y su exquisita colección de tallas en piedra.

Para quienes deseen explorar el pasado caravanero de Konya, una visita imprescindible es el Caravasar de Sultanhani, situado a 100 kilómetros de la ciudad. Esta fortaleza del siglo XIII era un punto clave en la Ruta de la Seda, donde mercaderes y viajeros descansaban antes de continuar su travesía. Su estructura monumental, con gruesos muros de piedra y un amplio patio, permite imaginar la vida en aquellos tiempos de caravanas y comercio.

Ceremonia de los derviches: el giro místico que conecta con lo divino

Konya es el único lugar en Turquía donde se puede presenciar la ceremonia de los derviches giróvagos en su contexto más auténtico. Esta danza ritual, conocida como sema, es una meditación en movimiento en la que los derviches giran sobre sí mismos con túnicas blancas y fajas negras, en un trance que simboliza la ascensión del alma hacia la divinidad.

La ceremonia tiene lugar en el Centro Cultural Mevlana, donde cada sábado por la noche los visitantes pueden presenciar esta tradición que se ha mantenido viva durante siglos. La música, compuesta por flautas ney y tambores, crea una atmósfera envolvente que transporta a otro mundo.

El mejor momento para experimentar la espiritualidad de Konya es durante la Semana de Mevlana, celebrada cada diciembre en honor al aniversario de la muerte del poeta. Durante estos días, la ciudad se llena de eventos culturales, recitales de poesía y ceremonias sufíes que atraen a miles de personas de todo el mundo.

Dónde comer: sabores tradicionales de Anatolia

La gastronomía de Konya es un reflejo de su historia, con platos que han pasado de generación en generación. Uno de los más famosos es el etli ekmek, una especie de pizza turca alargada con carne picada y especias, que se hornea hasta quedar crujiente. Se puede probar en lugares como Hacı Şükrü, un restaurante con más de cien años de historia.

Otro plato icónico es el fırın kebabı, un cordero asado lentamente en horno de leña, que se deshace al primer bocado. En Cemo Restaurant, los viajeros pueden disfrutar de esta especialidad acompañada de pan fresco y yogur casero.

Para una experiencia más ligera, la sac böreği, una especie de empanada rellena de queso y hierbas, es perfecta para degustar en los tradicionales cafés de la ciudad, como Mevlevi Sofrası. Para terminar la comida, nada mejor que un vaso de ayran o un dulce höşmerim acompañado de té turco.

Visitas cercanas: ruinas y paisajes que narran historias ancestrales

A 50 kilómetros de Konya se encuentra Çatalhöyük, una de las ciudades neolíticas más antiguas del mundo, con más de 9.000 años de antigüedad. Este yacimiento arqueológico revela cómo vivían las primeras comunidades humanas, con casas de adobe dispuestas en una trama urbana sin calles.

Si prefieres una visita cultural que quede más a mano, a pocos kilómetros de la ciudad se encuentra Sille, una antigua aldea griega con iglesias bizantinas, casas de piedra y un ambiente que transporta a tiempos pasados. Su monasterio cristiano ortodoxo de San Chariton es uno de los mejor conservados de la región y un testimonio de la coexistencia de culturas que caracterizó a Anatolia durante siglos.

Otra excursión recomendable es el Lago Beyşehir, un refugio de biodiversidad donde es posible avistar aves y disfrutar de paseos en barco. Sus aguas cristalinas reflejan el cielo con una pureza casi irreal, convirtiéndolo en un lugar perfecto para desconectar y conectar con la naturaleza.

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Lago Beysehir, Konya, Turquía

Por último, si no te importa ir un poco más lejos, hay otros dos lugares muy recomendables. La ciudad de Akşehir, a unos 130 kilómetros, ofrece un viaje al pasado otomano y rinde homenaje a Nasreddin Hodja, el legendario personaje del folclore turco famoso por sus historias cargadas de sabiduría y humor. 

Por otro lado, puedes realizar unas excursión al Lago Tuz, uno de los mayores lagos salados del mundo. Sus aguas cambian de color con la luz del día, creando un paisaje surrealista donde el cielo y la tierra parecen fusionarse. En verano, cuando el agua se evapora, se forma una gruesa capa de sal que convierte el lago en un espejo natural.