Una semana en Boa Vista te da tiempo para conocer su lado más salvaje, perderte en sus paisajes, conectar con su cultura y regresar con la energía del Atlántico grabada en la piel.
Codiciada durante siglos por su producción de sal, esta pequeña ciudad construyó en el siglo XIX el Forte Duque de Bragança para protegerse de los corsarios.
La isla más salvaje de Cabo Verde te espera con deliciosos platos locales como la cachupa, el atún a la brasa, la langosta a la parrilla o la morena frita.
Los vientos alisios, soplando durante siglos, han ido formando con arena venida del Sáhara un paisaje único en el archipiélago que parece sacado de otro planeta.
Alejada de las rutas turísticas principales y en mitad de un paisaje semidesértico, este encantador pueblecito de coloridas casitas coloniales y calles de tierra hechiza con su sencilla y relajada vida local.
La antigua capital de Boa Vista, en su día el epicentro de la alfarería de Cabo Verde, conserva todavía algunos talleres tradicionales de cerámica con mucho encanto.
El rincón más remoto y salvaje de la isla de Boa Vista, conocido entre los locales como el ‘Cabo del fin del mundo’, es famoso por los restos de un carguero español varado desde 1968 y su playa kilométrica donde desovan las tortugas.
Desde hace milenios, el Atlántico y los vientos alisios han ido cincelando estas cuevas del salvaje suroeste de la isla de Boa Vista, unas formaciones mágicas que solo es posible visitar con la marea baja.
Recorre a pie la isla más salvaje del archipiélago por rutas que atraviesan dunas desérticas, montes de origen volcánico y líneas costeras con vistas al Atlántico.
Las asociaciones de conservación de esta especie en peligro de extinción organizan excursiones guiadas nocturnas para observar la anidación de la tortuga boba.
Ya sean unos tejidos de batik, joyería de conchas o una pieza de cerámica tradicional, o alguna delicatessen gastronómica como el queijo de cabra, la miel de Santo Antão o el famoso ron grogue, no puedes volver a casa sin llevarte un pedazo del alma de esta isla de Cabo Verde.
En contraste con su superficie desértica y volcánica, la tercera mayor isla de Cabo Verde oculta un fascinante mundo submarino de naufragios, coloridos arrecifes y vida salvaje donde son protagonistas las tortugas bobas, los tiburones nodriza, los delfines mulares y una variedad de peces tropicales.
Este resort de cuatro estrellas ofrece una experiencia de bienestar holística, con instalaciones que incluyen sauna y baño turco, cinco cabinas de masaje, dos piscinas, varios restaurantes y acceso directo a la playa.
Esta larga playa alejada de la civilización y repleta de biodiversidad ofrece el encanto único de bañarse rodeado de dunas de arena de gran altura.
En la isla de las dunas y el viento constante, el surf se convierte en una danza con el Atlántico en playas vírgenes y solitarias, ofreciendo a los surfistas más atrevidos una experiencia pura, sin aglomeraciones y con la sensación de estar en un paraíso aún por descubrir.
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