Norte República Dominicana
El norte dominicano, también conocido como El Cibao, es una tierra rica, en todos los sentidos. Desde las montañas de Jarabacoa, en la Cordillera Central, hasta Puerto Plata, en la costa, y desde Monte Cristi, en la frontera con Haití, hasta la bahía de Samaná, esta región es pura magia con vistas al Atlántico.
Un buen punto de partida para descubrir el norte dominicano es el corazón montañoso del país. En plena Cordillera Central, lugares como Bonao, Constanza y Jarabacoa ofrecen experiencias maravillosas, y muy distintas al más conocido ambiente playero. Disfruta de su exuberante naturaleza visitando hermosas albercas naturales y cascadas, frondosos bosques de pinos –¡sí, en pleno Caribe!–, fincas cafetaleras y bonitos ranchos. Recorre este mágico lugar a caballo, como un auténtico jarabacoense. Y para los amantes de la aventura: rafting, barranquismo, rapel y escalada, bici de montaña, parapente… ¡El destino perfecto!
De vuelta en el camino hacia la costa norte, descubre ciudades tan pintorescas como La Vega, con su colorido carnaval, y Santiago de los Caballeros, fundada por Cristóbal Colón en 1495. Ubicada en el centro del Valle del Cibao, Santiago es la segunda ciudad más grande de República Dominicana y un lugar que cuenta, capítulo a capítulo, la rica historia del país. El Monumento a los Héroes de la Restauración es el punto de referencia de esta ciudad histórica y moderna a la vez, llena de arte y cultura. Además, en las fértiles tierras que rodena la ciudad crece uno de los productos más típicamente dominicanos: el tabaco.
Puerto Plata, la “Novia del Atlántico”, es la ciudad más importante de la costa norte y se puede decir que el lugar en el que “nació” el turismo en República Dominicana. Su pequeña bahía fue testigo de la llegada de Colón en una de las escalas de su primer viaje, en 1492, y durante los primeros años como colonia se convirtió en el principal puerto de la isla, vigilado por la antigua Fortaleza de San Felipe. Coronada por la Loma Isabel de Torres, una montaña de casi 800 metros de altura y a la que se puede subir en el primer teleférico del Caribe, Puerto Plata ofrece todo el encanto de su arquitectura victoriana, así como una animada vida nocturna y una rica gastronomía, entre muchos otros atractivos.
Además de sus playas urbanas, como Long Beach y Playa Acapulco, Puerto Plata es también el punto de partida para explorar las maravillosas playas de la costa norte. Hacia el este, Playa Dorada, Sosúa y Cabarete ofrecen planes para todos los gustos: la primera, protegida por arrecifes, es perfecta para disfrutar en familia; en las aguas tranquilas de la pequeña bahía de Sosúa se puede hacer snorkel y otras actividades acuáticas, o simplemente relajarse en la playa; Cabarete, por su parte, se ha convertido en un must para para los amantes del kitesurf y otros deportes acuáticos extremos.
El viaje hacia el este de Puerto Plata termina en la Península de Samaná, un paraíso natural que combina playas vírgenes, pequeños pueblos y ciudades con mucho encanto, antiguas cuevas decoradas con pinturas rupestres hechas por los taínos, densas selvas tropicales, ríos y cascadas de aguas cristalinas…. Desde Santa Bárbara de Samaná, la principal ciudad de la zona, puedes descubrir la enorme riqueza natural del Parque Nacional Los Haitises o disfrutar de uno de los espectáculos más impresionantes de la naturaleza dominicana: la visita anual de cientos de ballenas jorobadas a la Bahía de Samaná.
La costa norte también se extiende desde Puerto Plata hasta Monte Cristi, en la frontera con Haití. En esta franja del litoral dominicano puedes encontrar playas tan espectaculares como Playa Grande, Bahía de Maimón, Playa Guzmancito, la imponente Bahía de Luperón –rodeada de manglares– o Cayo Arena, una minúscula islita de arena rodeada de arrecifes. Tampoco puedes dejar de visitar tesoros culturales como el sitio histórico de La Isabela, el primer asentamiento fundado por los españoles en el Nuevo Mundo, en 1494; o joyas naturales como el Parque Nacional Monte Cristi, con sus impresionantes playas flanqueadas por acantilados de piedra caliza, sus manglares y su gran barrera de coral, el arrecife más grande y mejor conservado del país.
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