El Barrio Gótico —Barri Gòtic, en catalán—, uno de los cuatro barrios que forman el distrito de Ciutat Vella de Barcelona, ostenta el título de núcleo histórico de la ciudad. Delimitado al sur por el Puerto, al oeste por La Rambla y al noreste por la Plaza de Cataluña, su entramado medieval de callecitas estrechas y plazas escondidas seduce a diario a locales y turistas por igual. Y es que motivos no le faltan: nacida sobre los restos de Barcino, una próspera colonia romana fundada allá por el siglo I a.C; su carácter gótico no lo desarrollará hasta bien entrada la Edad Media, cuando nuevas iglesias y palacios son construidos bajo dicho estilo.

Ahora bien, agárrense porque aquí llega la sorpresa: si bien el Barrio Gótico fue efectivamente gótico durante una larga etapa de su historia, los historiadores insisten en recordarnos que una gran parte de los monumentos que hoy vemos son en realidad neogóticos, ya que datan de finales del siglo XIX y principios del XX. Tal vez el caso más sonado sea el de la Catedral de Barcelona, cuya fachada actual pertenece a unas obras acontecidas en 1913.

De cualquiera manera, lo que nadie puede negar es el encanto sinigual del Barrio Gótico en la actualidad, el cual nos proponemos transmitir al lector a través de la lectura de estas líneas.

  1. Ruta histórica al norte de la Plaza de San Jaime
  2. Ruta histórica al sur de la Plaza de San Jaime
  3. Museo de Historia de Barcelona
  4. Basílica de Santa María del Pi
  5. Parroquia de Santa Ana
  6. Secretos culinarios escondidos en el Barrio Gótico
  7. Galerías de arte

Ruta histórica al norte de la Plaza de San Jaime

Retomando el pasado romano de Barcelona, la Plaza de San Jaime nos sirve como inicio de la ruta, por ser aquí donde se intersectaban el cardus y el decumanus (los ejes de urbanización históricos de la colonia que se convirtió en barrio).  Se trata de una diáfana explanada en la que conviven sendos edificios del poder político catalán, el Ayuntamiento y el Palau de la Generalitat. La visita al Patio de los Naranjos del segundo —previa presentación de DNI o pasaporte—, es totalmente recomendable.

El pasado histórico del Barrio Gótico nos sirve como guía, pues justo al suroeste de la plaza encontramos la calle del Call, puerta de entrada al barrio judío en el que vivió la comunidad hebrea de Barcelona hasta finales del siglo XV, cuando fue expulsada por decreto de los Reyes Católicos. A propósito (y como curiosidad), poco tiempo después Miguel de Cervantes incluiría en su segunda parte del Quijote, una supuesta imprenta instalada en esta calle. Nos lo recuerda una discreta placa de cerámica situada entre los números 14 y 16.

Plaza de San Jaime
Plaza de San Jaime

Si en vez de hacia el suroeste emprendemos camino hacia el noroeste por la calle del Obispo, rápidamente nos toparemos con la joya por excelencia del “gótico” barcelonés: la Catedral de Santa Eulalia —o Catedral de Barcelona—. En su interior, cuya construcción se inició en 1298, destacan 13 ocas blancas, como alegoría de la edad que tenía la patrona de Barcelona, Santa Eulalia, cuando fue crucificada por el emperador Diocleciano en el año 304. Además, afuera se celebra, cada jueves, el Mercat Gòtic, un interesante mercadillo de antigüedades ideal para intercalar con una mañana de tapas.

Fachada de la Catedral
Fachada de la Catedral de Barcelona

Y, ¡por cierto!, a dos pasos también podemos visitar otro templo bien distinto al anterior: el Templo de Augusto, en plena calle del Paradís. En realidad, se trata de cuatro impresionantes columnas y el basamento de lo que un día fue el templo romano dedicado al culto de este César; y que hoy son expuestas, junto a otros muchos objetos históricos, por el Museo de Historia de Barcelona.

