Ibiza sigue escondiendo algunos lugares secretos donde el turismo de masas no ha llegado todavía. Son sus calas escondidas o milagrosas donde disfrutar del sol y del mar Mediterráneo casi en soledad, aprovechando la fuerza de una naturaleza salvaje por momentos.
- Port de ses Caletes, un acceso complicado
- Es Portitxol, una laguna secreta
- Es Caló de s’Illa, entre casetas de pescadores
- Es Canaret, el final de un camino complicado
- Cala Mastella y el chiringuito ‘El Bigotes’
- Cala Olivera, un baño entre pinos
- Cala Llentrisca, el premio a un camino pedregoso
- Cala d’en Serra y el misterio del hotel abandonado
Port de ses Caletes, un acceso complicado
Esta pequeña cala en el norte de Ibiza, cerca de Sant Joan de Labritja, sobrevive con un ambiente tranquilo porque para llegar a ella hay que atravesar una carretera asfaltada pero muy estrecha y llena de curvas que echa para atrás a muchos turistas.
Así que el ambiente en Ses Caletes es muy tranquilo y auténtico, en una zona de baños de guijarros y rocoso. Eso sí, el agua es cristalina y perfecta para los amantes del snorkel.

Es Portitxol, una laguna secreta
Esta cala de piedras y casetas de pescadores está ubicada en el norte de la isla, cerca de Sant Miquel de Balansat. Sólo se puede llegar caminando por un sendero que se recorre en una media hora de bajada. Ojo que a la vuelta, para la subida, es mejor llevar un calzado adecuado.
Se trata de una bahía casi cerrada, rodeada de picos rocosos que le dan un aspecto casi de laguna salada. Está muy poco frecuentada y es un espacio perfecto para bucear o hacer snorkel porque el agua es clara y la vida marina muy rica. Eso sí, no hay ningún servicio por lo que tendremos que meter en la mochila agua y todo lo que vayamos a necesitar.

Es Caló de s’Illa, entre casetas de pescadores
Cerca de Portinatx, en el municipio de Sant Joan de Labritja, se encuentra esta pequeña cala rocosa pero muy tranquila, ya que apenas está frecuentada por turistas. Cuenta con algunas casetas de pescadores que elevan el encanto del lugar y el agua es cristalina, por lo que resulta perfecta para bañarse pero también para practicar snorkel.
Es una zona que no cuenta con ningún tipo de servicios pero a la que se puede llegar fácilmente en coche, aunque el acceso final es un camino sin asfaltar.

Es Canaret, el final de un camino complicado
Situada en Sant Vicent de sa Cala, es una cala pequeña y rocosa bastante aislada y muy poco conocida, por lo que la calma en este lugar es increíble.
Antes sólo tenía un acceso privado y cerrado por una finca colindante pero ahora ya se puede acceder por otro camino que es bastante irregular, por lo que hay que tener cuidado.
Cuenta cerca con varias casetas tradicionales de pescadores pero ningún tipo de servicios, por lo que hay que meter en la mochila agua, comida y llevar zapatos cómodos.
El mar en Es Canaret es azul intenso y muy transparente, por lo que es perfecto para ponerte las gafas de snorkel y salir a la aventura.

Cala Mastella y el chiringuito ‘El Bigotes’
Esta pequeña cala ubicada en Santa Eulària des Riu es conocida entre los locales por el mítico chiringuito de ‘El Bigotes’. Aún así, cuenta con un ambiente muy tranquilo y familiar que la mantiene aún lejos de la masificación propia de esta parte de Ibiza.
Se trata de una zona de baño con parte de arena y parte de rocas, de aguas poco profundas pero muy cristalinas que son ideales para bucear.
El chiringuito es muy conocido por su increíble bullit de peix, un plato ibicenco tradicional, que ahora solo sirve bajo reservas difíciles de conseguir. Aunque no es tan secreta como otras de esta lista sí mantiene su autenticidad.

Cala Olivera, un baño entre pinos
Esta pequeña cala está cerca de la urbanización Roca Llisa y cuenta con apenas 20 metros de largo. Tiene parte de arena y parte de grava y lo más espectacular es el entorno, rodeado de pinos y vegetación mediterránea sobre unos acantilados increíbles.
El acceso no es fácil porque hay que coger algunos caminos estrechos y con pendientes y el aparcamiento es limitado, pero la sensación desde esta tranquila cala es impresionante por su calma y el color del mar. No cuenta con ningún tipo de servicios.
Cala Llentrisca, el premio a un camino pedregoso
Ubicada en Es Cubells, en Sant Josep de sa Talaia, esta cala pequeña de guijarros cuenta con un paisaje natural muy bello entre pinos y casetas de pescadores que le dan un aire tradicional.
Llegar hasta estas aguas cristalinas no es fácil porque hay que caminar desde Es Cubells una media hora por un sendero que sigue toda la costa. El camino no está señalizado pero es fácil encontrarse a senderistas y locales que conocen bien la zona.
Es una cala virgen, sin ningún tipo de servicios, por lo que tenemos que llevar agua y, sobre todo, un zapato cómodo para el camino pedregoso de acceso.

Cala d’en Serra y el misterio del hotel abandonado
En Sant Joan de Labritja se ubica esta pequeña cala en forma de herradura que tiene un aire muy místico por su pasado: en la parte alta se intentó construir un hotel en los años 70 pero se abandonó el proyecto y sus ruinas.
Es una cala de arena fina y piedras, con un agua cristalina y bastante accesible por una carretera asfaltada, aunque el último tramo resulta más complicado.
En verano suele abrir un chiringuito muy básico en la playa y hay espacio para aparcar pero sigue siendo un lugar muy poco concurrido y con encanto.

