En la costa oriental de Marbella, justo donde las urbanizaciones de Cabopino se rinden ante la arena, las Dunas de Artola resisten como un fragmento de litoral andaluz anterior al turismo y la urbanización salvaje. Este enclave, declarado Monumento Natural en 2001, conserva un sistema dunar que ha sobrevivido al urbanismo gracias a su valor ecológico y su belleza intacta. Aquí no hay beach clubs ni hamacas, sino pasarelas de madera desde las que avistar aves costeras, que serpentean entre juncos, cardos marinos y pinares salpicados por la brisa: toda una rareza en el corazón de la Costa del Sol.
- Contexto natural y cómo llegar: el último suspiro salvaje del litoral marbellí
- Por qué visitarlas: el embrujo de un paisaje primigenio a orillas del Mediterráneo
- Actividades en la zona: entre naturaleza viva y playas naturistas
- Senderos y rutas: pasarelas entre dunas y antiguas torres defensivas
Contexto natural y cómo llegar: el último suspiro salvaje del litoral marbellí
A escasos diez kilómetros del centro de Marbella, las Dunas de Artola emergen como un milagro geológico en una costa dominada por el cemento. Este sistema dunar, catalogado como Monumento Natural por la Junta de Andalucía desde 2001, se extiende a lo largo de más de 20 hectáreas de terreno junto al puerto deportivo de Cabopino, entre pinares, arenales móviles y vegetación halófila resistente a la salinidad y el viento. Se trata de uno de los entornos costeros mejor conservados de toda la provincia de Málaga, un refugio de biodiversidad que alberga especies como el cardo marino, la azucena de mar o el lagarto ocelado, además de servir de descanso a aves migratorias como el chorlitejo patinegro o la garceta común.
El sistema dunar se divide en dunas vivas, semifijas y fósiles, lo que lo convierte en un enclave de gran valor científico y educativo, además de un paraíso para senderistas, fotógrafos de naturaleza y quienes buscan una experiencia más contemplativa frente al mar. Las pasarelas de madera que recorren el paraje permiten transitarlo sin dañar su frágil equilibrio ecológico, a la vez que conducen hasta un hito histórico: la Torre Ladrones, una construcción defensiva de origen nazarí que vigila la costa desde hace siglos.
Llegar hasta este pequeño Edén resulta sorprendentemente sencillo. Desde la autovía A-7 basta con tomar la salida hacia Cabopino y seguir las indicaciones hasta el aparcamiento junto al puerto deportivo. Desde allí, un breve camino entre pinares lleva a las primeras dunas y al acceso a las pasarelas. Quienes prefieran el transporte público pueden utilizar las líneas interurbanas de autobús entre Marbella y Fuengirola, que realizan paradas cercanas al acceso principal. A pesar de su cercanía al núcleo urbano, las Dunas de Artola ofrecen una desconexión casi inmediata: en cuanto se pisa la arena, el bullicio queda atrás y comienza una sinfonía de viento, mar y silencio.

Por qué visitarlas: el embrujo de un paisaje primigenio a orillas del Mediterráneo
La visita a las Dunas de Artola no es sólo un paseo por la naturaleza; es una oportunidad para reconectar con un tipo de litoral que apenas sobrevive en la Costa del Sol. Aquí no hay hoteles colosales ni hamacas alineadas bajo sombrillas de colores. En su lugar, el viajero encuentra un paisaje de dunas móviles, fijadas por vegetación como el enebro marino o la sabina, que forman un ecosistema frágil y valiosísimo.
Este espacio es también un refugio para aves migratorias y especies endémicas, lo que convierte el recorrido en una experiencia casi sensorial. Los olores salinos se mezclan con el perfume de las plantas autóctonas, mientras la vista se pierde entre las suaves colinas de arena y el azul sin fin del mar. Para muchos viajeros, Artola representa una alternativa a las playas convencionales de Marbella: un lugar donde el lujo no está en el diseño de un chiringuito, sino en la belleza intacta del paisaje.
Actividades en la zona: entre naturaleza viva y playas naturistas
Pese a su carácter protegido, las Dunas de Artola permiten al visitante disfrutar de diversas actividades que respetan el entorno. Una de las más populares es el simple paseo por las pasarelas que recorren el sistema dunar, perfectas para la fotografía, la observación de aves o, sencillamente, para caminar sin rumbo. Al atardecer, los juegos de luces sobre la arena crean un escenario ideal para los amantes de la fotografía de paisaje.
Muy cerca se encuentra la playa de Cabopino, una de las pocas playas naturistas del municipio, que comparte el espíritu libre y poco masificado del entorno. Además, el cercano puerto deportivo de Cabopino ofrece opciones para quienes deseen alternar el silencio natural con la actividad social, gracias a sus restaurantes frente al mar y pequeñas tiendas. Aquí es posible alquilar tablas de paddle surf, motos de agua o incluso contratar excursiones marítimas para avistar delfines.
Senderos y rutas: pasarelas entre dunas y antiguas torres defensivas
Una de las rutas más emblemáticas es la que parte desde el puerto de Cabopino y atraviesa las dunas siguiendo las pasarelas de madera hasta llegar a la Torre Ladrones, una antigua torre vigía de origen musulmán, declarada Bien de Interés Cultural. Esta torre formaba parte del sistema defensivo costero andalusí, y desde su cima se obtenía una visión panorámica del litoral, con el fin de prevenir incursiones piratas. Hoy, es uno de los puntos más fotografiados del paraje.
El sendero de las Dunas de Artola se puede recorrer en menos de una hora, pero muchos visitantes prefieren hacerlo lentamente, deteniéndose a observar la vegetación o simplemente a sentarse en un banco de madera frente al mar. Además, este recorrido conecta con la senda litoral que une buena parte del litoral marbellí, permitiendo extender el paseo hacia otras playas cercanas como Las Chapas o Elviria. Es ideal para familias, viajeros solitarios o quienes buscan un recorrido accesible y sin desniveles, pero rico en contrastes paisajísticos.
