Ferrerías
Según la tradición oral menorquina, tan veloz fue la huida del último rey moro durante la reconquista cristiana que las herraduras de su caballo quedaron clavadas para siempre sobre el empedrado del castillo de Santa Águeda. Esto, y mucho más, es lo que nos ofrece Ferrerías —o Ferreríes, en catalán—, un municipio ubicado en el centro-oeste de la isla que colinda con los de Ciutadella, Es Mercadal y Es Migjorn Gran; y que brinda al visitante siglos de historia y un paisaje de ensueño entremezclados en un ambiente de tranquilidad absoluta.
Las primeras construcciones del municipio se remontan a la época pretalayótica, más concretamente al periodo naviforme (1500-1200 a.C.). La muestra más importante de esta arquitectura está en Son Mercer de Baix, uno de los conjuntos arqueológicos más antiguos de Menorca. Formado por varias navetas alargadas, la de la Cova des Moro es la que mejor se conserva. En estas ruinas se han estado llevando a cabo excavaciones desde mediados del siglo XX, y en 1966 pasó a ser considerada Bien de Interés Cultural.
Aunque ya lo hemos mencionado, conviene volver a repasarlo. El castillo de Santa Águeda, una de las fortificaciones más importantes de la época andalusí en Menorca, fue construida entre los siglos X y XII; y tras la Reconquista, cayó en olvido. Hoy en día, su principal atractivo descansa en la panorámica que ofrece de la isla, ya que se sitúa en el pico más alto del municipio (y el tercero de toda Menorca).
Aparte de la faceta histórica, la naturaleza también cobra importancia en Ferrerías. El municipio, gracias a su ubicación geográfica, sirve como muestrario del variado paisaje de la isla, ya que abarca desde la salvaje y escarpada costa del norte, hasta la paradisiaca y pacífica costa del sur. Es, por lo tanto, un lugar excelente para relajarse sin renunciar por ello al turismo activo que ofrecen sus playas. Al norte, por ejemplo, encontramos Els Alocs, una salvaje cala de roca famosa por su público nudista y sus baños de barro. Al sur, la famosísima cala Galdana, y las menos conocidas cala Mitjana y cala Mitjaneta, conectadas por un extenso bosque mediterráneo virgen.
En cuanto a la localidad ferrerience, la misma se originó a finales del siglo XIII, alrededor de una antigua capilla sobre cuyos cimientos se construiría más tarde la iglesia de San Bartolomé, en honor al santo patrón de la zona. Ubicada en la plaza principal del pueblo —también llamada plaza de la iglesia—, su papel protagónico en la vida social de Ferrerías explica la confluencia de otros tantos edificios importantes, tales como el del Ayuntamiento o la casa de ses Voltes, emblema de la arquitectura civil menorquina. En la actualidad, cada sábado por la mañana esta plaza se convierte en el escenario de un importante mercado en el que se comercializan productos artesanos típicos de la zona. Por ejemplo, pulseras y colgantes a base de macramé; o las típicas abarcas, calzado rústico también conocido como menorquinas. Sin embargo, uno no siente la verdadera esencia de Ferrerías hasta que no se pierde entre sus blancos callejones. El carrer de Sant Joan o el carrer de Dalt, por nombrar solo dos, todavía acogen pequeños comercios manufactureros de los de toda la vida.
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