En la Sierra Norte de Madrid, nos encontramos este pueblo pequeño en número de habitantes (apenas 140 empadronados), pero grande en paisajes, encanto e historia. A más de mil metros de altitud, entre praderas, arroyos y montes de robles y encinas, sorprende al viajero con una iglesia medieval que guarda una necrópolis bajo su atrio, una laguna convertida en refugio de aves, senderos fáciles que se abren entre pastos y cañadas trashumantes, y un patrimonio rural que aún respira autenticidad a apenas una hora de la capital.

  1. Historia de la localidad
  2. Qué podrás ver en tu visita
  3. Rutas de senderismo cercanas
  4. Actividades al aire libre
  5. Visitas cercanas

Historia de la localidad: de la repoblación medieval a la Reserva de la Biosfera

Los orígenes de Prádena del Rincón se remontan a los siglos posteriores a la Reconquista, cuando estas tierras repobladas quedaron ligadas a la Comunidad de Villa y Tierra de Buitrago del Lozoya. Desde entonces, la economía estuvo marcada por la ganadería, especialmente la ovina, y por una agricultura modesta que aprovechaba los pastos y huertos en torno a los arroyos.

En la Edad Media se levantó la iglesia de Santo Domingo de Silos, hoy Bien de Interés Cultural, que aún conserva elementos románicos y mudéjares. En sus muros y en el atrio norte se escondía una necrópolis que ha dejado al descubierto casi un centenar de tumbas talladas en la roca, testimonio de la vida –y de la muerte– en este enclave serrano hace más de ocho siglos.

Pradena del Rincon
Vista a la montaña desde Pradena del Rincón; Madrid

Durante siglos, el ritmo de Prádena estuvo marcado por la trashumancia. La Cañada de las Merinas, que atraviesa el municipio, era vía de paso para los rebaños que recorrían cientos de kilómetros en busca de pastos. Ese trasiego dejó huellas en el paisaje: chozos de pastores, fuentes, abrevaderos, eras comunales y hasta caminos empedrados que aún hoy se reconocen. El aislamiento natural del pueblo, poco conectado con los grandes centros urbanos, le permitió conservar esa vida rural y tradiciones vinculadas al pastoreo, las vías pecuarias, linderos naturales, antiguas fuentes, hornos de pan, etc.

En tiempos recientes, el reconocimiento más importante llegó en 2005, cuando el municipio pasó a formar parte de la Reserva de la Biosfera de la Sierra del Rincón, junto con otros pueblos cercanos como Montejo de la Sierra, La Hiruela, Horcajuelo y Puebla de la Sierra. Esta distinción no solo protege su entorno natural, sino que también ha revitalizado su patrimonio cultural y ha puesto a Prádena en el mapa como destino de turismo rural sostenible.

Qué podrás ver en tu visita: puntos destacados de Prádena del Rincón

La Iglesia de Santo Domingo de Silos y la necrópolis medieval

El templo de Santo Domingo de Silos es el corazón histórico de Prádena del Rincón. Este Bien de Interés Cultural, construido originariamente en época románica, contiene partes mudéjares y ampliaciones posteriores. Destacan su ábside semicircular con bóveda de cuarto de esfera, el pórtico adosado, su techumbre de madera tradicional, y una sobria torre-campanario.

Bajo el muro norte, junto al ábside y bajo el pórtico, se encuentra la necrópolis medieval descubierta durante restauraciones recientes: 96 tumbas antropomorfas esculpidas en la roca, que abarcan desde el siglo XII hasta el XV, algunas incluso destinadas a infantes, y que ofrecen una mirada palpable al mundo funerario medieval serrano.

La Laguna del Salmoral: un humedal serrano

A unos 2 kilómetros del pueblo, por la carretera M-130 dirección Puebla de la Sierra, se accede a la Laguna del Salmoral, un estanque artificial de unos 20.000 metros cuadrados construido a principios del siglo XX. Sirvió para el riego de huertos y prados y hoy se ha convertido en un humedal natural de gran biodiversidad y valor ecológico. Sus aguas acogen aves acuáticas como fochas, somormujos y porrones, además de anfibios y una flora de ribera diversa que en primavera convierte el paraje en un vergel inesperado.

