En la costa suroeste de Boa Vista, donde el viento esculpe paisajes y el Atlántico se abalanza sin descanso sobre la roca, se ocultan las Cuevas de Varandinha. No son meras cavidades en el litoral, sino un santuario de piedra moldeado durante milenios por la erosión del mar y el azote incesante de los vientos alisios. Sus arcos naturales, que parecen las bóvedas de una catedral sumergida, se abren a un océano furioso que se cuela por sus grietas con el rugido de un animal salvaje. Este rincón aislado es mucho más que un espectáculo geológico: es un refugio para aves marinas, un lugar de anidación para las tortugas carey y un punto de conexión con los primeros pobladores de Boa Vista. Al caminar por la Praia de Varandinha, con su arena dorada salpicada de fósiles marinos y conchillas blanqueadas por el sol, uno tiene la sensación de estar atravesando un escenario primigenio, donde el tiempo avanza a un ritmo distinto.

  1. Contexto natural y situación: un paisaje onírico tallado por el viento y el mar
  2. Consejos para la visita. Cómo llegar: explorando el suroeste indómito
  3. Praia de Varandinha: un santuario de arena y roca
  4. Actividades recomendadas: más allá de la exploración de las cuevas

Contexto natural y situación: un paisaje onírico tallado por el viento y el mar

Las Cuevas de Varandinha se encuentran en la costa suroeste de Boa Vista, una de las islas más salvajes y desérticas de Cabo Verde. Esta zona es parte del Parque Natural del Norte, una vasta área protegida que alberga ecosistemas frágiles como dunas móviles, llanuras de arena compacta y acantilados que caen a pico sobre el Atlántico.

Geológicamente, estas cuevas son el resultado de millones de años de erosión en las rocas calcáreas de la costa. La combinación del oleaje y los vientos alisios ha ido desgastando la piedra, creando arcos, túneles y formaciones que recuerdan a las antiguas salas de un templo sumergido. Durante la marea alta, el mar penetra en los recovecos de las cuevas con estruendosos bramidos, mientras que en la marea baja, los visitantes pueden adentrarse en sus cavidades y descubrir las texturas esculpidas en la roca, como si fueran las huellas de una mano titánica.

Además de su interés geológico, la zona es un refugio natural para diversas especies. En los acantilados cercanos anidan alcatraces y pardelas, mientras que en las arenas de la playa desovan las tortugas carey y bobas entre junio y septiembre. Bajo el agua, en las proximidades de la costa, los arrecifes albergan una rica biodiversidad marina que hace de este un enclave privilegiado para el buceo y el esnórquel.

Consejos para la visita. Cómo llegar: explorando el suroeste indómito

Llegar a las Cuevas de Varandinha es una pequeña aventura en sí misma. Desde Sal Rei, la capital de Boa Vista, se debe tomar la carretera hacia el sur en dirección a Povoação Velha, el asentamiento más antiguo de la isla, fundado por colonos portugueses en el siglo XVI. Este pequeño pueblo de casas bajas y paredes de piedra es el último punto de referencia antes de adentrarse en las pistas de arena que conducen a la costa.

El trayecto final, de unos 5 kilómetros desde Povoação Velha, debe hacerse en un vehículo todoterreno, ya que el camino transcurre por terrenos arenosos y dunas que varían de posición con el viento. También es posible contratar excursiones guiadas en quad o buggy, que combinan la visita a Varandinha con otros paisajes emblemáticos de Boa Vista, como el Desierto de Viana o la Playa de Santa Mónica.

Es recomendable visitar las cuevas en marea baja, cuando es posible explorar su interior sin el peligro de la subida del agua. Se aconseja llevar calzado adecuado para caminar sobre superficies rocosas y, si se planea permanecer en la zona durante varias horas, suficiente agua y protección solar, ya que el sol en esta parte de la isla puede ser inclemente.

Praia de Varandinha: un santuario de arena y roca

La Praia de Varandinha se extiende como una lengua dorada entre acantilados recortados y formaciones rocosas modeladas por el tiempo. A diferencia de otras playas de Boa Vista, más frecuentadas por turistas, aquí reina una soledad casi absoluta. Solo el sonido del viento y el vaivén de las olas rompen el silencio, haciendo de este un lugar ideal para quienes buscan desconectar del mundo y sumergirse en la inmensidad del paisaje.

El oleaje en esta zona es fuerte y no siempre apto para el baño, pero sus aguas cristalinas y el contraste entre la arena clara y las rocas rojizas crean una estampa inolvidable. Es también un punto privilegiado para la observación de aves marinas, como el charrán real y la pardela cenicienta, que encuentran en los acantilados un lugar seguro para anidar.

Además, en ciertas épocas del año, las tortugas marinas llegan hasta la playa para desovar. Durante la noche, bajo la luz de la luna, los rastros de las hembras que han emergido del mar para enterrar sus huevos dejan un testimonio efímero de este antiguo ritual de la naturaleza.

Actividades recomendadas: más allá de la exploración de las cuevas

La principal atracción de las Cuevas de Varandinha es su propia geología. Explorar sus formaciones rocosas es una experiencia única, especialmente cuando la luz del sol se filtra entre los arcos y fisuras, creando juegos de sombras en las paredes de piedra. Es un lugar ideal para la fotografía, ya que cada ángulo ofrece una nueva perspectiva de este escenario esculpido por la naturaleza.

Los amantes del senderismo pueden combinar la visita con una caminata por los alrededores. Siguiendo la costa hacia el este, se llega a otros enclaves menos conocidos pero igualmente fascinantes, donde los acantilados caen abruptamente sobre el Atlántico y el paisaje adquiere un aire casi lunar. También es posible encontrar pequeñas piscinas naturales entre las rocas, perfectas para un baño refrescante en los días de calor.

No muy lejos de la Praia de Varandinha, se encuentran pequeñas dunas de arena fina donde es posible hacer sandboarding, una actividad que suele incluirse en las excursiones en buggy. Y para los más aventureros, Varandinha es también un punto de referencia para la práctica del kitesurf. Además, esta zona es ideal para la observación de aves marinas y, con suerte, delfines que a veces se dejan ver en el horizonte.

Antes o después de explorar las cuevas, merece la pena detenerse en Povoação Velha, el primer asentamiento de Boa Vista. Sus casas tradicionales de piedra y su pequeña iglesia blanca conservan el espíritu de los primeros colonos portugueses, ofreciendo una mirada al pasado de la isla.