Al sur de Lanzarote, donde los conos volcánicos despuntan sobre barrancos profundos y malpaíses que parecen recién salidos de una erupción, se alza Yaiza, uno de los pueblos más pintorescos de toda Canarias. Sus casas encaladas, enmarcadas por puertas y ventanas de intenso verde, resisten el paso del tiempo y del turismo masivo, manteniendo una calma que contrasta con el dramatismo del paisaje. Pasear por sus calles silenciosas, entrar en su iglesia barroca del siglo XVII o sentarse en una terraza con vistas al barranco de Femés es descubrir una Lanzarote auténtica, marcada por la historia de su tierra y por la mano del artista César Manrique, que dejó aquí una huella decisiva.
- Historia y contexto de Yaiza
- Qué podrás ver en tu visita a Yaiza
- Visitas y actividades en los alrededores
- Dónde comer en Yaiza
Historia y contexto de Yaiza: de la erupción eterna al renacer blanco del pueblo y la mano de César manrique
Yaiza es un municipio que carga con una de las historias más intensas de Lanzarote. Entre 1730 y 1736, la isla sufrió una de las erupciones volcánicas más largas documentadas en la historia de Europa. Los cráteres del actual Parque Nacional de Timanfaya, hoy uno de los paisajes más visitados de Canarias, arrasaron con aldeas enteras del municipio de Yaiza, cubriendo cultivos y tierras de pastoreo bajo un mar de lava incandescente. Testigos de la época relatan cómo las coladas avanzaban lentamente, mientras el cielo se teñía de rojo durante meses. Muchos habitantes tuvieron que huir, pero otros se asentaron en zonas no afectadas y resistieron, fundando de nuevo la identidad de Yaiza.
La iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, levantada en el siglo XVII y reconstruida tras las erupciones, fue durante mucho tiempo el corazón espiritual y administrativo del pueblo. Desde allí se organizaban las labores de reconstrucción y se bendecían los campos, aunque muchos permanecieron estériles durante décadas. El contraste entre la devastación y la tenacidad de los yaizeros marcó para siempre la identidad del lugar. En los siglos posteriores, Yaiza se mantuvo como una localidad agrícola y ganadera, vinculada al cultivo de viñedos en La Geria, a la producción de cochinilla y al aprovechamiento de sus costas.
El siglo XX supuso un cambio decisivo: por un lado, la emigración redujo su población; por otro, la llegada del turismo transformó el municipio en un enclave estratégico. Fue aquí donde César Manrique, artista y arquitecto local, intervino para preservar la armonía entre naturaleza y urbanismo. Gracias a sus propuestas y a las ordenanzas municipales, Yaiza conserva su estética uniforme: casas bajas, encaladas, con carpintería verde o azul, sin estridencias. Una herencia que convierte a Yaiza en un ejemplo vivo de cómo crecer sin destruir la esencia.
Hoy, la historia de Yaiza se cuenta tanto en sus calles tranquilas como en los paisajes que la rodean: Timanfaya, los Hervideros, las Salinas de Janubio o la Geria. Lugares que recuerdan que este municipio no es solo un rincón pintoresco, sino el guardián de algunos de los escenarios más singulares del archipiélago.
Qué podrás ver en tu visita a Yaiza: iglesias blancas, plazas empedradas y barrancos que una vez rugieron
El centro histórico de Yaiza sorprende por su pureza estética. Sus calles empedradas desembocan en plazas sombreadas por laureles de Indias, donde las fachadas encaladas contrastan con las puertas de verde intenso, color que, según la tradición, simboliza la vida agrícola que sostuvo al pueblo durante siglos. En la plaza principal se alza la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, un templo barroco que guarda retablos de madera tallada y obras de arte religioso que sobrevivieron a la furia de los volcanes.

Un paseo por el casco permite descubrir la Casa de la Cultura Benito Pérez Armas, una casona solariega del siglo XVIII que perteneció a una familia influyente y que hoy acoge exposiciones y actividades culturales. Desde su balcón se domina la plaza y se entiende cómo estas viviendas funcionaban como centro social y económico en la época.
Otro rincón especial es el Mirador del Valle de Femés, al que se accede desde la carretera que conecta Yaiza con el sur de la isla. El barranco se abre en un anfiteatro natural desde el que se divisan las montañas de Los Ajaches, una de las formaciones geológicas más antiguas de Canarias. El pequeño pueblo de Femés, antigua guardia de piratas de apenas 200 habitantes, con su iglesia blanca dedicada a San Marcial, completa la visita con una postal de serenidad entre volcanes.

Visitas y actividades en los alrededores: de Timanfaya a las Salinas de Janubio
El municipio de Yaiza abarca algunos de los paisajes más impresionantes de Lanzarote. El más célebre es el Parque Nacional de Timanfaya, un territorio de más de 50 km² cubierto de cráteres, hornos volcánicos y coladas solidificadas que parecen recién expulsadas del interior de la tierra. Las llamadas “montañas de fuego” ofrecen rutas en guagua, demostraciones geotérmicas —como el calor que todavía emana a pocos metros de profundidad— y senderos interpretativos que permiten entender la magnitud de la erupción del siglo XVIII.
Otro enclave imprescindible son los Hervideros, un tramo de costa donde las coladas volcánicas se encontraron con el océano y crearon cuevas y acantilados por los que el mar ruge con fuerza. En días de oleaje, los chorros de agua que emergen entre las grietas parecen auténticos géiseres marinos. A poca distancia se extienden las Salinas de Janubio, las más grandes de Canarias, con un sistema de charcas rectangulares que, al atardecer, se tiñen de rosas y violetas, creando un espectáculo cromático inigualable.

Para los que buscan rutas más tranquilas, La Geria es un escenario fascinante: un viñedo único en el mundo donde las cepas crecen en hoyos excavados en ceniza volcánica y protegidos por pequeños muros de piedra. El resultado es un paisaje lunar en el que se producen los afamados vinos de malvasía volcánica, con bodegas abiertas al visitante que ofrecen degustaciones y explicaciones sobre esta técnica agrícola ancestral.
Las playas del sur, como Papagayo, dentro del Monumento Natural de Los Ajaches, completan la visita. Arenas doradas y aguas turquesas protegidas del viento convierten este rincón en uno de los más apreciados de la isla. El acceso requiere una pista de tierra, lo que ayuda a preservar su aspecto virgen.
Dónde comer en Yaiza: tradición canaria con sabor volcánico
La oferta gastronómica de Yaiza es un homenaje a su tradición y paisaje. En el casco histórico, varios restaurantes sirven platos típicos como el cabrito en adobo, el sancocho canario o las papas arrugadas con mojo picón, acompañados por vinos de la Geria. El entorno rústico de las casonas y patios canarios realza la experiencia. Uno de los más recomendados es La Bodega de Santiago, que ocupa una antigua vivienda señorial y ofrece cocina creativa basada en productos locales.
En los alrededores, especialmente en El Golfo, la gastronomía se asocia al mar. Los restaurantes junto a la laguna verde —el Charco de los Clicos— son famosos por sus pescados frescos, lapas, pulpo a la plancha y arroces marineros. La vista de las barcas en la arena y del océano rompiendo contra la costa volcánica acompaña los sabores con un marco inolvidable.
Quien prefiera un ambiente más relajado puede optar por los bares de Femés, donde se sirven tapas caseras y quesos de cabra de la isla con unas vistas que abarcan todo el sur de Lanzarote. Una manera perfecta de cerrar el día después de recorrer volcanes y acantilados.
