En pleno corazón de Marbella, donde las callejuelas del casco antiguo se encuentran con la brisa salina del Mediterráneo, el viejo Parque de la Alameda resiste como un remanso de frescura y tradición. Más que un simple espacio verde, este enclave centenario ha sido punto de encuentro para varias generaciones de marbellíes desde el siglo XVIII. Sus frondosos ficus y bancos de azulejos andaluces han visto pasar desde ilustres viajeros del siglo XIX hasta vecinos que hoy buscan sombra en los días de sol. Entre fuentes ornamentales y senderos serpenteantes, el parque conserva la esencia de una Marbella que, pese a su crecimiento vertiginoso, sigue encontrando en estos rincones más antiguos la clave de su identidad.
- Historia y contexto del Parque de la Alameda: raíces centenarias en el corazón de Marbella
- Qué podrás ver en el parque: un mosaico de naturaleza y arte andaluz
- Dónde comer en la zona: delicias andaluzas en el Casco antiguo y el Paseo Marítimo
Historia y contexto del Parque de la Alameda: raíces centenarias en el corazón de Marbella
Los orígenes del Parque de la Alameda se remontan al siglo XVIII, cuando se concibió como un lugar de esparcimiento para los habitantes de Marbella. Inicialmente, este pulmón verde abarcaba una extensión aproximada de 20.000 metros cuadrados, representando el 20% del núcleo urbano de la época. Sus límites originales estaban definidos por las calles Fortaleza y Alameda al norte, la Avenida del Mar al este, la Avenida Miguel Cano al oeste y la Avenida del Fuerte al sur.
El diseño primigenio del parque consistía en una calle central flanqueada por dos calles laterales, adornadas con seis glorietas equipadas con bancos de obra y una fuente central que aún hoy se erige como testimonio de aquella época. A lo largo de los años, el parque ha experimentado diversas transformaciones, siendo la más significativa la reducción de su superficie debido al galopante crecimiento urbano Marbella y la demanda de suelo edificable. A pesar de ello, ha mantenido su esencia como punto de encuentro y recreo para la comunidad marbellí.
Durante el siglo XIX y principios del XX, la Alameda se consolidó como el epicentro social de Marbella, acogiendo eventos, ferias y celebraciones populares. En 1930, se llevó a cabo una remodelación notable que incluyó el asfaltado de los paseos y la incorporación de pasarelas de mármol, otorgándole al parque una estética más refinada y acorde con el desarrollo urbano de la ciudad de la ‘jet set’. Fue en esta época también cuando se construyó el edificio de la Sociedad Recreativa Casino, en el lateral oeste del Parque.
Qué podrás ver en el parque: un mosaico de naturaleza y arte andaluz
Al adentrarse en el Parque de la Alameda, el visitante es recibido por una exuberante vegetación que proporciona sombra y frescura, especialmente apreciada durante los cálidos veranos marbellíes. Entre las especies arbóreas destacan los ficus, jacarandas, palmeras datileras, araucarias, plátanos de sombra y el singular «palo borracho», cada uno aportando su particular belleza y contribuyendo a la biodiversidad del espacio.
El corazón del parque lo ocupa una majestuosa fuente de cerámica de 1792, conocida como la Fuente de la Virgen del Rocío. Este emblemático monumento, rodeado de bancos ornamentados con azulejos típicos andaluces, se convierte en un punto de reunión donde locales y turistas se detienen para descansar y admirar la artesanía que refleja la rica tradición cultural de la región.
Los senderos serpenteantes invitan a pasear pausadamente, permitiendo descubrir rincones pintorescos y disfrutar de la tranquilidad que ofrece este enclave en medio del dinamismo urbano. Además, la proximidad del parque al casco antiguo y al Paseo Marítimo lo convierte en una parada obligatoria para quienes desean sumergirse en la auténtica atmósfera marbellí.

Dónde comer en la zona: delicias andaluzas en el Casco antiguo y el Paseo Marítimo
La ubicación céntrica del Parque de la Alameda brinda acceso a una oferta gastronómica que captura la esencia de Marbella. A escasos pasos, en el casco antiguo, restaurantes como El Patio de Mariscal y Casa del Corregidor ofrecen platos típicos andaluces en patios repletos de flores y paredes encaladas. Aquí se pueden degustar especialidades como el ajoblanco, una refrescante sopa fría de almendras y ajo, o el salmorejo cordobés, más espeso y servido con jamón ibérico y huevo picado. También destacan los flamenquines, rollos de carne rellenos de jamón serrano, rebozados y fritos, y el rabo de toro, guisado lentamente hasta alcanzar una textura melosa.
Para quienes prefieren sabores marineros, el Paseo Marítimo es el lugar ideal. Chiringuitos y marisquerías como Los Mellizos y La Lonja son conocidos por su pescado fresco y mariscos de la zona. Aquí se pueden saborear espetos de sardinas, asados a la brasa en barcas de arena, así como gambas blancas de Málaga, coquinas al ajillo y calamares a la andaluza, con un rebozado crujiente y ligero. Para una experiencia más contundente, los arroces marineros y la fritura malagueña, que combina boquerones, chopitos y salmonetes, son opciones que capturan el alma gastronómica de la Costa del Sol.