El paraje ofrece un paseo perimetral adaptado, arboreto, jardín de rocas, e instalaciones para la observación de aves, con especies como la focha común, el porrón europeo, el somormujo lavanco. Además, hay una abundante vegetación de ribera (fresnos, álamos, arces de Montpellier, majuelos, rosales silvestres) que en primavera convierte el paraje en un vergel inesperado. También podemos observar anfibios y flora acuática como nenúfares y lentejas de agua.

Área Interpretativa de la Trashumancia y Museo en la Calle

La tradición pastoril de Prádena se celebra en el Área Interpretativa de la Trashumancia, un espacio al aire libre que muestra esculturas de pastores, paneles explicativos y recuerdos de ese modo de vida que durante siglos definió al municipio. Es un homenaje a los rebaños que recorrían la Cañada de las Merinas y a quienes los acompañaban, marcando el calendario de la comunidad.

Otra experiencia interesante es el «Museo en la Calle», un recorrido urbano compuesto por hasta 37 estaciones con paneles y códigos QR distribuidos por el pueblo. En cada punto el visitante aprende sobre arquitectura, tradiciones, oficios, historia local, permitiendo conocer Prádena con calma y detalle.

Rutas de senderismo cercanas: siguiendo la pista del agua y de los antiguos pastores

Prádena del Rincón es un punto de partida ideal para senderos cortos y accesibles. La Senda del Agua, de poco más de dos kilómetros por trayecto, une el pueblo con la Laguna del Salmoral y permite descubrir fuentes, praderas y pequeños huertos. Es un camino sencillo y con un desnivel de apenas 60 metros, perfecto para familias y personas con movilidad reducida.

Otra opción es la ruta ‘Por la Cañada de las Merinas’, un recorrido circular que se adentra en dehesas boyales, cruza arroyos y ofrece vistas panorámicas hacia las cumbres de la Sierra de la Puebla. Su trazado, de unos seis kilómetros, conecta al caminante con los mismos caminos por los que transitaban los pastores y sus rebaños desde hace siglos.

Pradena del Rincon

Actividades al aire libre: ornitología, recogida de setas, paseos botánicos o talleres de artesanía local

Además de las rutas señalizadas, Prádena del Rincón invita a disfrutar de otras experiencias ligadas al entorno natural. En otoño y primavera es habitual la recolección de setas y plantas silvestres, y la laguna se presta durante todo el año a la fotografía de fauna y flora, especialmente tras las lluvias de primavera. Los talleres y actividades culturales organizados por el municipio o la Reserva de la Biosfera suelen incluir jornadas de interpretación del paisaje (con identificación de árboles locales gracias a paneles informativos), paseos guiados y encuentros con artesanos.

En temporada, también se celebran encuentros culturales como el recorrido del museo en la calle, talleres locales de artesanía tradicional y festivales en los que se muestran, por ejemplo, oficios antiguos o historia oral. El propio trazado del pueblo, con casas de piedra y calles empinadas, invita a un paseo sin prisas, en el que aparecen fuentes, antiguos hornos de pan y pequeñas huertas que aún se mantienen activas.

Visitas cercanas: pueblos con encanto en la Sierra del Rincón

Prádena del Rincón es también un excelente punto de partida para descubrir otros enclaves de la Sierra del Rincón. A apenas 6 kilómetros se encuentra Montejo de la Sierra, famoso por su hayedo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2017 como parte de los “Hayedos primigenios de los Cárpatos y otras regiones de Europa”.

Pradena del Rincon
Bosque de hayas en otoño cerca de la localidad española de Montejo de la Sierra.

Horcajuelo de la Sierra, a menos de 10 minutos en coche, conserva uno de los conjuntos de arquitectura popular mejor preservados de la Comunidad de Madrid, con casas de piedra negra y madera de roble. Allí se encuentra también el Museo Etnológico, que explica cómo era la vida en estas sierras hace apenas unas décadas.

Otra visita recomendable es La Hiruela, un pueblo que parece detenido en el tiempo, con molinos restaurados y colmenares tradicionales de corcho. Desde allí parten varias rutas por los bosques ribereños del río Jarama. Estos pueblos, junto a Prádena, forman un mosaico de tradiciones y paisajes que justifican sobradamente dedicar varios días a la Sierra del Rincón.