Caminar por la bulliciosa Estambul es una experiencia única. Descubrir asombrados Santa Sofía, cruzar el Puente de Gálata y dirigirte a uno de los barrios más animados y modernos de la ciudad, contemplar el Cuerno de Oro y el Bósforo, sortear cientos de puestos y personas en el Gran Bazar o descubrir los aromas del Bazar de las Especias son sólo algunas de las cosas que no debes perderte si visitas Estambul. La conexión que se establece con esta efervescente ciudad de contrastes es una de las razones por las que todo el que la visita regresa maravillado.
- Basílica y mezquita Santa Sofía, la joya de la corona
- La Cisterna Basílica y el Hipódromo de Constantinopla
- La Mezquita Azul y la Mezquita de Suleiman
- Mezquita Nueva
- Los palacios: Topkapi y Dolmabahçe
- Palacio Beylerbeyi, un pequeño Versalles
- El Puente y la Torre Gálata
- De compras en el Gran Bazar y el Bazar de las Especias
- Avenida Istiklal
- La Plaza Taksim
- Iglesia de San Salvador de Chora o de Cora
- Cuerno de Oro, un tesoro natural
- Un crucero o ferry por el Bósforo
- Torre de la Doncella
- Museo Arqueológico de Estambul
- Museo de Arte Turco e Islámico
- Parque de Gülhane
- Mezquita Rüstem Pasha
- Mezquita de Ortakoy
- Barrio de Balat
Basílica y mezquita Santa Sofía, la joya de la corona
Esta antigua basílica bizantina, reconvertida en mezquita en el año 1453, sigue considerándose hoy un prodigio de la arquitectura antigua. Con su gran cúpula que parece suspendida en el cielo, Santa Sofía fue construida en el siglo VI durante el reinado del emperador Justiniano. De su conversión en mezquita tras la conquista otomana surgieron los cuatro minaretes que hoy caracterizan parte del perfil urbano de la ciudad.

Ligeramente iluminada, los rayos de sol inciden sobre los grandes medallones que penden de la cúpula, resaltan el dorado de los mosaicos y engrandecen la sala principal. Todo el que la visita coincide en afirmar que en su interior se respira una atmósfera especial y llena de magia.
La Cisterna Basílica y el Hipódromo de Constantinopla
A solo unos metros de Santa Sofía se encuentran otros dos monumentos de Estambul de la época del emperador Justiniano:
La Cisterna Basílica de Estambul es un depósito de agua que servía para dotar a Constantinopla de agua en caso de ser asediada. Pero el nombre más evocador con el que es comúnmente conocida es el de “Palacio sumergido”, haciendo alusión tal vez a la belleza del reflejo de sus múltiples columnas en el agua.

El Hipódromo de Constantinopla era el lugar de ocio donde las clases altas del Imperio Bizantino disfrutaban de sus espectáculos preferidos: carreras de carros, música, acróbatas y fieras. Hoy en día solo podemos pasear por su interior e imaginar como debió ser en su época dorada.

La Mezquita Azul y la Mezquita de Suleiman
Situada justo enfrente de Santa Sofía y al lado del Hipódromo, la Mezquita Azul debe su nombre a que alberga en su interior suntuosos mosaicos de azulejos Iznik en tonos azules. Pero lo más característico de esta mezquita es su exterior, que, con sus seis alminares y su cascada de cúpulas, conforma otro de los edificios que definen el skyline de la ciudad.

A 20 minutos a pie de la Mezquita Azul se alza sobre la colina que domina el Cuerno de Oro otra de las más importantes de Estambul: la Mezquita de Suleiman. Construida 1.000 años más tarde que Santa Sofía pero claramente inspirada en ella, hoy sigue siendo la mezquita más grande de la ciudad.

Mezquita Nueva
Situada cerca del Puente de Gálata y muy cerca del Bazar de las Especias, la Mezquita Nueva de Estambul tiene, a pesar de su denominación, 400 años de antigüedad. Sus bóvedas y minaretes son espectaculares y su interior también es impresionante, con sus increíbles vidrieras, sus azulejos de Íznit y sus ornamentos de oro y mármol. En su momento, la construcción de esta mezquita generó mucha polémica, porque aquí es encontraba el barrio judío y se interpretó como una imposición del credo islámico. En su mausoleo se guardan los restos de cinco sultanes.

