En la costa norte de Boa Vista, donde el Atlántico se funde con la arena dorada, se encuentra uno de los rincones más enigmáticos de Cabo Verde: el Cabo de Santa María, conocido como el ‘Cabo del fin del mundo’ entre los locales por su ubicación remota y desolada. Este paraje es famoso por el naufragio del Cabo de Santa María, un buque español que quedó varado en sus aguas en 1968 y que, con el paso del tiempo, se ha convertido en un símbolo de la isla. Pero el cabo no es solo historia de barcos encallados. En este lugar de una belleza salvaje y esencial, las dunas avanzan hasta el mar, las tortugas desovan en la playa y los pescadores locales desafían las olas en pequeñas embarcaciones.

  1. Contexto natural y situación: donde el desierto se rinde al Atlántico
  2. Consejos para la visita. Cómo llegar: entre caminos de arena y rutas panorámicas
  3. Playa de Santa María: 10 kilómetros de arena fina donde avistar tortugas marinas
  4. Naufragio del ‘Cabo Santa María’: un esqueleto de hierro varado en el tiempo

Contexto natural y situación: donde el desierto se rinde al Atlántico

El Cabo de Santa María se encuentra en la costa noroeste de Boa Vista, la isla más oriental del archipiélago de Cabo Verde. Su paisaje está marcado por la fusión entre el océano y las vastas extensiones de arena que caracterizan esta parte de la isla. Aquí, la brisa marina es constante y las dunas parecen moverse con el viento, creando un entorno en perpetua transformación.

A diferencia de las zonas más turísticas del sur de Boa Vista, el cabo ofrece una sensación de aislamiento que lo convierte en un destino ideal para quienes buscan una experiencia auténtica en contacto con la naturaleza. El mar, a menudo embravecido, contrasta con la calma de la costa, donde es frecuente ver aves marinas planeando sobre las olas y, en determinadas épocas del año, ballenas jorobadas en su ruta migratoria.

La zona forma parte de la Reserva Natural de Boa Esperança, un área protegida que busca preservar la biodiversidad única de Boa Vista. En estas playas, las tortugas marinas encuentran un refugio para su reproducción, y el ecosistema costero sigue siendo un hogar vital para numerosas especies.

Consejos para la visita. Cómo llegar: entre caminos de arena y rutas panorámicas

Llegar al Cabo de Santa María no es complicado, pero requiere cierta planificación. La mejor forma de acceder es desde Sal Rei, la capital de Boa Vista, situada a unos 6 kilómetros al sur. Desde allí, se puede tomar un vehículo todoterreno o un quad, ya que la última parte del trayecto discurre por caminos de arena sin asfaltar.

Para quienes prefieren una experiencia más aventurera, hay excursiones organizadas que combinan la visita al cabo con otros puntos de interés del norte de Boa Vista, como las dunas del Desierto de Viana o la playa de Atalanta. Estas rutas ofrecen la oportunidad de recorrer paisajes desérticos y observar la fauna local.

Es importante llevar protección solar, agua y calzado adecuado, ya que la exposición al sol es intensa y las temperaturas pueden ser elevadas. Además, debido a la falta de infraestructuras turísticas en la zona, no hay servicios de restauración cercanos, por lo que es recomendable llevar provisiones si se planea pasar varias horas explorando el cabo.

Playa de Santa María: 10 kilómetros de arena fina donde avistar tortugas marinas

La playa que rodea el Cabo de Santa María es un espectáculo de contrastes. Su arena fina y dorada se extiende en una franja ancha que parece no tener fin, mientras que el océano, a menudo impetuoso, rompe con fuerza contra la orilla. Es un lugar donde la inmensidad del mar se impone y donde el viento moldea el paisaje a su antojo.

A pesar de la belleza del entorno, la playa no es ideal para el baño, ya que las corrientes pueden ser fuertes y el oleaje impredecible. Sin embargo, es perfecta para pasear, contemplar el horizonte y dejarse llevar por la sensación de estar en un territorio casi virgen.

Uno de los atractivos de la playa es la presencia de tortugas marinas, que utilizan esta costa como lugar de anidación. Durante la temporada de desove, entre junio y octubre, se pueden organizar visitas guiadas con biólogos locales para observar estos impresionantes reptiles en su hábitat natural, siempre con el debido respeto por la conservación de la especie.

Naufragio del ‘Cabo Santa María’: un esqueleto de hierro varado en el tiempo

El verdadero emblema del Cabo de Santa María es el naufragio del barco que lleva su nombre. En 1968, el Cabo Santa María, un carguero español construido en 1957 en los astilleros de Cartagena, encalló en esta costa cuando se encontraba realizando su habitual ruta entre el Mediterráneo y América del Sur. Capitaneado por Fernando De Solis y con una tripulación de 28 pasajeros, el barco, de 130 metros de eslora, había salido de Génova rumbo a Buenos Aires y transportaba alimentos, maquinaria y regalos destinados al general Franco y sus seguidores. A pesar de los esfuerzos por liberar la nave, esta quedó atrapada en las arenas de la playa de Atalanta, convirtiéndose con el tiempo en un símbolo icónico de Boa Vista.

Lo que queda del naufragio es una estructura oxidada y erosionada por la sal y el viento, una especie de esqueleto de hierro que se alza sobre la arena como un recordatorio de la fragilidad humana frente a la naturaleza. Con el paso de los años, la embarcación se ha ido descomponiendo, pero su silueta sigue siendo visible y atrae a viajeros y fotógrafos en busca de imágenes impactantes.

Cabo de Santa Maria
Naufragio de Boa Vista

Este lugar es especialmente espectacular al atardecer, cuando el sol desciende sobre el horizonte y tiñe de tonos dorados y rojizos los restos del barco. Es un punto de visita obligada en Boa Vista, no solo por su historia, sino por la atmósfera única que lo rodea.