Finalmente, también a tiro de piedra de la Catedral, podemos visitar la conocida como Plaza del Rey, una recóndita placita custodiada por la que fuera principal residencia de los Condes de Barcelona, el Palau Reial Maior. Dos curiosidades permanecen ligadas a este palacio. Por un lado, fue aquí donde los Reyes Católicos recibieron a Colón tras su viaje a América. Por otro lado, puesto que fue construido sobre la muralla romana original que delimitaba la ciudad, hoy todavía podemos contemplar restos de la misma en sus cimientos.

Plaza del Rey Barcelona
Plaza del Rey

Ruta histórica al sur de la Plaza de San Jaime

Si continuamos tomando la Plaza de San Jaime como punto de partida en nuestra visita, al suroeste de la misma encontraremos, en forma de agradable sorpresa, la amplia y tranquila Plaza Real. De inspiración francesa, sus fachadas neoclásicas, sus tropicales palmeras y sus farolas modernistas —obra de Gaudí—, confieren al lugar un aire delicioso, ideal para descansar y tomar una caña en alguna de sus terrazas. La Fuente de las Tres Gracias, realizada por Antoine Durenne en 1876, es su elemento distintivo, con las figuras de Aglaya, Eufrósine y Talía, diosas del encanto, la creatividad y la fertilidad, esculpidas espalda con espalda en lo alto del monumento.

Plaza Real Barcelona
Plaza Real Barcelona

A unos pocos metros, a través del diminuto carrer de Colom, se encuentran Las Ramblas, el paseo más populoso de toda la ciudad. Descendiendo por el mismo, nuestra ruta nos lleva hasta la plaza del Portal de la Paz, hogar del famoso Monumento a Colón desde 1888. Construido en el contexto de la entonces inminente Exposición Universal de Barcelona, sus cerca de 57 metros de altura sostienen una figura de bronce del descubridor genovés, cuyo dedo índice, a falta de consenso respecto hacia dónde apunta, nos indica indiscutiblemente dónde queda el mar.

También desde esta plaza parte el Paseo de Colón, un bello bulevar sobre el cual antiguamente discurría la conocida como Muralla del Mar, construida a mediados del siglo XVI y derribada a finales del XIX con motivo de la ya mencionada Exposición Universal. Hoy un paseo relajado bajo las palmeras que lo salpican nos invita a contemplar el Puerto y sus numerosos veleros de lujo.

manumento colon barcelona
Monumento a Colón

Museo de Historia de Barcelona, una institución con varias sedes

También conocido por sus siglas, MUHBA, la visita a este museo es casi obligada dentro del conjunto monumental de la Plaça del Rei, sin duda una de las más sorprendentes de Barcelona por su fisonomía medieval. Con fondos que llegan a los 2.000 años de antigüedad, este espacio expositivo permite comprender la evolución la ciudad desde la Barcino romana hasta prácticamente la actualidad.

Una de las particularidades de este museo es que está repartido en varias sedes, siendo la principal la que ocupa lo que fue la Casa Padellás (siglos XVI-XVII) en la citada plaza. Así, resultan muy interesantes los restos del Convento de Santa Catalina, junto al mercado del mismo nombre. Igual que courre MUHBA El Call, en plena judería barcelonesa y en lo que fue la casa del tejedor Jusef Bohhiac. Aquí se pueden conocer numerosos detalles sobre los usos y costumbres de esa comunidad religiosa y social en la ciudad.

Más allá del Barrio Gótico, bastante curioso es el Refugio 307, otra de las sedes del Museo de Historia de Barcelona, utilizado como protección frente a los bombardeos aéreos de la Guerra Civil (1936-39), que está en la montaña de Montjuic. Así como la antigua casa del guarda, que es una de las dos construcciones de entrada al Parque Güell, donde se narra la relación profesional y personal entre Gaudí y el promotor de este espacio: el industrial Eusebi Güell.

Basílica de Santa María del Pi, la nave más grande

Sorprende el volumen de la basílica de Santa María del Pi dentro del entramado de calles y plazuelas del Barrio Gótico de Barcelona. Una iglesia datada en el siglo XIV con una sola nave que, sin duda, es una de las más elevadas y espaciosas del país.

Precisamente, la generosidad con que se construyó esta iglesia es lo que permite que pueda lucir el rosetón de mayor tamaño de Cataluña, obra del maestro vidriero barroco Josep Ravella. Aunque conviene advertir que lo que hoy se puede admirar sobre la portada principal del templo es una copia del original, destruido durante la Guerra Civil (1936-39).

