Que en la provincia de Cádiz y en Chiclana se producen algunos de los vinos con más personalidad del país, pocas personas habrá que lo pongan en duda. La forma de vinificación imperante en la zona es la de las crianzas y soleras. Un estilo de envejecimiento que supone una garantía de uniformidad y calidad para los peculiares vinos que aquí se producen. 

Aunque Chiclana no se encuentre en ese triángulo del Marco de Jerez que marcan las localidades de Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda, lo cierto es que sus bodegas están amparadas por el paraguas del Consejo Regulador de Vinos de Jerez. 

Lo cierto es que las bodegas de Chiclana comparten algo más que la forma de elaboración del vino. Ahí entra en juego un paisaje (una tierra) común, influido de forma determinante por la proximidad al Océano Atlántico. El tipo de terrenos de cultivo, con una gran salinidad, la humedad que aporta la brisa marina, la benignidad del clima a lo largo de todo el año y las muchas horas de insolación son también muy similares a los del Triángulo de Oro del Jerez.

  1. Contexto: vinos de la zona
  2. Turismo enológico, entre el vino y la sal
  3. Bodegas recomendadas, dentro y fuera de la ciudad

Contexto: vinos de la zona

Para entender los vinos de Chiclana y, así, disfrutar al máximo de la experiencia de visitar sus bodegas conviene saber varias cosas. 

La primera es que los vinos generosos, los del Marco de Jerez, tienen una forma de elaboración muy diferente a la de los vinos tranquilos o de mesa. Sobre todo, porque se fortifican (o encabezan) con alcohol en un momento concreto de su elaboración, que puede ser antes o después de la fermentación del mosto.

La segunda es que los tiempos de elaboración pueden prolongarse durante varios años, incluso décadas. Los vinos envejecen a través de un sistema de crianzas y soleras, pasando de las botas (barricas) superiores a las inferiores en porcentajes y tiempos establecidos a lo largo de muchos de siglos de estudio y experimentación.

ibiza-vinos

En función del tiempo de envejecimiento, del tipo de crianza (biológica u oxidativa), de las mezclas realizadas por los responsables enológicos en cada bota y de otras circunstancias (controlables o espontáneas) entre las que también está el tipo de uva, difiere bastante la variedad de vino producido. También su calidad.

Respecto a esto, los principales tipos de vino que elaboran las bodegas de Chiclana son fino, amontillado, palo cortado, oloroso y PX (Pedro Ximénez). Aunque también hay una producción bastante importante de moscateles (dulces) y de tintos y blancos de mesa. 

Turismo enológico, entre el vino y la sal

En los últimos años las bodegas de Chiclana han entendido la importancia de divulgar y compartir la singularidad de los vinos que elaboran. Por eso, cada vez con más las actividades que ofrecen y que van más allá de la simple visita a la bodega con degustación de algunas de sus variedades. 

Así, bodegas como Manuel Aragón, de la que luego hablamos, ofrecen la posibilidad de disfrutar en sus propias instalaciones de un menú degustación a base de platos chiclaneros, maridado con sus propios vinos. También de pasear entre sus viñas, para comprender las características que aportan tanto la tierra donde crecen como la influencia salina de las brisas que llegan del cercano Océano Atlántico.

En materia enoturística es muy interesante y clarificador el Centro de Interpretación del Vino y la Sal, situado en la plaza de las Bodegas, junto al mercado. Allí se exponen numerosos objetos relacionados con ambos sectores: el de la producción de sal (en las salinas que rodean la localidad) y la del vino. Los paneles interactivos y diferentes montajes audiovisuales hacen aún más amena e instructiva la visita.

Bodegas recomendadas, dentro y fuera de la ciudad

En Chiclana hay varias bodegas familiares, algunas para producción propia, donde la forma de producir del vino es un secreto que se guarda de generación en generación. Pero también las hay que ofrecen visita y degustación de sus diferentes etiquetas. Estas son las más conocidas:

Primitivo Collantes (Ancha, 51)

Con casi dos siglos de historia, esta bodega familiar es todo un referente para los amantes del vino en Chiclana. En las visitas se recorren sus centenarias soleras y se pueden degustar joyas como el fino Arroyuelo o el elegante Socaire.

Manuel Aragón “El Sanatorio” (Ctra. Cádiz-Málaga, km 12,200)

Hablar de “El Sanatorio” es hacerlo de su gran personalidad y de la más pura tradición chiclanera. Fundada en 1896, aquí se crían caldos con alma, como el célebre moscatel Gloria. Ofrece varias actividades tanto dentro como fuera de la bodega. Aparte de ésta, tienen otra bodega en el casco histórico de Chiclana.

San Sebastián (Mendaro, 15)

Pequeña pero con mucho encanto, esta bodega ofrece una experiencia muy auténtica, que pasa por disfrutar de su moscatel Los Cuatro, un imprescindible en materia enológica en la zona.

Cooperativa-Unión de Viticultores Chiclaneros (Madera, 5, Polígono Industrial El Torno)

Reúne a decenas de viticultores locales empeñados en preservar la identidad del vino de Chiclana. Durante las visitas se explica de una forma detallada el proceso de elaboración y se degustan vinos como el Fino Chiclanero, todo un símbolo para la ciudad.

Bodega El Carretero 1857 (Sor Ángela de la Cruz, 26)

Esta bodega ofrece la posibilidad de comer entre las filas de botas de vino. Cocina tradicional andaluza y gaditana, ideal para degustar en forma de tapas.