Ciudad Pequeña – Malá Strana
La forma más sencilla —y bonita— de llegar a Malá Strana desde la Ciudad Vieja es a través del emblemático Puente de Carlos, disfrutando a nuestro paso de los 31 grupos escultóricos que lo ornamentan, cuyo estatismo contrasta con la vitalidad de los músicos y vendedores ambulantes que siempre reclaman la atención de los viajeros.
Tras recorrer su medio kilómetro de extensión, encontraréis a vuestra izquierda la agradable isla de Kampa, ceñida por el río Moldava y el Certovka (arroyo del Diablo), donde podréis visitar el Museo Kampa, que cuenta con una interesante colección de obras de artistas del siglo XX, o bien relajaros en su encantador parque con vistas al río.
Continuando con las propuestas culturales, el barrio de Malá Strana presenta una oferta realmente atractiva. A corta distancia del Museo Kampa hallaréis el Museo de Franz Kafka, el del cineasta checo Karel Zeman y el del Niño Jesús de Praga, el cual reúne una sorprendente variedad de vestidos y complementos litúrgicos empleados a lo largo del año para engalanar la pequeña y muy venerada escultura.
Si en lugar de desviaros hacia la isla de Kampa al abandonar el puente de Carlos continuáis recto por la calle Mostecká, llegaréis directamente a Malostranské Náměstí, o lo que es mismo, al corazón de este encantador barrio. La plaza de Malostranské Náměstí, en el centro de la cual sobresale el espectacular templo jesuítico de San Nicolás, es el lugar más indicado para tomarle el pulso al barrio. Además, en una de sus esquinas os toparéis con Malostranska Beseda, un club que destaca por su oferta cultural y gastronómica, así como por ocupar un edificio renacentista que fue sede del ayuntamiento de Malá Strana desde finales del siglo XV hasta 1784. Si se os ha pasado la hora del café, no hará falta más excusa para degustar una cerveza. Y es que, al fin y al cabo, os encontráis en una ciudad consagrada a la producción de esta bebida. Vaya, que también se puede considerar turismo (o “beer travel”, como algunos lo denominan).
Pero volviendo al patrimonio, si queréis disfrutar de una vista única de la iglesia de San Nicolás, no dudéis en visitar el Jardín Vrtba. Si se trata de uno de los rincones favoritos de los praguenses… ¡por algo será! Eso sí, si buscáis panorámicas únicas, de esas que acumularán likes inmediatamente en Instagram, lo suyo es dirigirse, a pie o en el histórico funicular, al Monte Petřín. Sus 140 metros de altura os permitirán gozar a vista de pájaro de uno de los cascos antiguos más hermosos de Europa.
Los atractivos de Malá Strana no acaban aquí. Otros lugares por los que vale la pena pasar son la calle Nerudova, una preciosa vía que asciende al castillo de Praga escoltada por elegantes edificaciones, los sorprendentes jardines del Palacio de Wallenstein, actual sede del senado checo, y el Muro de John Lennon, que nació como homenaje improvisado tras la muerte del integrante de los Beatles, convirtiéndose después en un icónico símbolo de la libertad de expresión.
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