Sierra de Tramuntana
La Sierra de Tramuntana, que se extiende a lo largo de 90 kilómetros por la costa noroccidental de Mallorca, es la cara oculta de una isla más asociada al turismo de chiringuito y playa. Declarada Patrimonio de la Humanidad en 2011 por su armónica simbiosis entre la naturaleza y la acción del ser humano, en sus montañas aún encontramos sistemas de riego de la época árabe y antiguas terrazas de piedra seca destinadas al cultivo. Desplegada entre el municipio de Andratx, al sur, y el Cap de Formentor, en el extremo norte de la isla, la sierra oculta dos embalses –el Gorg Blau y el Cúber- y varios picos que superan los 1.000 metros de altitud y se llenan de nieve en invierno entre los que destaca el Puig Major (1.445 metros). Y perfectamente integrados con el entorno montañoso, 20 preciosos pueblos en los que parece que se ha detenido el tiempo. Repasamos los más destacados.
El pueblo de Valldemossa, a solo media hora de Palma en coche, es el más popular de todos por su historia y su pintoresca belleza, con sus típicas callecitas empedradas adornadas con macetas. Foco de atracción de numerosos pintores y artistas, Valldemossa es conocida por haber acogido en el invierno de 1838 al compositor polaco Frédéric Chopin y su esposa, la escritora francesa George Sand. También por ser el pueblo natal de la única santa de la isla, Santa Catalina Thomas. Su principal atracción es la Cartuja de Valldemossa, un monasterio del siglo XV, antiguo palacio del rey Sancho I de Mallorca, en una de cuyas celdas se alojó el matrimonio Chopin (hoy es el Museo Chopin).
Otra de las paradas obligatorias, un poco más al norte, es Deià, uno de los pueblos más bonitos de Mallorca. Su encanto especial ha atraído hasta este lugar a artistas como el escritor inglés Robert Graves, cuya casa-museo Can Alluny puede visitarse, o el archiduque Lluís Salvador de Austria, un excéntrico noble enamorado de la isla que se establecería en la finca de Son Marroig, hoy también museo. Este aristócrata creó en los alrededores varios senderos y miradores con inmejorables vistas de la sierra: las mejores rutas de senderismo son las que van hasta la espectacular península Sa Foradada y el monasterio Miramar, un edificio fundado por el místico Ramon Llull en 1276 que Lluís Salvador de Austria rehabilitó en el siglo XIX.
Si queréis un plan diferente, una de las excursiones con más encanto a la Sierra de Tramuntana es la preciosa ruta en un tren de madera de 1912 que nos lleva desde Palma al pueblo de Sóller, ubicado en el “Valle de las naranjas”, en el corazón de las montañas. El mayor atractivo de este típico pueblo a la sombra del Puig Major es coger el antiguo tranvía que une el casco histórico con el Port de Sóller, a unos 3 kilómetros, donde podremos disfrutar de las playas de Traves y Ca’n Repic y un amplio paseo marítimo. O embarcar en un mini-crucero al cercano Torrent de Pareis, un espectacular cañón atravesado por un torrente de agua. Muy cerca de Sóller también es una visita obligada el pequeño pueblo rústico de Fortnalutx, considerado como uno de los pueblos más bonitos de España.
La ruta hacia el norte por la cordillera termina en el pueblo de Pollensa, el más septentrional de la isla. Es uno de los lugares con más encanto de Mallorca, y la puerta de entrada al salvaje Cabo Formentor, la punta norte donde la Sierra de Tramuntana muere en el Mediterráneo. El municipio destaca por su Plaza Mayor y su trazado medieval, así como por el mirador de El Calvario, un monte que perteneció a los Caballeros Templarios y ofrece unas vistas inmejorables de Pollensa. A siete kilómetros se encuentra Puerto Pollensa, un puerto pesquero tradicional que se ha convertido en el mayor centro turístico del norte, siendo principalmente frecuentado por británicos.
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