Los palacios: Topkapi y Dolmabahçe
Uno en la parte antigua y otro en la nueva, estos palacios de Estambul dan una idea de la riqueza y fastuosidad con la que vivían los antiguos sultanes otomanos. Topkapi, inaugurado poco después de la conquista otomana, fue la sede de este imperio hasta mediados del sigo XIX, momento en el que se trasladó al Palacio de Dolmabahçe, situado a las afueras de la ciudad.

Oro y piedras preciosas, armas, azulejos de todas las formas y colores y unas vistas únicas del Cuerno de Oro es lo que podrás disfrutar si visitas Topkapi. Influencias barrocas, rococós y neoclásicas te esperan en el de Dolmabahçe, mucho más moderno y occidental, pero igual de interesante.

Palacio Beylerbeyi, un pequeño Versalles
El Palacio Beylerbeyi es uno de los muchos edificios nobles que los líderes turcos construyeron en el siglo XIX en las costas del Bósforo. En este caso, fue el sultán Abdülaziz quien levantó esta suntuosa edificación como su residencia de verano. Se trataba del segundo palacio construido en el Bósforo y aquí el sultán recibía a visitantes tan ilustres como el emperador Francisco José, la emperatriz Eugenia de Montijo, el rey Eduardo VIII o el Sha de Persia. Parece un mini Versalles en el que confluyen Oriente y Occidente.

El Puente y la Torre Gálata
Situado sobre el Cuerno de Oro, los 450 metros de longitud del Puente de Gálata comunican la parte antigua con la parte nueva de la ciudad, la más moderna y cosmopolita. Descubre los numerosos restaurantes y bares que se sitúan en la parte inferior del puente, y no dejes de visitarlos si buscas donde comer en Estambul o deseas degustar pescado fresco y otros deliciosos platos turcos.

Al otro lado del puente encontrarás la Torre de Gálata, otro de los tesoros de la antigua Constantinopla y una de las cosas que se deben ver en Estambul. Considerada una de las torres más antiguas del mundo (data del año 528), subir sus 61 metros merece la pena para obtener las mejores vistas de la urbe.

De compras en el Gran Bazar y el Bazar de las Especias
Recorrer algunas de las 64 calles y más de 4.000 tiendas que forman parte del Gran Bazar de Estambul es otro de los ineludibles en tu visita a Estambul. No solo podrás hacerte con un pieza única de artesanía, bisutería, ropa o complementos, sino que estarás conociendo uno de los mercados más grandes y antiguos del mundo.

Ahora bien, si prefieres vivir una experiencial más sensorial, desplázate hasta el barrio de Eminönü, muy cerca del Puente de Gálata, y déjate llevar por los aromas, bullicio, colores y sabores del otro bazar imprescindible de la ciudad, el Bazar de las Especias de Estambul. Es uno de los lugares que tienes que visitar en Estambul para degustar los sabores y la comida típica turca: dulces, frutos secos, especias, quesos y otras delicias.

Avenida Istiklal
Es como la Gran Vía de Estambul. Hay que pasear por Istiklal Caddesi (avenida de la Independencia) para tomar el pulso a la ciudad moderna y más cosmopolita. Con unos tres kilómetros de longitud, es una de las arterias urbanas más transitadas del mundo ya que está plagada de tiendas exclusivas, librerías, galerías de arte, teatros, cines, cafés, discotecas, restaurantes… Durante la época bizantina, vivían aquí los comerciantes genoveses y venecianos. Su histórico tranvía es uno de los elementos singulares de esta avenida que se extiende desde el barrio medieval genovés que rodea la Torre de Gálata hasta la plaza de Taksim.