La basílica se levantó para honrar a Nuestra Señora del Pi, cuya imagen preside el altar mayor. Y recibe este nombre porque se cree en el solar que hoy ocupa este monumento había un pequeño bosque de pinos.

Además del templo, tienen gran valor las piezas de orfebrería religiosa que se muestran en el museo. Y, para los más animosos, es recomendable la subida al campanario, “hogar” de la campana conocida como “la Antonia”, cuyo tañido es uno de los sonidos más reconocibles (y queridos) para quienes habitan este barrio barcelonés.

Parroquia de Santa Ana, un reducto de tranquilidad

Amén de la iglesia, la parroquia de Santa Ana incluye también un claustro que, en su conjunto, suponen una auténtica joya del Románico y el Gótico catalanes. Muy próxima a la plaza de Cataluña, la fachada principal, con su portada de arcos apuntados, se abre a la placita de Ramón Amadeu, arquitecto al que se atribuye el diseño del monumento.

Éste comenzó a construirse a finales del siglo XII, patrocinado por la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén, y sufrió varias modificaciones hasta el siglo XV, cuando se levantó el cimborrio. Éste tuvo que reconstruirse, como tantos otros monumentos de Barcelona, tras la Guerra Civil Española.

Aparte de la Iglesia y el claustro, en la visita a la parroquia de Santa Ana conviene entrar la Sala Capitular a través de la galería del segundo. En este espacio destacan la cúpula gótica, con una característica forma octogonal, el sepulcro del prior Mateu Fernández y la pila bautismal. Ésta fue un regalo de la reina Isabel II de España.

Secretos culinarios escondidos en el Barrio Gótico

Si bien es verdad que el carácter turístico del Barrio Gótico trae consigo una abundancia de locales sin esencia ni descendencia, todavía hoy es posible encontrar joyas de la gastronomía popular escondidas en sus calles. Porque el barrio no se visita igual sin el incentivo maravilloso de las tapas y las cañas que, entre monumento y leyenda, refrescan el interés por lo desconocido.

El bar La Plata (Carrer de la Mercè, 28) es uno de esos lugares genuinos, cuya existencia desde 1945 avala una carta digna de explorar. Lo mejor es que tan sólo posee cinco tapas, ni una más ni una menos, por lo que, a falta de cantidad, la calidad está asegurada. Por su lado, la Casa del Molinero (Carrer de la Mercè, 13), ubicado en un antiguo molino con más de 200 años de historia, asombra con sus tapas caseras —recetas de la abuela y embutido, sobre todo—.

Algo diferente es el Cal Pep (C/ Plaça de les Olles, 8), porque aquí, lejos de poseer platos con cuarenta años de tradición, las tapas rotan semanalmente. O el Babia (carrer dels Sagristans, 9), cuya propuesta de caña y tapa es la tónica general, y cuyas papas con mojo picón son una elección excepcional.

Galerías de arte de la calle Petritxol, la primera y otras más

Petritxol es, por definición, la calle del chocolate del centro histórico de Barcelona. De hecho, el inconfundible aroma del cacao es una fragancia permanente en esta vía del Barrio Gótico. Y lleva siendo así desde el siglo XVII, cuando se establecieron aquí los primeros maestros chocolateros catalanes.

Pero Petritxol es también la calle del arte. La principal responsabilidad de esto último recae en la Sala Parés, que no es solo la primera galería de arte de Barcelona, sino de todo el país. Aquí, a finales del siglo XIX expuso sus primeras acuarelas Pablo Picasso (aunque no logró vender ninguna). El artista malagueño encabeza una larga lista de grandes autores del siglo XX, cuyas creaciones se han expuesto en las paredes de esta galería.

No es la única: hoy son varias las galerías en la calle Petritxol que abren sus puertas a los amantes del arte. Entre ellas, Maxó Petritxol, especializada en obras conceptuales. También Art Petritxol, la galería de Héctor Albericio, con obras de autores catalanes de los siglos XIX y XX y artistas figurativos contemporáneos. Mientras que en la sala Barcelona Petritxol se exponen y venden fotografías de las más diversas temáticas y formatos.