Construida en el siglo XVIII, la ermita de Santa Ana es un destino de peregrinación y devoción muy importante en el entorno de Chiclana de la Frontera. Aquí se custodia la imagen de Santa Ana y la Virgen Niña, obra del escultor genovés afincado en Cádiz Domingo Giscardi. Se encuentra frente a la Bahía de Cádiz y es una parada obligada para los gaditanos que se acercan hasta esta original construcción, de planta ochavada y gran cúpula semiesférica.
La Ermita de Santa Ana tiene una doble trascendencia: la religiosa y arquitectónica, por un lado, y la paisajística y social, por otro. Y es que la ermita de Santa Ana se halla en un entorno de gran belleza, en un balcón privilegiado desde el que se puede avistar toda una gama infinita de azules, blancos y verdes intensos con vista al Atlántico.
Abierta al público todos los martes con un horario de 10 a 14 horas y de 16 a 20 horas, la ermita de Santa Ana se alza sobre la parte más elevada de la ciudad de Chiclana, exactamente sobre la colina que hoy recibe el nombre de la santa.
Historia de la ermita de Santa Ana
La construcción de la ermita de Santa Ana (Chiclana) se llevó a cabo entre los años 1772 y 1774 según un proyecto del arquitecto gaditano Torcuato Cayón de la Vega. Para ello, hubo que ser derribado un molino de viento que existía en este lugar y solicitar el permiso de las autoridades militares, ya que este espacio era un enclave estratégico para la defensa de la comarca. La ermita se construyó por iniciativa de los hermanos Francisco de Paula y José Manjón.
Hay que decir que la ermita de Santa Ana quedó parcialmente destruida después del paso de las tropas napoleónicas por Chiclana.
Visible desde muchos kilómetros a la redonda, la ermita se concibió como una capilla muy particular, con una estructura de ocho lados y con una gran bóveda semiesférica con cuatro huecos para iluminar el interior de la capilla Santa Ana. Su forma recuerda a antiguos modelos bizantinos e hisparromanos.

De estilo mozárabe, aunque de la época del Neoclásico, la ermita de Santa Ana alberga en su interior un pequeño altar, donde se ubica, dentro de una hornacina, la imagen de Santa Ana con la Virgen Niña, obra del escultor genovés establecido en Cádiz Domingo Giscardi.
En agosto de 1990, la ermita de Santa Ana se sometió a una gran remodelación para, entre otras cosas, restaurar las vigas, instalar un sistema de alumbrado exterior y urbanizar el cerro.
Cómo visitar la ermita de Santa Ana
El interior de la ermita de Santa Ana está abierta al público todos los martes del año con un horario de 9 a 14 y de 16 a 20 horas. También se puede visitar el 26 de julio, fecha en la que se celebra la festividad de Santa Ana.
El día de Santa Ana tiene lugar una tradicional romería en honor a una santa muy querida por los chiclaneros. Los fieles suben hasta la ermita para demostrar su devoción a Santa Ana y asistir a una eucaristía en la explanada de la ermita. La víspera se celebra una procesión con la imagen que, rodeada de antorchas, se traslada hasta la iglesia de San Juan Bautista para la novena. Posteriormente, es devuelta a la ermita, en la cima de la colina.
Desde 2008, y gracias a un convenio firmado con el Obispado, el parque público donde se halla la ermita permanece abierto todos los días, excepto los domingos, para los visitantes de la villa. El horario ermita Santa Ana Chiclana va de las 8 de la mañana hasta las 22 horas, si bien los sábados el horario se reduce hasta las 14 horas.
La colina de Santa Ana
“Un monumento con vistas”. Así definen los chiclaneros la ermita de Santa Ana debido a su bonito enclave y a las espectaculares vistas que se ven desde esta colina, que ha tomado el nombre de la santa.
Tanto esta colina como la ermita de Santa Ana están reproducidas en un célebre lienzo del pintor alemán afincado en Cádiz Franz Xavier Riedmayer. Éste recibió el encargo del aristócrata Nicolás de la Cruz y Bahamonde, primer conde Maule, y la pintura recibió el nombre de ‘El conde de Maule y el pintor Riedmayer ante un paisaje de Chiclana de la Frontera’. Se trata de una vista de Chiclana coronada por la ermita de Santa Ana en la que también estaban representados el autor y su mecenas.