La Plaza Taksim
Y de la antigua Estambul, a la más reivindicativa y alternativa. La Plaza Taksim, en la parte europea, ha sido epicentro de manifestaciones políticas, y hoy es el punto neurálgico de la parte más cosmopolita de la ciudad. Tiendas multinacionales, restaurantes de moda y lujosos hoteles parten de la plaza y se suceden por la calle principal, Istiklal Cadessi o Avenida de la Independencia.

Iglesia de San Salvador de Chora o de Cora
De difícil acceso, dado que no llega ni autobús ni tranvía, la bellísima iglesia de San Salvador de Cora o de Chora, del siglo XIV, merece la pena ser visitada porque es uno de los edificios mejor conservados del arte bizantino. Convertida en mezquita durante el dominio otomano, sus frescos y mosaicos fueron cubiertos con yeso, pero hoy luce en todo su esplendor.

Cuerno de Oro, un tesoro natural
El Cuerno de Oro es el nombre que recibe el estuario natural que se halla a la entrada del estrecho del Bósforo y que divide Estambul en dos zonas diferentes. Fue utilizado por la flota bizantina como un puerto natural y ha sido protagonista de muchos episodios de la turbulenta historia de Estambul, además de proteger a griegos, romanos, bizantinos y otomanos durante miles de años. Tiene 7,5 kilómetros de largo y 750 metros de ancho y está atravesado por cuatro puentes, entre ellos el Puente de Gálata.

Un crucero o ferry por el Bósforo
Para obtener una perspectiva única de la ciudad, presumir de haber estado entre Europa y Asia, y tal vez detenerse en Üsküdar (ya es Asia) para contemplar uno de los mejores atardeceres de la ciudad, merece la pena coger un ferry o hacer un crucero por el Bósforo. Es algo imprescindible que tienes que hacer en Estambul. El broche perfecto para unas vacaciones de ensueño.

Torre de la Doncella
Dicen que la Torre de la Doncella (también conocida como Torre Leandro) fue erigida en la costa de Üsküdar por un emperador para salvar a una de sus hijas de una muerte segura, que finalmente no pudo evitar. Es una de las construcciones más antiguas de Estambul y hoy se utiliza como cafetería y restaurante con vistas al mar.

Museo Arqueológico de Estambul
Situado en uno de los patios del Palacio Topkapi, el Museo Arqueológico de Estambul fue fundado en 1891 por el pintor y arqueólogo turco Osman Hamdi Bey. Sus colecciones están repartidas en 20 salas. La galería de Arqueología Clásica exhibe una serie de magníficos sarcófagos, entre los que se halla el de Alejandro Magno; la Colección de Arte Oriental contiene parte de la Puerta Babilónica de Istar y la Colección de Cerámicas y Joyas está alojada en el célebre Pabellón de los Azulejos. Si te gustan la antigüedades, no lo dudes: es una de las cosas que tienes que ver en Estambul.

Museo de Arte Turco e Islámico
El Museo de Arte Turco e Islámico es uno de los centros artísticos más importantes de Estambul. Contiene más de 40.000 piezas, además de una curiosa sección de etnografía, y está ubicado en el antiguo palacio de Ibrahim Pasa, del siglo XVI, situado junto al Hipódromo y la Mezquita Azul. Se pueden contemplar alfombras, cerámicas, caligrafías, esculturas, sarcófagos, ediciones del Corán, atriles… y hasta la Puerta de la Gran Mezquita de Cizre. En su patio, disfrutarás de unas bonitas vistas de la Mezquita Azul.

