Una escapada de 4 días a Madeira puede cambiarte el humor y también la rutina. El archipiélago de Madeira, formado por la isla homónima, Porto Santo y una serie de islas deshabitadas, se presenta como un destino atractivo y exótico a un paso de la Europa continental. Apenas mil kilómetros separan este conjunto insular de la ciudad de Lisboa, sin embargo, su forma de vida, el clima y la orografía no podrían ser más diferentes. Pisar tierras madeirenses es cambiar de manera automática, contagiarse de una alegría y bienestar que sólo es posible en las islas.
Ya sea con vuelos directos o con escalas en Lisboa u Oporto, merece la pena disfrutar de un viaje de cuatro días, ya que permite recorrer sin prisas la capital, Funchal, y también hacer algunas excursiones al interior para conocer sus cumbres más altas. Otras experiencias obligadas en Madeira son el senderismo por las levadas (antiguas acequias de regadíos), una visita a pueblos pintorescos como Câmara de Lobos o Santana, y un baño en una piscina natural (Porto Moniz o Seixal). Opcional, aunque súper recomendable, es una excursión en ferry hasta la isla de Porto Santo, donde se sitúan las mejores playas del archipiélago.
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