La Catedral de Granada: símbolo de un nuevo régimen
La catedral de Granada es una de las principales joyas que atesora la hermosa ciudad nazarí. Este gran templo católico está considerado una de las obras maestras del Renacimiento español y constituye, sin lugar a dudas, una visita imprescindible para hacer en Granada . En este artículo vamos a descubrir la Catedral granadina, también llamada Catedral de la Encarnación, así como conocer toda la información que debemos saber para visitarla.
Historia de la Catedral de Granada
La Historia de Granada es una de las más interesantes que se pueden encontrar en una ciudad española. Su pasado como reino musulmán y la posterior conquista por parte de Castilla han dejado un valioso legado multicultural en la ciudad. La Catedral de Granada no es ajena a todo ello y es una pieza más de la historia de la ciudad.
Apenas cuatro meses después de la caída de Granada en enero de 1492, se funda el cabildo y se consagra la catedral en la Mezquita Real de la Alhambra. El Reino había cambiado de régimen y establecer una catedral cristiana era un elemento más del nuevo poder. Sin embargo, las distintas sedes provisionales no convencían ni daban el lustre que la monarquía buscaba, por lo que el proyecto de nueva catedral cobró forma.
La repentina muerte de Isabel la Católica en 1506 propició la construcción de la Capilla Real para darle sepultura, en el lugar que ocupaba entonces la mezquita mayor. El emplazamiento, en el centro de Granada, serviría para comenzar a construir la nueva catedral, cuya primera piedra se colocó el 25 de marzo de 1523, día de la Encarnación, bajo la dirección de Enrique Egas, arquitecto predilecto de los Reyes Católicos.


Interior de la catedral de Granada
Las obras de la nueva catedral pasarían en 1529 a manos de Diego de Siloé, que modificó el proyecto para darle mayor grandiosidad al templo gótico y dándole un estilo mucho más renacentista. Culminaría así un templo de cinco naves que no vería el final de las obras hasta 1704, con la conclusión de la bóveda central del segundo crucero. Quedaron sin levantarse dos torres previstas, dejando la fachada actual con una sola. Curiosamente, la catedral de Granada se consagró en 1946 por las sospechas de que no lo estuviera con anterioridad.
Arquitectura y detalles relevantes
Antes de pasar al interior de la Catedral de Granada, conviene detenernos en su fachada principal. Su autor es Alonso Cano, pintor, escultor y arquitecto del siglo XVII, quien no pudo ver la obra terminada. La fachada es un notable ejemplo del Barroco, con una característica triple arcada coronada por seis pináculos y una gran cruz central que miran a la pequeña plaza de las Pasiegas.
Una vez en el interior, se descubre un grandioso templo de cuerpo basilical de cinco naves, con una planta que da protagonismo central a la eucaristía, próxima a los fieles, y que reserva su capilla mayor como función funeraria, según los deseos de Carlos V. El diseño catedralicio guarda numerosas similitudes con la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, al combinar una planta de basílica con una planta central dedicada a las honras fúnebres y que la diferencia de la tradición de las catedrales europeas.


Interior de la Catedral de Granada
Otro aspecto que llama la atención del interior de la catedral granadina es su luminosidad, materializando el ideal bíblico de que la luz es vida, fuerza y plenitud. Los altos ventanales permiten la entrada de luz blanca que refleja en el enlosado blanquinegro y se apoya en la claridad de las paredes encaladas, que esconden un motivo higiénico propio de la época. Mientras, las vidrieras de la Capilla Mayor aportan cierta policromía al conjunto, generando un interesante contraste.
La Capilla Mayor
El interior de la Catedral de Granada destaca también por las 15 capillas y altares perimetrales que lo componen. Pero, por encima de todas ellas, la Capilla Mayor merece la máxima atención. “La más noble Capilla Mayor del orbe cristiano”, tal y como la definió el arquitecto Fernando Chueca Goitia.
Como ya se ha comentado, la Capilla Mayor constituye un elemento central en la historia del templo, al haber sido concebida originalmente como panteón real por petición de Carlos V. La decisión de Felipe II de construir el Monasterio de El Escorial y enterrar allí a los reyes españoles desbarató la idea de su padre.
La centralidad del Altar Mayor deja a sus espaldas el espacio ocupado por la Capilla Mayor, una amplia rotonda con deambulatorio de siete arcos sobre los que se disponían los nichos previstos para los féretros de los monarcas. Sobre ellos, siete pinturas del propio Alonso Cano y por encima 14 vidrieras cromáticas.
La Catedral de Granada aúna otras muchas joyas artísticas. Por ejemplo, sus dos espléndidos órganos del siglo XVIII situados en el lado de la epístola y del evangelio, respectivamente, construidos por Leonardo Fernández Dávila. También destaca el facistol, el atril sobre el que se colocan los libros corales, diseñado por Alonso Cano en 1652. O los púlpitos barrocos del XVIII, elementos también característicos de la época desde donde proclamar la palabra de Dios.
Junto a todo ello, las 15 restantes capillas interiores conforman esta magnífica Catedral de Granada, una visita imprescindible en la ciudad nazarí.
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