Parque Gülhane
Se trata del parque más antiguo de Estambul y, en la época de esplendor del Imperio Otomano, formaba parte del complejo palaciego de Topkapi. Con la caída del régimen de los sultanes, el parque se abrió al público (en 1912). En esta gran zona verde, con numerosos árboles plantados en el siglo XVIII, hay varios museos en edificios históricos. Entre ellos destaca el dedicado a la Historia de la Ciencia y la Tecnología. Además, desde diferentes puntos del parque se pueden admirar magníficas panorámicas al Estrecho del Bósforo y su incesante paso de embarcaciones.
Mezquita Rüstem Pasha
La principal particularidad de esta mezquita del siglo XVI es que se edificó sobre los soportales del antiguo Mercado de Eminönü, justo en la zona de la ciudad donde se unen el Bósforo y el Mar de Mármara. El responsable de la construcción fue el arquitecto Mimar Sinam, favorito de la época, que lo hizo en honor al visir Rüstem Pasha, yerno del sultán Soleimán el Magnífico. En el interior maravilla la belleza de su recubrimiento, a base de artísticos mosaicos de azulejos de Iznik.
Mezquita de Ortaköy
Es innegable la escenografía de esta mezquita, a orillas mismas del Bósforo y junto al puerto que le da nombre. Así, la fachada de piedra blanca de este templo se refleja en la superficie del agua, regalando una de las estampas más estéticas de la ciudad. En esto ayuda el estilo constructivo, Neobarroco, al estilo del vecino Palacio Dolmabahçe. En el interior sorprende el juego de luces naturales con que los arquitectos Garabet y Nigogayus Baylan quisieron resaltar las minuciosas caligrafías que decoran sus muros.
Barrio de Balat
Durante siglos este colorista barrio, ahora uno de los más deseados por los turistas gracias a sus muchos y variados alojamientos, fue el refugio de los no practicantes de la religión islámica. Eso explica la existencia de iglesias como la de San Esteban de los Búlgaros, la de Santa María de los Mongoles o la Catedral Patriarcal de San Jorge. También de varias sinagogas. De hecho a Balat se lo puede considerar con uno de los barrios judíos históricos de la ciudad. Fue precisamente el abandono de la población hebraica, tras la creación del estado de Israel la que provocó un progresivo declive de la zona, por fortuna revertido en los últimos años.
Cómo moverse por Estambul
La enorme y extensa Estambul cuenta con una red de transporte público bastante moderna y eficaz. Buen ejemplo es la línea de tranvía T1, que recorre la principal avenida del lado europea y que permite acceder fácilmente a los monumentos del barrio de Sultanahmet. Por su parte, la línea 3 (la línea nostálgica), que utiliza trenes convoyes históricos, es la más turística y evocadora de la ciudad.
Más rápido y extenso es el metro de Estambul, con diez líneas, entre ellas la 1 (roja) que conecta el aeropuerto Atatürk con el centro histórico de la ciudad gracias a su conexión con la línea 1 de tranvía. Por su parte, la línea 4 (fucsia) permite llegar a la parte asiática de la ciudad desde el aeropuerto Sabiha Gökçen y la línea 5 (morada) conecta los lados europeo y asiático.
Hay muchas líneas de ferry que conectan los diferentes barrios ribereños al Bósforo. Los principales embarcaderos en la parte europea son el del Puente de Gálata, Eminönü, Karaköy y Beşiktaş, mientras que en la parte asiática están Üsküdar y Kadıköy. Las embarcaciones, por lo general, son cómodas, los trayectos son relativamente cortos en tiempo y distancia y suelen tener bastantes frecuencias, sobre todo en las horas punta de principio de la mañana y final de la tarde.
En cuanto al autobús, aunque se trata del más barato de los transportes públicos de Estambul y llega a los rincones más remotos, lo cierto es que, por orientación y tiempo, es un sistema algo más complicado. Como en el caso de tranvía, metro y ferries, para abonar en este transporte se necesita la tarjeta prepago Istambulkart, que se compra y recarga en las máquinas expendedoras de las diferentes estaciones o paradas.
Respecto a los taxi, es una opción de transporte bastante cómoda, razonablemente rápida (en función de la hora y la cantidad de tráfico) e, incluso, barata. Eso sí, sobre todo en los trayectos más largos conviene pactar el precio con el conductor antes de comenzar el viaje y/o vigilar que active el taxímetro. Igualmente conviene no aceptar atajos o pagar tarifas no especificadas ni reguladas. La alternativa a los abusos de ciertos taxistas son las aplicaciones Uber y Sixt Ride, cuyos precios están claramente especificados al reservar el trayecto deseado.
