Norte de Madeira
La geografía del norte de Madeira dejó a esta parte de la isla anclada en otro ritmo de vida. Las difíciles carreteras, sumadas a una costa más brava y aguas más furiosas que las del sur, dejan aquí una Madeira mucho más salvaje. Sin embargo, la Madeira más inaccesible se convierte en un trozo de isla más atractiva si cabe que no debemos pasar por alto. Bienvenidos al norte de Madeira.
Afortunadamente, las vías de comunicación mejoraron y ya es posible recorrer el lado septentrional de la isla a través de una carretera más cómoda que antaño. Recorreremos los principales hitos de esta parte de la isla entre Porto da Cruz, en la parte nororiental, hasta Porto Moniz, en el vértice noroccidental.
Si algo caracteriza al norte de Madeira son sus acantilados, presentes en todo el litoral. La escasa presencia de población da fe sobre la vertiginosa geografía de este lado de la isla.
Recorriendo la costa norte de este a oeste, la primera parada es Porto da Cruz, un hermoso pueblo que cuenta con un importante legado para la historia de la isla, como son las ruinas de su ciudadela o la antigua fábrica de azúcar, hoy destilería de ron.
La historia también está presente en Santana, una pequeña población conocida por sus tradicionales casas de paja (palhoças o casinhas). En Santana es posible disfrutar de magníficas vistas sobre la costa.
La serpenteante carretera conduce a través de nuevos miradores como el Miradouro da Vigia o la Punta de San Jorge, al que se llega a través de un espectacular camino que se apoya en acantilados de basalto donde emerge una escondida zona de baño.
Siguiendo hacia el oeste aparecen dos de las principales localidades del norte de Madeira, Ponta Delgada y San Vicente, este último encantador pueblo que esconde las Grutas y Centro de Vulcanismo de San Vicente, una de las visitas imprescindibles en el recorrido. Estas cuevas se formaron hace 890.000 años tras una erupción volcánica y se abrieron por primera vez en 1885. En su interior, un recorrido de más de un kilómetro de longitud.
De San Vicente a Seixal la costa nos guarda algunas de sus partes más sorprendentes y el recorrido en coche es uno de los más espectaculares. Merece la pena parar y caminar por la antigua carretera (la nueva transcurre por un largo túnel) para descubrir barrancos como la Ribeira do Inferno, la cascada Água d’Alto o el mirador de Véu da Noiva. De esta forma se llega a Seixal, pequeña localidad que cuenta con varias playas y piscinas naturales donde relajarse tras el emocionante viaje hasta aquí.
Pero para piscinas naturales está el siguiente y último pueblo del recorrido por el norte de Madeira: Porto Moniz. Las aguas atlánticas inundan las rocas volcánicas del litoral de la localidad, convirtiéndolo en unas de las piscinas naturales más famosas.
El norte de Madeira es una puerta abierta a la ascensión al pico más alto de la isla, el Pico Ruivo, de 1.862 metros de altitud. Desde la localidad de Santana se puede tomar una carretera que conduce hasta el aparcamiento de Achada do Teixeira, de donde parte la corta ruta que termina en la cima. Será una gran oportunidad para disfrutar de un mar de nubes o, si la vista está despejada, de increíbles panorámicas al amanecer o al atardecer.
Además del Pico Ruivo, el norte de Madeira es una excelente entrada hacia otras rutas por el interior de la isla que merece la pena explorar si se cuenta con el tiempo para ello.
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